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Cultura

12 de Febrero de 2015

La reinvención del niño maravilla del rap

A los 11 años se convirtió en la voz de la Teletón, Warner le produjo su primer disco y rapeó en Lollapalooza. Hoy MC Billeta –o Benjamín Correa– acaba de cumplir 16 años y en el anonimato de su casa en Recoleta, donde tiene una foto con Busta Rhymes, prepara en Fruity Loops su regreso a los discos. Su explosiva carrera está siendo retratada en el documental La decisión correcta.

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El lugar es como un pequeño oasis dentro de la árida zona norte de Santiago. En la pequeña Plaza Los Jaivas, inaugurada hace 10 años por la banda, un adolescente flaco y contemplativo se sienta a mirar el gran cerro que a unos kilómetros de ahí, domina La Pincoya. A veces lleva su libreta y escribe las letras que quizás formen las canciones de su próximo disco.

A MC Billeta, o Benjamín Correa cuando pasan lista en su colegio, le queda poco del niño prendido que, de la mano de Latin Bitman, rapeó el himno de la Teletón en 2010, grabó su primer disco –Pedaleando lento (Warner Chappell)–, lanzó un video clip con más vistas que la mayoría de las bandas chilenas y fue a Lollapalooza 2012 y 2013, primero solo y luego como invitado de Sinergia.
Hace unas semanas cumplió 16 años, cambió la voz, no tiene un sello detrás, no ha sacado videos, ya no está Latin Bitman apadrinándolo, ni tampoco tiene el auspicio de Adidas por el que algunos lo trataron de vendido. Pero le queda lo esencial, el freestyle de un músico original, que no es un invento de otros y sigue buscando su propio camino.

“No sé por qué me perdí estos últimos años, pero necesito mis tiempos. No me gusta andar tan acompañado, necesito estar solo, me cuesta abrirme con la gente, soy desconfiado. Ahora quiero mostrar mi evolución, lo que ha pasado en este tiempo, soy un adolescente ya. Tengo que mostrar lo que soy”, dice con la voz ronca.

CELEBRIDAD INFANTIL

Todo lo que ha escuchado en su vida es hip-hop. Benjamín nació en el seno de una familia de raperos. En su casa las fotos de él y sus hermanos cantando en recitales hegemonizan la iconografía familiar. En el living, al centro de un librero, como un trofeo, Billeta está sobre los hombros del actor y rapero estadounidense Busta Rhymes, en pleno concierto en Santiago en 2009.

Fueron sus hermanos los que le mostraron ese mundo. El mayor empezó con el tema del hip-hop y aunque no rapea, representa a los menores. El del medio, Daniel o MC Niel, partió a los 11 años y es un conocido rapero de la zona norte que trabaja con Anita Tijoux. Cuando Benjamín tenía 4 años ya lo imitaba y acompañaba a las tocatas. Benja aprendió a hablar en clave rap y a escribir en rimas de manera natural: se sentaba en la mesa y anotaba en servilletas sus primeras ideas. De esas servilletas viene el nombre MC Billeta.

“Cuando era chico cantaba sobre harta pista rápida, un rap bien noventero, con harto salto. Quería expresar lo que uno tiene en el cuaderno y prender a la gente. Me gustaba Vico C, Method Man y Busta Rhymes, agarraba los casetes y doblaba las canciones de ellos mirándome al espejo. Teníamos amigos que hacían maquetas, grabábamos música y la hacíamos circular en las tocatas”.

Su emergente carrera en el underground local terminó el día en que Latin Bitman se topó en Internet con algunos de sus registros en vivo y lo invitó a participar en el himno de la Teletón 2010. Después de eso sacaron el disco. “Ahí empezó mi carrera”, dice Billeta.

De ahí en adelante, se convirtió en una suerte de estrella infantil con sello, tocatas y video clips, como el del corte la canción “No, no, no”, que tiene casi 300 mil vistas en YouTube y fue grabado en su propio colegio, el Dra. Eloísa Díaz, con sus amigos y compañeros de 6to. básico. Su vida cambió en un par de meses.

“Mis compañeros me felicitaban por la canción de la Teletón, pero me seguían viendo como su compañero. A mí igual me ponía incómodo, pero seguí con mi vida normal. Me va bien en el colegio, nunca he fallado, aunque sea difícil por las grabaciones y los ensayos. El año pasado empecé con eventos en días de semana, pero me devolvía al tiro a la casa. A mí me gusta rapear nomás, disfrutar con la gente, no necesito otras cosas para pasarlo bien”.

