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Cultura

3 de Mayo de 2015

Javier Cercas, autor de El Impostor: “Enric Marco es una bestia asombrosa”

En su último libro, el escritor español intenta contar la verdad sobre la vida de Enric Marco. Un catalán que durante años se hizo pasar por un deportado de la Alemania de Hitler, fingiendo ser un sobreviviente de los campos nazis. El fascinante relato de Cercas explora las razones por las que un hombre con una vida común y corriente se inventó una vida de héroe. Aquí, el autor nos cuenta sobre su viaje con este personaje que lo obsesionó, habla de cómo logró escribir un libro que parecía imposible. Ahonda además, en su relación con este impostor que incluso llegó a admirar, sobre los miedos más profundos que enfrentó al reconocerse en Marco y dispara contra lo que llama la “industria de la memoria”.

Isabel Caro Martínez
Isabel Caro Martínez
Por

Javier Cercas oK

En El Impostor, una novela sin ficción saturada de ficción -como él mismo la ha definido-, Javier Cercas, retrata la vida de Enric Marco. Un barcelonés que fingió ser durante años una víctima del Holocausto. Su genialidad para tejer un sinfín de mentiras lo llevó incluso a presidir la Amical de Mauthausen, asociación que agrupa a las víctimas de los campos nazis en España. Así, dio centenares de charlas y discursos sobre los derechos humanos y sobre su paso por Flossenbürg. En el libro, Cercas no sólo desentraña las otras tantas mentiras de la vida de este hombre, sino que además, él mismo se convierte en un personaje fundamental que se expone ante los lectores, contando sus temores y demonios. El autor intenta reconciliar a Marco con su realidad e insiste en que todos somos como él. “Marco es una hipérbole monstruosa de la impostura, y nos fascina porque todos tenemos un pequeño Marco dentro”.

¿Cuáles fueron los miedos que enfrentaste y superaste al escribir este libro?
-Bueno el primero es no salir adelante, porque muchos habían dicho que este era un libro imposible, Magris, Vargas Llosa. Yo tenía muy claro que sólo podía escribir este libro si contaba la historia verdadera de este hombre, poniéndola a batallar con sus mentiras, con sus ficciones. Entonces claro, desenmarañar lo que había de verdad en medio de tantas mentiras parecía imposible. Además sabiendo que Enric Marco es un mentiroso genial. Y después el miedo fundamental es: ¿Qué hay de este hombre en mí? ¿Por qué este hombre monstruoso que ha mentido sobre el crimen más brutal de la historia de la humanidad me intriga?

Este libro no sólo habla de Enric Marco, también nos hace preguntarnos sobre nuestra propia historia y cómo todos de alguna forma vivimos de imposturas…
-El libro efectivamente lo que cuenta es eso, cómo en este hombre de algún modo estamos todos, empezando por mí, siguiendo por ti y todos los demás. Entonces eso no es agradable, por eso este libro, es un libro incómodo.

¿Cómo qué cosas encontraste de Marco en ti?
-Todo, o casi todo.

¿Cómo qué?
-Como todo. Un ejemplo muy sencillo, muy elemental. Por qué este hombre hizo eso ¿Cómo es posible que alguien cometa esta atrocidad? Y bueno no hay una respuesta, porque las novelas no dan respuestas claras, nítidas, ni taxativas. Pero este hombre hizo lo que hizo para que le aceptaran, para que le quisieran, por lo mismo que tú te dedicas al periodismo y yo me dedico a escribir novelas. Marco es una hipérbole monstruosa de la impostura, y nos fascina porque todos tenemos un pequeño Marco dentro.

En el libro dices constantemente que la ficción salva y la realidad mata. Y la verdad de Marco te llevó a reconocerte a ti mismo. En ese sentido el escribir este libro ¿te libera o te condena?
– Sí, ese es uno de los leitmotiv que recorren el libro de principio a fin. Esto es lo que nos une a Marco. Yo siempre cito un verso de T.S Eliot que dice “human kind cannot bear very much reallity”. Marco es una metáfora de esto, él hace como Don Quijote, que es un señor al que la ficción le salva. Alonso Quijano es un pobre hombre, un desgraciado que vive en La Mancha y que se salva convirtiéndose en Don Quijote. A Marco le pasa lo mismo. Su madre estaba loca, él ha nacido en un manicomio, ha perdido una guerra, ha pasado 30 años metido en un cuchitril, haciendo de mecánico. Y decide construir un personaje que se llama Enrique Marco, que es un gran héroe de la guerra, una víctima de los nazis, que ha sido un resistente antifranquista, y con eso se dota de un nombre nuevo. Cambia de ciudad, cambia de oficio, cambia de mujer y llega a ser secretario general de la CNT. Esto le permite llevar una vida plena, lo que pasa es que ese leitmotiv gira de significado, también gracias al Quijote.

