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Nacional

16 de Febrero de 2015

Huelga en la cota mil: Las acusaciones del sindicato del Colegio Nido de Águilas

La semana pasada se hizo efectiva la huelga de los docentes del establecimiento educacional con la mensualidad más cara de Chile. Una de las principales demandas se refiere a la discriminación de la que dicen ser parte los profesores entrevistados en el país en comparación con los extranjeros, quienes ganan hasta 107% más. Lo mismo sucede con los bonos y con las becas para los hijos de los funcionarios: para unos fueron canceladas el 2002 mientras el otro grupo recibe beca completa. Además acusan un trato despectivo y cláusulas abusivas de parte de la gerencia.

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nido de aguilas

El viernes, uno de los días más calurosos de estos dos meses, profesores chilenos y extranjeros protestaban afuera del exclusivo Colegio Nido de Águilas. A las 10 de la mañana en los cerros de Lo Barnechea el sol pegaba fuerte. Los manifestantes se protegían con paraguas y bloqueador solar mientras agitaban carteles y pancartas denunciando discriminación entre los salarios de unos y otros docentes. Sucede, explica Ramnsey Lawrence, profesor de historia y presidente del sindicato, que aunque todos son contratados en Chile, algunos fueron entrevistados en el extranjero. Son ellos quienes ganan incluso el doble que sus colegas entrevistados en el país, alcanzando sueldos de casi dos millones y medio. “Se merecen cada peso que ganan”, aclara Lawrence, pero agrega que “hay trabajadores que cumplen la misma función, desarrollan el mismo cargo y en términos de salarios mensuales nos pueden superar hasta por 107%”. Junto a eso denuncian que desde que se inició la negociación colectiva su contraparte, liderada por el gerente general Gonzalo Blanc, los ha tratado de forma despectiva y ha incurrido en prácticas desleales. Una de ellas, acusan, es intentar poner a los apoderados contra la movilización al decirles que de ceder a las demandas, se les aumentará en un 45% la cuota mensual.

Capeando el sol como pueden, los profesores se exaltan, aumentan los gritos y los aplausos cada vez que un auto les toca la bocina en señal de apoyo. En su mayoría son vehículos de una construcción aledaña y uno que otro vecino. Pero no todos comparten las demandas del sindicato. En el grupo comentan que el día anterior una apoderada les tiró el auto encima. Lo atribuyen a un correo electrónico en que el colegio informa que el petitorio de los funcionarios significará un aumento de un 45% de las mensualidades que van entre los $689.000 y algo más de un millón de pesos en el caso de los extranjeros, que componen cerca del 50% de los estudiantes. Lawrence niega que los costos de sus demandas se traduzcan en esas cifras. Dice que el sindicato aceptó el aumento salarial del 2,5% ofrecido por la empresa, pero que no llegaron a acuerdo en el tema de la equidad salarial. Asegura que están dispuestos a que la paridad sea de forma “paulatina y gradual”, pero que no existe voluntad de parte de la gerencia. “Se negaron tajantemente a dar un bono anual que equipare con el que reciben nuestros colegas entrevistados en el extranjero”, dice y recuerda que esa es otra de las diferencias entre unos y otros: los bonos anuales llegan a una diferencia del 246%.

Eso no es todo. Lawrence cuenta que hace tres años estaba conversando con un amigo que había sido entrevistado en el extranjero que le comentó que no pagaba por tener a su hijo en el colegio. “Yo tuve que ocultar mi cara de shock”, dice. El año 2002 el colegio había cancelado todas las becas para los hijos de funcionarios. A cambio, les permitieron no pagar la cuota de incorporación, que alcanza unos seis millones de pesos. “En mi ingenuidad yo pensé que el tema de las becas había sido una política institucional de que no iban a becar a más personas, pero vemos que los que llegan a Chile en su primer año tienen a sus hijos completamente becados”. El colegio, sin embargo ofreció 60 becas completas para todos los trabajadores del colegio, a lo que Lawrence responde que alcanza apenas para los 113 profesores, secretarias y enfermeras pertenecientes a su sindicato.

Así, entre datos que algún colega iba entregando, se enteraron de las diferencias entre un grupo y otro; hasta que el 1º Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago ordenó en enero que el colegio diera a conocer las liquidaciones de sueldo de julio del año pasado, además de otra información relevante para la negociación. Eso sí, recuerda Lawrence, no se les permitió fotocopiar nada, sólo tomar notas. También en enero la gerencia aprovechó para entregar un bono a todos los trabajadores no sindicalizados y ofrecieron beneficios exclusivos a quienes aceptaran el contrato colectivo.

Otro punto que el sindicato consideró inaceptable fue la cláusula 21 del contrato ofrecido por la gerencia. En ella se lee que “durante la vigencia del presente Contrato Colectivo no se podrán formular a la empresa peticiones, proyectos de contrato o convenio colectivo, ni planteamiento alguno que, directa o indirectamente puedan dar lugar a negociación colectiva, conflicto o dificultad alguna, sea en materia de carácter económico, social, modalidades de trabajo o de cualquier otro orden o naturaleza”. Al interior del grupo señalan que como aún no se aprueba la Reforma Laboral, ven en este tipo de cláusulas un intento por ingresar medidas abusivas a los contratos antes de que la ley entre en vigencia. De hecho, y como es común en las grandes negociaciones colectivas, Lawrence tiene conocimiento de que existe un grupo negociador paralelo: “Me parece que son una treintena de personas”.

Para Lawrence no ha sido fácil. Es ex alumno del colegio y su hija cursa la enseñanza media también ahí: “Amamos esta institución, pero ha habido una tozudez del otro lado, nosotros lo único que queremos es volver a clases”. El colegio, compuesto en gran medida por alumnos extranjeros, funciona con el calendario norteamericano. Debían comenzar su segundo semestre el 16 de febrero, pero, en una medida por palear los efectos de la huelga, cambiaron el ingreso para el 3 de marzo.

Lawrence recalca que estas medidas no son usuales y se han dado sólo en el marco de la negociación colectiva; y aunque dice que la relación con Blanc solía ser cordial, al interior de la huelga comentan que el gerente se comporta “como un verdadero patrón de fundo”. Lawrence no usa esos términos, aunque recuerda que de diez reuniones que han tenido con las autoridades del colegio, sólo en cuatro participó el rector. “Y el equipo que lideró la negociación tuvo un trato muy descalificatorio con la directiva. A una de las dirigentes se le trató de inmadura. En la última reunión se nos dice que somos unos malagradecidos, que estamos mordiendo la mano que nos da de comer. Nosotros somos seres humanos con dignidad, y creemos que no podemos recibir ese trato vejatorio”. Agrega que si bien están dispuestos a encontrar una solución, creen que debe estar presente el rector: “Es una persona muy capaz e inteligente, y queremos que vuelva a la mesa de negociación. Pero el trato a los dirigentes sindicales tiene que cambiar de tono. Nosotros exigimos respeto, lo merecemos. No puede ser que se nos diga que somos casi unos animalitos que muerden la mano que les da de comer”, dice Lawrence antes de volver al grupo de manifestantes, donde lo esperan con un vaso de agua y le toman fotos: “¡Viva mi presidente!”, le gritan mientras lo aplauden entre risas.

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