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Opinión

29 de Marzo de 2015

Patricia, hija de Santiago Nattino: “No pudieron arrebatarnos las ganas de seguir viviendo con alegría”

Santiago Nattino era publicista, pero antes, era artista. Se especializaba en el dibujo y así apoyaba campañas como la de Allende y la del Banco del Estado. El pato que hoy vemos en la tele, fue originalmente su creación. Fue secuestrado el 28 de marzo por su militancia en el Partido Comunista y porque la imprenta de la AGECH (Asociación Gremial de Educadores de Chile), estaba su nombre. Los agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros, asumieron que ahí se imprimiría el reportaje que develaba las torturas y vejaciones sufridas por Manuel Guerrero en 1976. Tenía 63 años, una esposa y dos hijos cuando apareció asesinado dos días después. Su hija Patricia recuerda la vida y obra de su padre a 30 años del Caso Degollados: "Nuestra memoria ha guardado cada instante, cada palabra y cada imagen. Es terrible no poder olvidar ni por un solo día todo aquello que vivimos. Se llevaron a nuestro padre y nos lo devolvieron sin vida, con una violencia extrema que a pesar de todo no logró ahogar nuestros sueños, ni pudo arrebatarnos las ganas de seguir viviendo con alegría".

Patricia Nattino
Patricia Nattino
Por

Santiago Nattino (1)

*

Cuando mataron a mi padre tenía 19 años y el corazón lleno de sueños. Cuando pienso en él veo colores, pinceles, recortes, papeles, dibujos y muchas ideas. Él sumergido en su trabajo en medio de materiales y libros, la música y su mirada juguetona y casi infantil que no escondía su felicidad por estar realizando lo que amaba. Era un hombre que amaba su trabajo, dedicaba casi todo su tiempo a sus proyectos gráficos y a la pintura, a crear a través de las líneas y el color un sinfín de otras cosas .Un hombre muy culto y de pocas palabras, cauto y muy respetuoso, juguetón y amigo de todos, tenía una inmensa sensibilidad y una especial percepción de las cosas.

Le gustaban mucho las películas de Chaplin, ese es uno de mis recuerdos favoritos y una de las cosas que he repetido con mis hijos, ver esas hermosas películas que no son solo imágenes mudas que te arrancan un sinfín de sentimientos, sino un gran mensaje para todas las generaciones.

Le gustaba ir a la playa, adoraba el mar, es por eso que sus cenizas fueron arrojadas allí. Ir al norte en carpa y vivir las vacaciones de una manera simple pero muy intensa. Le gustaba ir a ver las carreras de bicicleta donde podía recordar su juventud y revivir en los atletas el ciclista que se había quedado en su corazón. Le gustaba salir a caminar, leía mucho, distintos géneros: arte, política, novelas. El Larousse que estaba siempre sobre la mesa, bastaba abrirlo y buscar una palabra, cualquiera fuese sabía siempre el significado. Le gustaba mucho la música clásica que lo acompañaba siempre en la lectura.

La televisión no le gustaba, la llamaba “la cajita de los tontos”. La veía sólo en contadas ocasiones, para los noticiarios y cuando veíamos a Chaplin o el box que era un deporte que le gustaba mucho, una cosa difícil de entender para mi porque era un hombre pacífico y tremendamente bonachón.

El Parque forestal nos acogió como familia por años y mis recuerdos están llenos de imágenes de gente que paseaba en el lugar, de artistas y artesanos que nos hicieron vivir una niñez muy cercana al arte y las relaciones humanas de un valor incalculable .

La verdad y el respeto eran los valores más importantes para él, los hacía presente siempre que podía. Su creatividad nos la transmitió con sus genes , y nos inculcó el deber moral de dedicarnos con amor a cada cosa, y a hacer siempre las cosas bien hechas. La coherencia en cada uno de nuestros actos, y el amor por la lectura, una de las cosas fundamentales en su vida, nunca vi a mi padre sin un libro entre sus manos.

Cuando recibes el don de la creatividad, la fantasía y el amor por las cosas bellas, creo que es el destino el que te lleva al lugar indicado. Su alma estaba llena de talento. Su fantasía, su imaginación y sus ganas de vivir hicieron que a través de sus afiches le gritara al mundo lo que el mundo necesitaba escuchar.

Santiago Nattino (2)

Los afiches o carteles son un documento histórico, presentan temas de discusión, publicitan un evento, un momento importante. Son un llamado de atención para quien lo ve, lo escucha o lo lee. Santiago Nattino era un artista, y un artista tiene el deber moral de comunicar con la gente, ponerse a su disposición para poder, a través de él, comunicar aquello que necesita hacer saber a los demás. Él era capaz de esto y mucho más. Su sensibilidad lo llevó a interpretar un sinfín de temas y problemas de actualidad. Sus dibujos y sus afiches llegaron muy hondo y quién sabe si esto fue una provocación para sus verdugos.