BILLETA DOCUMENTAL

En 2011 el audiovisualista Maximiliano Rojas estaba escuchando la radio Uno mientras pintaba su departamento. Sonó Billeta y luego lo presentaron como el fenómeno infantil del rap. “Dije ‘oh qué raro, no sonaba como niño’, pero seguí pintando y no le di importancia”, recuerda. Días después con su compañera de la UNIACC, Fernanda Marín, fueron al Subterráneo a escuchar a Latin Bitman. Ahí apareció Billeta y dejó la zorra. “’Éste es’, le dije a la Feña y ella me dijo que teníamos que ubicarlo”, agrega.

Así fue como Maximiliano y Fernanda –cineasta ganadora de In-Edit con Más que el doble (2009), documental sobre el imitador de Elvis, Marcelo Rossi– comenzaron a seguir con una cámara los pasos de Benjamín hasta el día que tocaría en Lollapalooza en abril de 2012.

“Tenía un manager y agente de prensa, porque era un niño y tenían que protegerlo de los programas como Yingo y eso. Nos dijeron que sí y nos fuimos de vacaciones con su familia a Lota. Después seguimos con todos sus ensayos, clases de canto, entrevistas, hasta sus cumpleaños. Y seguimos después de Lollapalooza, que era la idea original. Lo vimos crecer”, cuentan.

El estreno del documental La decisión correcta –título de una canción con su hermano Niel en el disco de Dj Dacel–, está proyectado para el In-Edit a fin de año. Aunque está terminado, los cineastas siguen filmando la vida de Billeta colaborando con otros hiphoperos y grupos como Sinergia, donde toca uno de sus vecinos, Paul Eberhard, DJ Panoramix. De hecho volvió a Lollapalooza en 2013 de la mano de Don Rorro y también de Los Plumabits.

Es el registro de la irrupción y ascenso de un artista infantil fulminante, que se para sobre escenarios masivos como en el Día de la Música ante 60 mil personas y sale jugando, pero que se va encontrando consigo mismo y empieza a descubrir su vida ya no como un juego, sino como la de un músico que vuelve a partir de cero.

“ESTO NO ES UN GUETO”

Benjamín se sienta en las baldosas del antejardín de su casa. Por el pasaje pasan abuelitas con la bolsa del pan, mamás con coches, trabajadores cansados. Sus vecinos saben quién es y admiran lo que ha logrado, pero Billeta está lejos de ser el emperador del barrio. Es un cabro sano. En su casa, la mamá la lleva e incluso fue su manager. También tiene buena relación con su papá, jefe de aseo en un conglomerado radial donde a Billeta más de alguna vez lo han entrevistado.

Al frente de su casa hay una cancha de fútbol, el bien cuidado Estadio Chacabuco. Ahí se juegan algunos clásicos amateur con equipos de Recoleta, Independencia y Quilicura. Se llena los fines de semana. De repente hay sus peleas, como en cualquier cancha de fútbol. A Benjamín le gusta la pelotita.

A pesar de los estigmas televisivos y la filmación en la plaza Los Jaivas de películas sobre el margen social como Azul y Blanco o capítulos delincuenciales de la serie Prófugos, no es un barrio peligroso. Billeta llegó en 2008 y dice que los vecinos se respetan, que solamente para las celebraciones se escuchan balazos.

“Esto no es un gueto, aquí vive gente común y corriente, es un sector tranquilo. Antes vivía en otro barrio pero a los cabros les gustó la volá de ser flaites, de andar con pistola, de la pasta. Yo me junto con locos de la onda mía, nunca me han gustado esas volás”.

Tampoco le interesa incorporar la política a su discurso (“porque no cacho mucho”) ni intervenir en disputas más pequeñas: “No me quejo de otros raperos, no me gusta toda esa cuestión conflictiva ni andar en cahuines, que si se vendió, que rapea mal. Hay gente que canta de política y lo hace súper bien, yo quiero hacer la mía, hacer mis shows donde la pasen bien, no donde estén todos abajo. Me gusta interactuar con la gente”.

Esa vida la tiene en el Jamaica y en el Black Roots, emblemas de la música negra en Recoleta y donde Billeta también ensaya. También en su barrio, cuando hace beneficios. En esos lugares comparte tanto con raperos de su zona, como Lechero Mon, Portavoz o los Morteros Crew, como de la zona sur, como Camilizy, Jonas Sanche y Hordatoj del conglomerado La habitación del pánico. “El rap está potente, no hay rivalidades. La música es unión”, dice.

Ahora prepara disco nuevo, como si nunca hubiese sido una estrella infantil. Cuando no le llegan bases de sus amigos, él mismo las trabaja en Fruity Loops y está anotando nuevas letras en sus cuadernos porque las de Pedaleando lento representan la vida del niño que ya dejó de ser. Aunque no del todo. “El tema de los contratos y las lucas las ve mi hermano, a mí no me interesa. Me preocupa el show, mantener a la gente bailando, y lo demás vendrá después”.

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