Porque se reconcilia con la realidad…
-Claro, porque llega el intelectual Sansón Carrasco. Le derrota, le manda a casa y él dice ya no soy Don Quijote, vuelvo a ser Alonso Quijano. Cervantes lo reconcilia con la realidad.

¿Y Marco?
-Lo mismo.

¿Tú lo reconcilias con la realidad entonces?
-Intento, intento contar su verdad. Pero lo que quiero decir es que la ficción la necesitamos pero la realidad también. Es bueno tener las dos cosas bien separadas.

¿Pero qué pasa contigo al reconocerte en su verdad, su realidad?
-Eso es una buena pregunta, pero como todas las preguntas del libro la única respuesta la tiene el lector, el lector debe decidir si yo me salvo o no. O si yo simplemente soy un sin vergüenza como Truman Capote que ha saqueado la vida de este hombre, se ha comportado como un caníbal, que ha puesto por encima de todo la literatura con tal de escribir un buen libro. Bueno esto tienes que decirlo tú, yo no voy a ir más allá, pero obviamente el papel de Javier Cercas en el libro es fundamental, tan importante como el de Marco. Yo soy el every man del libro. Lo que quiero es que el lector se meta adentro. Entonces para meterlo en ese combate, tengo que empezar yo. De hecho, me lo dice Marco, ‘usted es más impostor que yo, usted soy yo’, dice al final de ese diálogo ficticio, delirante que tengo con él. ‘Usted es peor que yo, mucho peor que yo, porque usted querría ser como yo, pero ni si quiera se atreve a ser como yo, porque respeta esa mierda de la moral pequeño burguesa de la verdad y la decencia’.

El impostor

En el libro hablas de El Adversario de Carrère, de Dickens y Capote, ¿Tenías miedo de llegar a ser un Capote?, has dicho que asumiste una perversión que te torturó, por eso decidiste ser parte de la novela.
-Bueno si claro, es decir por eso mencioné ese texto de Carrère, porque no es solo un miedo al que yo me enfrentaba sino a cualquiera que escribe relatos reales. Bueno un periodista, que cuenta la historia de alguien. O sea hasta qué punto yo tengo derecho a hacer eso, hasta qué punto tengo el derecho de contar la vida de una persona, hasta qué punto no soy un caníbal, una piraña, que me estoy apropiando de alguien. Y eso yo me lo pregunto constantemente, porque creo que es muy serio. Ahí está uno de los problemas fundamentales del escritor y es que somos vampiros, vivimos de los demás… qué vampiros, somos aves carroñeras que vamos cogiendo todo de todos.

Dijiste en una entrevista que sentiste en algún punto compasión por Enric Marco, en el libro incluso afirmas que llegaste admirarlo. ¿Cómo lidias hoy ya no con el personaje, sino con la persona que conociste, con la que compartiste el proceso de escribir este libro?
-Ahora mismo no tengo relación con él. En cierto sentido con este libro me libré de él. Para eso se escribe un libro, para librarte de una obsesión, por eso es tan bueno escribir. Para mí él es hoy cada vez más un personaje, un personaje mío. Eso pasa cuando escribes novelas sin ficción. Y la persona no he vuelto a verla por diversos motivos. Él leyó el libro, lo entendió, no le gustó, porque si le hubiese gustado a él no me habría gustado a mí.

¿Pero te gustaría seguir en contacto con él?
-Lo haría encantado, te digo la verdad lo haría encantado. Es más creo que lo haré.

En el libro fantaseaste con un diálogo entre tú y Marco, en el que desentrañabas quizás tus miedos más profundos. La idea de que este impostor estuviese guiando tu investigación hacia donde él quería, de si en realidad tu libro no era pura manipulación de Marco…
-Vargas Llosa los llama los demonios, son demonios que yo exorcizo, los meto ahí para que el lector juzgue. A lo mejor así trataba de salvarme, contando toda la verdad. Este es el libro juzga tú, si soy un hijo de puta decides tú, si me salvo también decides tú. Es que eso forma parte de la mecánica del libro. No lo sé, yo creo que me pongo ahí para decirle al lector vente conmigo, soy como tú y encima tú eres como éste a quien tú consideras que es un sin vergüenza, un maldito, un canalla, un ególatra. Lo que no significa despojarlo de su responsabilidad. Él es un monstruo, él es lo que somos llevado a un extremo genial, porque es un genio. He conocido gente muy inteligente, pero como este hombre ninguno. Nunca lo conoceré más estoy seguro. Marco es una bestia asombrosa.