Mi padre recibió con solo 25 años un premio de las Naciones Unidas, difícil de obtener considerando que participaban artistas gráficos de todo el mundo. ¡Representó a Chile ganando el primer lugar!

El pato del Banco Estado (llamado entonces Banco del Estado) es otra de sus creaciones. El año 1954 lo diseñó para una campaña que fomentaba el ahorro en los chilenos. Realizó Afiches para la FISA, Universidades y muchas otras actividades. Realizó afiches para la campaña de Salvador Allende y luego continuó con afiches que promovieron su gobierno. Colaboró con El Siglo clandestino y sus dibujos fueron utilizados por muchos años. Creó portadas para los libros de muchos escritores de la época, entre los que se encontraba Manuel Guerrero padre. Realizó logotipos para distintos organismos e instituciones públicas y privadas, y sus últimos trabajos fueron dedicados a la pintura.

Mi padre trabajaba frente a la Moneda, en el SAG, (Servicio Agrícola y Ganadero), por lo que el 11 de septiembre pudo presenciar el bombardeo y gran parte de las atrocidades cometidas por los militares y las Fuerzas Armadas. El miedo y la desolación ante tanta aberración humana seguramente hirieron su alma noble y le hicieron intuir lo que vendría para Chile y su gente a partir de ese momento.

Yo tenía solo siete años para el Golpe. Mis hermanos 11 y 16. Mis recuerdos son muy vagos, se quedaron en mi memoria las imágenes de aviones que volaban muy bajo y muchos helicópteros, milicos por todas partes y mucho movimiento. Para esa época vivíamos cerca de la Escuela Militar. Recuerdo a mi madre muy preocupada, nos hacía entrar a la casa disimulando su miedo y su terror de que algo nos pudiera pasar.

Llevo muy grabada en mi mente la imagen de un tanque frente a la Moneda rodeado de milicos que nos apuntaron. Estaba con mi madre pocos días después del Golpe. Me había llevado con ella cuando desesperadamente buscaba encontrar a alguien que le diera noticias de mi padre que en ese momento estaba preso en el Estadio Nacional.

Seguramente después de lo vivido, entre las aberraciones, los atropellos y la crueldad extrema que se vivía cada día, y después de sentir que una parte de su ser se había transformado para siempre por culpa de lo vivido, se decidió a formar parte del Partido Comunista, para poder desde su trabajo gráfico apoyar la causa en contra de la dictadura. Su labor política se relaciona siempre con su trabajo gráfico, y a la Vicaría llega para hacer afiches relacionados con los derechos humanos.

Santiago Nattino (7)

No éramos ni somos una familia militante. Y él nunca comentó nada acerca de lo que hacía o de cual era su participación política en aquel tiempo, sólo a mi madre le contaba algunas cosas y si lo hizo así fue porque quiso protegernos y tenernos alejados de cualquier peligro. No creo que haya tenido una participación activa en al momento de su muerte, porque el último tiempo de su vida lo había pasado muy mal por un problema grave al corazón, fue operado de urgencia pocos meses antes de su muerte y la convalecencia fue bastante larga.

La dictadura hizo que perdiera su trabajo, y de ahí para adelante todo se hizo muy difícil. Su dolor era profundo y entró en una depresión que trataba de disimular a través de sus trabajos y sus nuevas ideas. Cuando la salud volvió a su cuerpo salía de paseo al centro, a encontrarse con amigos y los sagrados miércoles en la Plaza de Armas a cantar junto a mucha gente el himno nacional, como protesta al régimen militar.

A pesar de todo siguió trabajando en sus nuevos proyectos, creando sueños de colores que le fueron arrebatados para siempre el día que lo mataron.

Fue un gran admirador de Salvador Allende, trabajó para él en su campaña electoral y en su gobierno. Leía con admiración a Neruda y otros escritores de la época. Admiraba a actores, músicos y artistas gráficos como Mori, Baño, Goldmann, Di Girolamo. Eran sus amigos, como también lo eran algunos personajes de la política del momento. Recuerdo siempre sus palabras en cuanto a los políticos: “Éramos amigos a pesar de tener ideas diferentes en muchas cosas. Compartíamos almuerzos y hacíamos una vida juntos. La política es diálogo, es el arte de saber organizarse socialmente. La política es la capacidad de ponerse en discusión ante la vida y los problemas que hay que solucionar para el bien común de la sociedad en la que estás insertado”.

