Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Poder

13 de Marzo de 2015

Yo, Pablo Wagner

Encontramos el anuario de Pablo Wagner en el colegio Sagrados Corazones de Alameda. Dicen que en la adolescencia se perfila la personalidad de lo que seremos cuando adultos. Por eso siempre hay algo en la juventud que suele condenarnos. “Filo”, como llamaban a Wagner por su extrema altura y delgadez, fue un gran deportista, extremadamente competitivo, un tanto arribista y egocéntrico. Abajo, la página original de la publicación del año 87. A continuación, una reseña elaborada con testimonios de compañeros que cuentan cómo era el ex subsecretario de minería de Piñera, mucho antes de caer preso en el anexo cárcel Capitán Yáber.

Por

yo,-pablo-wagner

yo,-pablo-wagner1

EL CLUB DE LOS BUITRES
Pablo Guillermo Wagner San Martín, un mozalbete alto y delgado al que todos llamaban “Filo” desde quinto básico, decidió cambiar la etiqueta de un jeans marca “chancho” por una Levi’s. El flacuchento estudiante cursaba la enseñanza media en el colegio Sagrados Corazones Alameda, a mediados de la década de los 80’, y su actitud no pasó inadvertida entre sus compañeros.

El ejercicio de piratería del adolescente es recordado por algunos como parte de la esencia del entonces estudiante. Wagner, como buen alumno que era, siempre aspiró a más. Fue un deportista destacado -jugaba voleibol- y recibió al momento de su egreso, en el año 1987, el premio “Colegio Sagrados Corazones” como mejor representante de los valores entregados por el establecimiento. Cualidades que sus propios compañeros destacaron en el anuario escolar y que marcarían su perfil de espécimen de alto rendimiento, apto para la competencia: “Se ha caracterizado por ser el primero en todo: en aparecer, en hablar y dirigir”. Su frase típica, según la publicación, resultó ser una solitaria palabra: “Yo”.

Wagner San Martín, hoy recluido en el anexo cárcel Capitán Yáber por los delitos de cohecho y lavado de activos en el denominado caso Penta, nunca fue un tipo acostumbrado a perder. Algunos compañeros recuerdan que cuando se sacó su primer rojo armó un escándalo. El profesor de Castellano, Alberto Jaramillo, espantado al verlo llorar y golpear la mesa, le habría dicho: ¡compórtese como un hombre!

“El Filo” vivía casi al lado del colegio, en calle José Miguel Carrera, en pleno centro de Santiago. Hijo de padre alemán, siempre tuvo claro qué quería estudiar y dónde: ingeniería comercial en la Universidad Católica. Aspiración que cumpliría sin problemas años más tarde. Sus compañeros lo recuerdan en el anuario como un “activo miembro del cuerpo de paracaidismo”, en alusión a sus aterrizajes sin invitación a algunas fiestas donde se caracterizaba por “bolsear”cigarrillos. También como miembro del “club de los buitres”, un grupo de alumnos expertos en machetear comida en los quioscos del colegio.

Por aquel entonces, mediados de la década de los ochenta, los Sagrados Corazones de Alameda, hermano pobre del colegio ubicado en Manquehue, estaba plagado de hijos de oficiales de la armada y la marina. Allí estudiaron el hijo de Manuel Contreras, “Mamito”; Carlos Bombal, formalizado en el mismo caso que Wagner, y el fundador de la UDI Jaime Guzmán. Se rumoreaba que había inspectores que pertenecían a la CNI y uno de sus ex subdirectores fue el sacerdote Horacio Spencer, confesor de Pinochet y ex capellán del ejército.

La impronta del colegio tenía ciertos ribetes milicianos. Un ex alumno recuerda que a veces castigaban a los desordenados ubicándolos descalzos, a pleno sol, en el patio del recinto. Muchos estudiantes partían a las escuelas premilitares antes de terminar el cuarto medio. Pero Wagner se quedó hasta finalizar la secundaria y pertenecía al grupo de los privilegiados. Cuando pasó a cuarto medio alcanzó el mayor cargo que un estudiante podía obtener: Brigadier Mayor. Algo bastante inusual para un establecimiento de carácter religioso, dependiente del arzobispado de Santiago.

El Brigadier Mayor, por regla general alumno de cuarto medio, era el que presidía el cuerpo de brigadieres que se repartían entre distintos alumnos del colegio. Generalmente estaban a cargo de los cursos menores, los llevaban a paseos, enseñaban a marchar y encabezaban los desfiles. Al mismo Wagner sus compañeros, a propósito de su cargo, lo describen como amo y señor de sus “comandantes y subcomandantes”. Su lema, bromean en la publicación, sería “Yo Dominus Tutis”.

-El cuerpo de brigadieres es una institución de gran tradición, y como dice nuestro estatuto, es uno de los pilares fundamentales para mantener y acrecentar el espíritu y cariño por los SS.CC- escribe el mismo Pablo Wagner en una carta de despedida publicada en el mismo anuario.

Al comienzo de la misiva el joven reflexiona: “Han pasado los años y hemos llegado al final de una etapa hacia la formación como individuos íntegros”. Hoy, Pablo Wagner tiene 44 años y comparte la misma celda con Jorge Tocornal, condenado por abusos sexuales, y el estafador Luis Miguel Casado. Atrás quedaron sus años dorados de escolar exitoso.

Notas relacionadas