LA INDUSTRIA DE LA MEMORIA

Javier Cercas 2

En el libro abordas también la relación entre la memoria y la historia. Hablas sobre una industria de la memoria que la pervierte y la prostituye. ¿Cómo evitar esta confusión, esta perversión?
-Es terrible, acá en Chile hay un Museo de la Memoria… hay que cambiarle el nombre, museo de las víctimas, por qué de la memoria. Los pinochetistas también tienen memoria, los nazis también tenían memoria. La expresión no tiene sentido, es mezclar dos cosas distintas. La memoria es individual, subjetiva, es parcial y necesariamente tiene que ser así, mientras que la historia es colectiva, aspira a ser total, aspira a ser objetiva. En un determinado momento en este siglo los historiadores reivindican la memoria individual y eso es absolutamente necesario, lo que pasa es que llegamos a una especie de inflación de la memoria, una hinchazón de memoria que ha invadido todo.

Eso también aparece en el libro…
-Pero además el libro habla de cómo afrontar los pasados más negros. No puede ser que nosotros tengamos plazas que se llamen Francisco Franco. No puede ser que tengamos un monumento fascista, no puede ser que tengamos decenas de miles de cadáveres republicanos en fosas comunes. No es una cosa de derechas ni de izquierdas, es de pura decencia, de puro sentido común. Y lo que ocurre es que eso que era una necesidad se convierte en una moda, se convierte en una industria. En España se hizo una ley conocida como ley de memoria histórica, fría y apática con las víctimas y que en realidad es un instrumento político para sacar rédito de eso y la prueba es que ahí siguen los monumentos fascistas, ahí siguen las placas y ahí siguen los muertos en las cunetas. Entonces Marco además es una hipérbole monstruosa de lo que es mi país.

Hay algunas similitudes en ese sentido con Chile…
-Ojalá vosotros lo hagáis mejor, pero hay diferencias muy importantes a favor de Chile. Por ejemplo, aquí la derecha chilena que en su momento fue cómplice de la dictadura, entiendo, ha hecho una autocrítica mucho mayor que la derecha española.

Si, una parte de la derecha aquí ha asumido en algún grado…
-Piñera ¿no?

Sí, él habla sobre los cómplices pasivos a 40 años del Golpe.
-Que buena, buena expresión, eso jamás lo ha hecho la derecha española, jamás. Yo tiendo a pensar que aquí se ha hecho mejor. Hoy hablaba con esta periodista, Cecilia Rovareti, sobre por qué no cancelar el pasado, eso ya pasó, no hablemos más. Eso es un error gravísimo por un motivo fundamental, que para mí es una obsesión desde Soldados de Salamina al menos, y es que vivimos en una especie de dictadura del presente, provocada por los medios de comunicación. Porque para la radio o la televisión lo que pasó ayer ya es historia, lo que pasó hace una semana ya es prehistoria. Eso crea la ilusión de que el presente se explica solo con el presente y eso es falso. El pasado es una dimensión del presente. El pasado no pasa nunca, ni siquiera es pasado decía Faulkner.

En la presentación de tu libro, Carlos Peña, dice que tu análisis sobre Marco es superficial. Citando a Freud afirma que la constitución del sujeto se basa en la más pura ficción ¿Qué piensas?
-No, yo creo que lo que él dijo, lo que yo entendí, es que yo aceptaba, y lo acepto, es lo que dice Vargas Llosa. Y es que hay una necesidad de ficción en los seres humanos y que Marco encarna esa necesidad, la necesidad de ser otro. Y lo que yo entendí, a lo mejor lo entendí mal, es que a Peña le parecía insuficiente, no superficial, porque lo que él creía era que todos estamos hechos de ficciones, que Marco está constituido de ficciones y que él al final no sabe quién es, como si se hubiese creído su personaje. Pero yo no estoy seguro de que esto sea verdad. Al final del libro yo descubro en Flossenbürg que él ha manipulado una prueba, que él ha manipulado la lista de las víctimas, cambiando el nombre para que esté el suyo. Eso significa que él en ningún momento pierde la noción de quien es.

Claro, insuficiente en el sentido de que hay algo más profundo. Marco no sólo hizo esto para que lo quisieran, Peña habla de la impostura no para ocultarse, si no como una forma de ‘ser’…
-Vale eso es distinto, que lo de Vargas Llosa no es suficiente, claro, no basta para entender a Marco, aunque es central. Una cosa es que estemos constituidos de ficciones, que nos contemos películas a nosotros mismos, sobre todo, sobre nuestra vida, sobre nuestra madre, y otra cosa es que esas ficciones nos lleven a no distinguir nuestra realidad. Y en eso no estoy de acuerdo, aunque lo diga Freud. Bueno tal y como yo lo entendí, y por eso creo haberle refutado a Peña, la prueba máxima es que si Marco se creyera su personaje él no manipula los hechos de la realidad para que se acomodasen a su ficción, pero él lo hace, es muy consciente. Él no se extravía en un laberinto de ficciones, él sabe perfectamente quien es.

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