Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Reportajes

3 de Febrero de 2015

Pedro Carcuro: “Hoy me emociona lo que hizo Lemebel”

“Quiero rendirle un homenaje a todas las mujeres que fueron torturadas y detenidas en la dictadura de Pinochet, en el nombre de tu hermana, Carmen Carcuro”. Fue lo último que dijo Pedro Lemebel en De Pé a Pá, a fines del 2001, cuando el animador del estelar lo estaba despidiendo para cerrar el programa. La osadía de Lemebel y el desconcierto de Carcuro se transformaron en un “momento televisivo” inolvidable para quienes lo vieron. Aquí el relator cuenta por primera vez cómo vivió el episodio y por qué con el paso del tiempo lo fue sintiendo de otra manera.

Por
PEDRO-CARCURO-foto-agencia-uno

LA PREVIA
Invitar a Pedro Lemebel era, en primer lugar, una incógnita. Era la primera vez que él iba a estar en un programa de audiencia masiva, además en vivo, cuando la TV abierta se manejaba con códigos muy distintos a los de ahora. Había mucha más timidez respecto a los temas que se trataban y a quiénes se invitaba. En el De Pé a Pá de vez en cuando nos atrevíamos un poco más y tratábamos temas como la homosexualidad, la eutanasia, Colonia Dignidad, en fin. La primera entrevista grande en TV abierta a Simonetti también fue en el De Pé a Pá, unos años después de Lemebel, y con él hablamos de la homosexualidad incluso de una manera más directa. Creo que intentamos abrir algunas puertas al tratar esos temas en un programa así.

Pero es evidente que entrevistar a Pedro Lemebel te provocaba un poco de cosquilleo en el estómago… Tú sabías que era un personaje fuerte que no tenía pelos en la lengua: decía lo que a él se le antojaba. Me acuerdo que en el público, acompañando a Lemebel al programa, estaba la Gladys Marín, con quien teníamos una muy cordial relación. Yo la había entrevistado en la radio muchas veces. Entonces en comerciales, justo antes de la entrevista a Lemebel, le digo “oye, por favor ayúdame un poco”. Y se cagó de la risa la Gladys, fue su única respuesta.

Durante la media hora que habrá durado, la entrevista caminó permanentemente por la cornisa. Lemebel dijo cosas bien al filo sobre la televisión y sobre personajes de actualidad. Antes de él había estado un actor que imitaba al cura Hasbún, y apenas entró le pegó una repasada al cura Hasbún. Son cosas que hoy resultan normales, pero en esa época… ¿tú te imaginas hace 15 años la rutina que hizo Edo Caroe en el Festival de Olmué? Inconcebible. En todo caso, la dinámica entre nosotros fue grata, no hubo esas distancias que a veces se producen con el entrevistado y a uno lo ponen tenso. Para nada.

LA SORPRESA

Bueno, termina la entrevista y antes de despedir a Lemebel vamos a comerciales, lo que en tele se llama un “corte falso”, cuando uno dice “ya volvemos” pero vuelves para cerrar. Entonces en el corte conversamos un rato y me acuerdo perfecto que le digo “Pedro, terminamos contigo el programa, quiero que te despidas de la gente porque ha sido entretenido y nos ha ido bien, pero tiene que ser muy corto porque nos pasamos en el tiempo. Ayúdame, cortito”. Un cliché muy típico de la tele.

Entonces volvemos del corte, me acuerdo que estábamos los dos de pie y le doy el pase para despedirse. Y ahí él hace la alocución respecto a mi hermana Carmen, que falleció hace poco más de dos años… Bueno, lo primero fue sorpresa, evidentemente… Me descolocó, esa es la verdad, era algo que no esperaba para nada. Es como si estás en la playa bañándote y de pronto se te viene una ola gigantesca encima, fue eso: sentirme descolocado, sentirme golpeado porque por primera vez alguien tocaba este tema en la televisión desde el momento en que mi hermana había sido detenida y torturada. Porque eso fue lo que pasó: mi hermana vivió en el exilio, volvió a Chile el año 84, fue detenida y torturada.

