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Deportes

19 de Julio de 2015

La vida amateur de Eduardo Vargas

Como Rubén Espinoza, Sebastián Rozental o el Lulo Socías, el goleador chileno de la Copa América es de esos jugadores que jamás pasaron por cadetes. Hizo su carrera en las canchas de tierra de Renca, parchando a diversos clubes y cerrando él mismo la puerta a los equipos grandes. Todo hasta que un captador de jugadores se fijó en su talento y lo llevó a Cobreloa. Vargas casi no alcanzó a ser “turboman”.

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eduardo vargas A1

En las orillas del río Mapocho, los clubes Villa Esperanza y el Internacional de Renca disputan un partido de la serie tercera infantil. El árbitro pita penal, y son dos los niños del “Inter” que se paran frente a la pelota. Las reglas son claras: el cachipún define al pateador.

Al perder frente a su primo Víctor, Eduardo Vargas, tres años menor que todo el resto de los chicos, se va llorando desconsoladamente. No le bastaba con los seis goles que ya había hecho en ese mismo partido, quería hacerlas todas.

Ya han pasado 46 años desde que Raúl Rojas, abuelo de Eduardo Vargas, decidiera junto a José Yáñez y Luis Mura fundar el Internacional de Renca, uno de los clubes amateur más grandes de la comuna. El pequeño “Edu” se pasaba pateando la pelota en las murallas y trancando con los árboles mientras su familia jugaba en el club. Su debut en el Internacional, en ese entonces, era inminente. “Era una lauchita chiquitita pero ya a los 8 años pegaba las tremendas trancadas, llegaba a dar vuelta al papá”, comenta Víctor Yáñez, presidente del club.

Luis Mura recuerda que cuando Vargas empezó a jugar notó de inmediato que era fuera de serie, aunque asegura quetambién hubo muchos cómo él, pero que se perdieron por distintas razones. Víctor Yáñez, primo de Eduardo e hijo del presidente del club, explica: “Él era súper bueno pero habían cabros que uno podría decir que eran mejores. Uno, por ejemplo, está metido en la pasta base, otros se quedaron de flojos y así”.

Sin mayores distracciones que elevar volantines, Eduardo Vargas se dedicó a jugar y ganar trofeos. Le dio al Internacional su primera y única copa en la Asociación de Renca, que en ese tiempo fue una de las más grandes de Chile con 56 clubes inscritos. Los registros de esa final, archivados en un antiguo VHS, lamentablemente se perdieron. Pasaron de mano en mano, al igual que las fotografías de Eduardo en esa época, que años más tarde fueron robadas de la sede sin volverlas a encontrar jamás.

Cada vez que Eduardo quedaba sin club volvía a jugar al Internacional de Renca. La sede, ubicada en calle Antofagasta, a las faldas del cerro, ha crecido gracias a los favores que han pedido a políticos de todos colores que han pasado por la comuna y también al único ídolo que jugó en sus filas. Luego de la venta de Vargas al Nápoli, el Internacional entró en un litigio por derechos de formación con Unión Española, que inscribió irregularmente a Eduardo en el club, adjudicándose 100 millones de pesos siendo que el jugador nunca pisó Santa Laura. El club del barrio, que siempre alegó que los derechos eran suyos, también recibió la misma cifra. “¡Esa es una de las frescuras más grandes del fútbol chileno! Cuando un jugador de un club amateur pasa a uno profesional hay que pagar unos derechos, y el único club que pagó esos derechos fue Cobreloa cuando él tenía 16 años”, comenta Andrés Alvarado, representante del jugador.

Eduardo-vargas

Si bien desde el club hispano admitieron la situación, cuando fueron interpelados por la prensa, dijeron que no devolverían la plata porque habrían actuado “de buena fe”. A la espera del nuevo pasaporte que confirme que Vargas nunca jugó por Unión y así no se sigan desviando fondos, el Inter de Renca se ha quedado sin la plata de Gremio, Valencia y el Queens Park Rangers. “El Queens Park mandó una carta diciendo que quería nuestros datos para depositar. Les mandamos todo y no llegó nada. Se aprovechan del desconocimiento de los clubes humildes”, cuenta Yáñez.

