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Opinión

12 de Mayo de 2015

Columna: Los puritanos no construyen República

* Por más fiscales que busquen sus quince minutos ahogados en planillas Excel, por más políticos palaciegos que nos hagan la desconocida mientras coquetean con universidades lucradas, por más agoreros de la debacle que hagan eco de cualquier rumor irresponsable, pronto habrá elecciones, y entonces nos tendrán que llamar. En política, la llave son los […]

Genaro Salinas, operador político
Genaro Salinas, operador político
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voto

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Por más fiscales que busquen sus quince minutos ahogados en planillas Excel, por más políticos palaciegos que nos hagan la desconocida mientras coquetean con universidades lucradas, por más agoreros de la debacle que hagan eco de cualquier rumor irresponsable, pronto habrá elecciones, y entonces nos tendrán que llamar. En política, la llave son los votos. Los votos están en la calle, y la verdadera calle, la del trabajo diario, persistente, es nuestra. Nadie como nosotros para hacerla carne en el galletismo con cargo a la capacitación del dirigente de base, en el bus municipal rumbo al entierro del protesorero del Club del Adulto Mayor, en la remodelación austera pero digna del cité donde los vecinos esperan de nosotros, más que soluciones, construcción de diálogo ciudadano. Debemos ejecutar el programa, sin que nos paralice la histeria jurídica de quienes confunden el mundo con su escritorio.

Para operar, el sistema requiere operadores. Eso es tan cierto como que “Chile cambió” (la jefa dixit). La comunidad puede vivir sin los villancicos de Cecilia Echeñique y toda su parentela, pero no sin el encargado de armar la Navidad en la población donde más votos perdimos en la última elección. No somos la decadencia de las instituciones: somos más antiguos que ellas. Sobrevivimos a la dictadura, luchando en la Universidad mientras otros se dedicaban a pasar ramos, con esa actitud de cabeza gacha tan propia del que solo cree en sí mismo. Discretos pero proactivos, surfeamos desde la gerontocracia aylwinista hasta el fin de la Concertación, sin robarles cámara a los protagonistas, pero sin dejar de recordarles sus compromisos con las bases. Fuimos las ruedas de los ministerios, y llegado aquel marzo de temblores, refugiados tras un cárdex, casi invisibles, soportamos estoicos los cuatro años de Piñera.

Es verdad, no siempre pudimos manejar las campañas con el mismo celo. Pero para hacer tortillas hay que quebrar huevos, y los huevos cuestan dinero. ¿Ustedes prefieren que esa plata salga del impuesto que la señora María paga al comprar su bolsa de té? ¿De la mísera cuota partidaria que aporta el compañero? ¿Del menguado sueldo de la compañera, víctima del machismo que nos envenena? ¿No les parece mucho más justo, acaso, que ese dinero salga de los poderosos de siempre? Bueno, a veces ser justo requiere coraje. Antes de hacer gárgaras con la probidad, hemos preferido tocar la puerta del empresario que se ha enriquecido con el sudor de nuestros compatriotas. La conversación es siempre franca, sin eufemismos. Un par de comentarios sobre concesiones, autonomía del Banco Central y reforma laboral. Como tosiendo, traer a cuento nuestro sistema tributario. Hacia el final, añadir que solo líderes progresistas son capaces de contener el clima de crispación social que nos amenaza. Un último sorbo de café. La forma de pago, en nuestro caso, se habla siempre con la secretaria.

Sí, una mejor política es posible. Pero política no es el festival de bocinazos sordos en que la quieren convertir nuestros periodistas, ni una comisión de prohombres bailando al último ritmo de los posgraduados. Política es territorio, y en el territorio las alianzas se basan en la amistad, y a los amigos no se les traiciona. Los puritanos no construyen república. La tan ansiada gobernabilidad democrática se funda en el compañerismo, no en la denuncia cobarde. El gran error de la compañera Compagnon, nos venimos a enterar recién ahora, no fue especular en el negocio inmobiliario, sino que confiar en un par de pelafustanes de la UDI. Así terminan las cosas cuando se nos reemplaza por cualquiera, teniendo nuestro teléfono tan a mano.

* Por Genaro Salinas, Operador.

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