A mi madre, Elena Reyes Carrasco, la conoció el 1949 en una exposición de afiches publicitarios para Ferrocarriles del Estado donde él había ganado el segundo lugar. Ella se interesaba mucho por el arte y el movimiento artístico de la época. Era joven, tenía nueve años menos que él, así que tenía 19 años en ese momento. Siempre que podía visitaba exposiciones de todo tipo. La pintura la atraía particularmente, como el teatro, el ballet y otras disciplinas.

Santiago Nattino (6)

Fue amor a primera vista frente a aquel afiche que hablaba del turismo. Desde ese momento nunca más se separaron. Siguieron visitando inauguraciones y todo lo que tenía que ver con teatro, pintura, gráfica y música. Y de esta forma se relacionaron con el medio artístico de entonces, donde mi padre ya formaba parte. A su taller llegaba mucha gente, y ella compartía con él su pasión por el arte y todas sus disciplinas.

Cuando se conocieron ella era secretaria en un bufete de abogados, estudiaba y trabajaba. Después de obtener su título de estudios trabajó como contadora en el Hospital San Juan de Dios en Quinta Normal. Siguió en esto por años, trabajando también para la Peugeot en Providencia. Era una mujer sencilla y culta, hablaba un perfecto inglés. Estudió italiano cuando nosotros estábamos en el colegio, y eso le bastó para comunicarse sin problemas cuando me visitaba en Italia. Amaba la lectura y la historia, sobretodo la greca, conocía muy bien su mitología y todo lo que tenía que ver con el viejo continente fue siempre de interés para ella.

Cuando detuvieron a mi padre ella trabajaba en un pequeño negocio de artesanías de su propiedad. Violentamente su vida cambió, le arrancaron el corazón y el alma, y tuvo que asumir hasta los huesos un rol social y político que jamás habría podido imaginar. Inmediatamente después de saber del asesinato de nuestro padre, nos reunió a los tres y nos dijo que sería ella la que asumiría todo lo que venía detrás de esta horrenda tragedia. Temía por nuestra seguridad y nos pidió que la dejáramos hacer esto sola, y que nos concentráramos en obtener nuestros títulos de estudio y ser buenos en lo que habíamos decidido hacer en la vida.

Fue una tarea difícil, no sabía qué hacer ni qué decir, pero eso no le quitó las fuerzas para seguir con la bandera en alto por quien había sido su compañero en la vida por tantos años y el padre de sus tres hijos. Tenía que exigir justicia por la muerte de Santiago. Y a pesar de la soledad en la que se encontraba y la ignorancia de cómo moverse en un ambiente con el que nunca había tomado contacto, se hizo más fuerte de lo que era y asumió que su compromiso no era solo con su familia, lo era también con el país entero. Chile no podía seguir soportando más muerte.

Hizo todo lo que estuvo a su alcance, muchas veces desolada y temerosa por no saber si estaba haciendo bien las cosas. Sin ayuda de nadie siguió en la lucha sufriendo mucho con todo y en silencio siguió su camino, hasta que un día sus fuerzas se agotaron y decidió dejarnos en un día de julio del 2007.

Durante cada uno de estos años en el mes de marzo se intensifican nuestros recuerdos y nuestra herida derrama mucho dolor y ausencia. Ye hemos llegado a los 30 años. Nuestra memoria ha guardado cada instante, cada palabra y cada imagen. Es terrible no poder olvidar ni por un solo día todo aquello que vivimos. Se llevaron a nuestro padre y nos lo devolvieron sin vida, con una violencia extrema que a pesar de todo no logró ahogar nuestros sueños, ni pudo arrebatarnos las ganas de seguir viviendo con alegría.

Ha sido difícil, pero muy importante combatir contra el dolor, seguir adelante a pesar de todo y demostrarle a los chacales de la dictadura que el horror que quisieron implantar en nuestras vidas no pudo con nosotros. Crecimos sin un padre, nuestros hijos no tienen a su abuelo, mi madre se consumió en el dolor y esta desgarradora historia provocó en nosotros un vacío inmenso.

Santiago Nattino (8)

Han pasado 30 años, y después de tanta lucha y sufrimiento nada ni nadie le devolverá la vida a Santiago, a Manuel y a José Manuel, nadie nos devolverá a nuestro Padre. Han pasado 30 años y Chile tiene que asumir de una vez por todas el gran peso de su amarga historia, para poder mirar de frente al futuro y construir sobre la base de la verdad un nuevo camino.

Cada día de estos 30 años hemos rendido homenaje a nuestros muertos. Y mi padre está todo el tiempo en nuestro diario vivir. El 30 de marzo de cada año es para mí un recordatorio, un revelarse contra la muerte y la injusticia. Han pasado 30 años y Chile sigue teniendo tantas heridas abiertas y muchas deudas pendientes.

* Este texto fue construido a partir de una entrevista con Patricia Nattino realizada por la periodista Melissa Gutiérrez.

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