Pololeando con los clubes

Ya había dirigido a su padre y ahora le tocaba hacer lo propio con el hijo. Eduardo “Lalo” Bascuñán no solo es un conocido técnico renquino, sino aquel que muchos reconocen como el verdadero “descubridor” de Eduardo Vargas. Fue él quien lo llevó al equipo de la Pepsi en Renca para que así pudiera relacionarse con jugadores de ligas profesionales. Vargas ganó confianza y se presentó en varios clubes. Tuvo una prueba en Católica a la que fue con su padre y su primo Víctor. En la prueba se lució como goleador y lo dejaron, pero San Carlos le quedaba muy lejos y, al faltar a unos entrenamientos, quedó fuera.

Cuando jugaba en el equipo de la Pepsi también se farreó otra oportunidad. Eduardo Bascuñán recuerda que Vargas una vez, en menos de 15 minutos, ya había hecho tres goles, “uno de ellos igualito al que le hizo a Perú en la Copa América”. Tal fue su actuación, que el técnico del equipo rival lo llamó desde el otro extremo de la cancha al final del primer tiempo. Al volver Eduardo le contó a Bascuñán que le habían ofrecido irse a Colo Colo y que lo había rechazado porque iría a probarse con un primo a Palestino. “Yo le dije ‘¿Oye Eduardo tú cachái a quién le acabái de decir que no? ¡Ese caballero es el Chamaco Valdés, goleador histórico del fútbol chileno!’ Después como que se arrepintió, pero la verdad es que no quería jugar en un grande, porque pensaba que no tendría tantas oportunidades”, comenta Bascuñán.

Luego de rebotar en varios clubes conoció a Andrés Alvarado que, en ese tiempo, estaba a cargo de unas filiales sub 13 y sub 14 de Puerto Montt en Lo Barnechea. “Con la experiencia que yo tenía en el fútbol joven, me di cuenta de que era un genio, su remate sonaba distinto y cabeceaba muy bien”, cuenta Alvarado.

ESPAÑA VS. CHILE

La familia lo llevaba tres veces a la semana desde Renca a Barnechea y Eduardo estaba feliz. La serie se acabó luego de un año y la escuela también. Alvarado intentó llevarlo a Holanda sin mucho éxito. Pero al cabo de unos años formó una selección de equipos de tercera división que se midió con los cadetes de los clubes de primera división. Vargas salió goleador de un torneo en Puerto Montt junto a Vidal –los dos goleadores de Chile en la Copa América- y Arturo le dio el trofeo por ser dos años más chico. El pequeño Vargas comenzó a llamar la atención de los clubes grandes. Estaba a un paso de abandonar el fútbol amateur.

El crack menos votado

En 2005 las murallas de distintos colegios se empezaron a llenar de afiches. “Este es nuestro delantero”, decía en ellos junto a una imagen de una figura borrosa que destacaba por su velocidad. Adidas Selection Team firmaba los carteles, y uno de esos delanteros a los que aludían era “Edu”.

Vargas llegó al Selection Team gracias a Andrés Alvarado, que conocía a César Vaccia, encargado de formar el equipo que reuniría a grandes figuras de los cadetes de los clubes nacionales y se pasearía por distintos colegios desafiándolos. “‘¿Y este de dónde viene?’, se preguntaban algunos, pero como yo era el encargado y Andrés me lo había presentado antes, lo metí al equipo y nadie me dijo nada”, cuenta Vaccia.

Lo que partió como algo estrictamente futbolístico, se convirtió en una especie de docurreality, transmitido en Fox Sports y conducido por Fernando Solabarrieta. Una excelente vitrina para un jugador sin un club profesional que lo respaldara. “El Edu en esa época tenía algunos problemas económicos para trasladarse y de repente llegaba un poquito tarde o a veces no llegaba al lugar donde los pasaba a retirar la van y se iba directo al colegio donde jugábamos. Como estábamos en un programa en vivo a veces se nos paraban los pelos y nos poníamos nerviosos”, cuenta Jorge Orellana, entrenador del equipo en ese tiempo.