Después del programa conversamos con Lemebel un par de minutos y no hubo ningún conflicto. Me dijo que se quería llevar un par de zapatos de mujer que le habíamos prestado –con tacos, muy bonitos– y se los llevó. Pero no tocamos el tema de lo que él había dicho. Él no lo tocó y yo tampoco, porque la verdad estaba tan… no alcanza para decir shockeado, pero sí, me afectó, no te podría decir que no me afectó. Tampoco me enojé con él y no me podía enojar, si él lo que hizo fue hacerle un homenaje a Carmen… Pero de alguna manera también sentí que se estaba vulnerando algo íntimo. Son momentos muy dolorosos, dolorosos para la familia… Mis padres para entonces vivían y yo sabía que seguramente estaban viendo el programa y era doloroso para ellos. Y a Carmen no le gustaba que se supiera nada de ella. Era una persona que vivió siempre silenciosamente. Le tocó vivir muchas historias, pero hasta ese día nunca había salido una sola línea en los diarios sobre mi hermana aparte del momento en que ella fue detenida. Nunca. Y yo también soy tímido, para adentro, a nosotros no nos gusta contar las cosas. Mi hermana Carmen es una persona de la cual podría hablar… ¡uff!, tantas cosas. Sin embargo no me gusta, prefiero guardármelo.

EL DESPUÉS

Carmen vio el programa y conversé con ella sobre lo que había pasado. “Carmen, pucha, pasó esto”, le digo. Y con esa austeridad que ella tenía incluso con las palabras, me contestó: “Hubiese preferido que Pedro no hablara de esto, me hubiese gustado más el silencio”. Ese fue todo su comentario. Pero lo dijo muy tranquila, no con un tono de molestia.

Hoy en la mañana conversaba con Rosario, mi otra hermana, y le contaba que iba a hablar de este tema. Y ella me dijo: “Qué bueno Pedro que tengas la oportunidad de hablarlo, porque la verdad es que nosotros tenemos que estar agradecidos de Pedro Lemebel por lo que hizo. De alguna manera, le rindió el homenaje que Carmen se merecía por su lucha, por su valentía, por su humildad, por su silencio”.

Eso me lo dijo hoy mi hermana. Y yo también, con el tiempo, he ido masticando los hechos con una perspectiva distinta. Y aquí no estoy hablando de arrepentimiento ni nada por el estilo, sino de que yo era distinto el 2001 a como soy ahora, sentía las cosas de otra manera. Ahora tengo una mayor tranquilidad, una mayor madurez, con el tiempo se van desvaneciendo ciertos temores que uno tiene. Si esto hubiera pasado ahora, habría estado mucho mejor preparado y estoy seguro de que mi reacción hubiese sido completamente distinta. No sé, a lo mejor habría abrazado a Lemebel en el estudio y efusivamente le hubiera agradecido ese momento que me permitía compartir con mi hermana. Él hizo un homenaje a las mujeres chilenas que estuvieron en la resistencia a través de mi hermana Carmen… (se emociona). Yo hoy me siento emocionado por lo que él hizo. Ésa sería la forma definirlo: me siento emocionado.

La mañana del viernes, cuando se supo la muerte de Lemebel, hablé por teléfono con Guillermo Muñoz, que era el editor del De Pé a Pá e inmediatamente nos acordamos de ese momento. Y dijimos “uno es muy huevón, ¿cómo podíamos ser tan tiesos y sentirnos complicados solo porque Lemebel nos había pillado desprevenidos en nuestro programa? ¡Tendríamos que haberlo abrazado ahí mismo por lo que estaba haciendo!”. Por eso me hace sentido hablar ahora de esto. Reconocer el homenaje que le hizo a mi hermana un tipo que en ese momento tuvo la valentía para hablar de lo que él quería. No le importó ni me preguntó ni se cuestionó nada: él decía lo que quería decir. Eso es meritorio, porque muchas veces a uno le gustaría decir cosas y no siempre se atreve.

Notas relacionadas

Deja tu comentario