Vargas destacaba por su potencia junto a compañeros como Felipe Seymour, Nelson Saavedra y Christian Pavez. Los chicos se paseaban como cracks en los colegios y les pedían los números de teléfono a las alumnas.

eduardo vargas

Muchas veces, al final del día, Vargas se retiraba decepcionado por los escasos votos que recibía en el programa como jugador favorito. “Cero votos”, se recriminaba en el camarín. “Él daba a conocer su posición, que tenía poco apoyo, que sus papás no podían gastar plata en eso y había otros que ponían a toda la familia a llamar por teléfono”, cuenta Jorge Orellana.

Luego de un mes y medio, Vargas llegó a semifinales de la competencia. Según él no lo llamaron ese día, según la productora a cargo de llamarlo fue él quien no contestó. “Podría haber llegado a la final pero quedó fuera por secretaría, y él hasta el día de hoy siente que lo estafaron”, dice Andrés Alvarado.

EL FIN DEL AMATEURISMO

Luego de estar sin club y jugar una gira por Chile con apenas 15 años junto al Islanders de Puerto Rico, donde jugaba un Gustavo Barros Schelotto pronto a retirarse, ya era el momento de buscar un club para Vargas. Andrés Alvarado llamó a Gonzalo Fellay, preparador físico que trabajaba en ese momento junto a Jorge Aravena en Cobreloa. “Me pidió que lo viéramos y como sé que él ha descubierto a muchos jugadores, como Suazo, Pato Ormazábal o Mark González, sabía que tenía buen ojo, entonces dije ‘quizás no va a ser un gran jugador, pero algo debe tener’”, recuerda Fellay. “La verdad es que cuando uno está entrenando lo llaman mil personas para ofrecer laterales, centrales o volantes de contención, nunca le ofrecen a un volante ofensivo o un delantero. Tenía condiciones muy especiales y es maravilloso que me haya empatado en goles por la selección”, dice Jorge Aravena, a quien le bastó con ver a Vargas 10 días para pedir que lo contrataran.

Físicamente era de los mejores en el club sin haber hecho cadetes, pero se sentía muy solo. Llamaba llorando a su madre por teléfono, recuerda uno de sus primos, y cuando viajaba a Santiago, lo dejaban quedarse un día más antes de volver. Se deprimía cuando no lo citaban y se hacía el enfermo para no jugar por los cadetes. “El Lucas Barrios es maalo”, comentaba a sus primos, medio picado.

Alvarado había llegado a un acuerdo para que después de 6 meses lo contrataran, como a los cadetes, por la mitad del pase y además le pagaran 25 mil dólares. Lamentablemente, asegura, descuidó el acuerdo. “Gerardo Mella lo hizo firmar, no le dio los 25 mil dólares y se quedó con el 100% del pase. Después dicen que ellos lo formaron y la verdad es que Cobreloa no hizo nada por él, ni por buscarlo ni por enseñarle”, agrega Alvarado.

Bielsa, sin embargo, se empezó a fijar en él. En mayo de 2008 y con lo poco que podía ver a su familia en Calama, Vargas arrendó unas cabañas en Antofagasta para vacacionar con ellos. Habían llegado un jueves y el viernes lo llama Bielsa a la selección sub 23 –cuando tenía 21 años-, para ir al torneo Esperanzas de Toulon. “Me pidieron que lo contactara para que viniera y le mandé los pasajes. Una hora antes del vuelo me llama y me dice que no viene”, recuerda Alvarado.

Finalmente el representante le mandó otros pasajes en la noche. Nuevamente se negó. Llorando le decía que no quería ir, mientras Alvarado intentaba convencerlo hasta que el jugador decidió tomar el último vuelo a Santiago. Si bien no marcó ningún gol en el torneo, el año entrante se transformaría en el segundo goleador del campeonato. La vitrina del torneo juvenil jugado en Europa lo ayudó a llegar a la Universidad de Chile.

El resto es historia conocida. Sus goles llevaron, tanto a la U como a la selección chilena, a sus primeros campeonatos a nivel internacional. La sede del Inter de Renca se ha llenado de niños y, hasta el día de hoy en las calles de la comuna, hay vestigios de la celebración del fin de semana. Lalo Bascuñán dice que nada de eso lo ha hecho perder la humildad: “Siempre que puede se viene para acá. Para el día en que fue el famoso bautizazo, la selección se concentraba a las 9. Como a las 5 él estaba en el cerro, como un cabro chico, elevando volantines”.

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