Columna: Construir educación pública desde todos los frentes

El abandono de la educación pública nos ha mantenido constantemente movilizados, este año y de la mano de nuevas generaciones no ha sido diferente: una vez más hemos constatado que el arrojo de la educación al mercado ha devenido en profundas precariedades e inequidades y que las lógicas de competencia según estándares de productividad no han hecho más que someter a nuestras instituciones al arbitrio de los criterios mercantiles.

Dicho sometimiento no solamente despoja a las instituciones educacionales del financiamiento necesario, sino que además las imposibilita de la capacidad de tomar decisiones democráticamente. Es esta doble pérdida, la de la participación comunitaria y la presupuestaria ha fundamentado el proceso de movilizaciones estudiantiles este año en la Universidad de Chile. Y es que no ha sido fácil para la Casa de Bello ir acabando con los resabios dictatoriales y combatir con los espejismos de aquella alegría que nunca llegó: desde la expulsión del rector Federici en 1987, quien fuera designado por la dictadura, se han sucedido una serie de luchas de transformación las movilizaciones contra el cobro de aranceles en UF, la toma de la Radio Universidad de Chile, la construcción de nuevos estatutos democráticos en 1997 y la creación del Senado Universitario hacia el año 2006.

Sin vacilaciones manifestamos que el 2015 también responde a esta senda de luchas y con entereza afirmamos que los procesos desarrollados este primer semestre se centraron en avanzar en la construcción de una Universidad diferente. Otra Universidad y otra educación han sido y serán nuestro horizonte. En términos concreto la movilización nos ha entregado espacios de incidencia y deliberación, que solo fueron posibles con la participación activa de las y los estudiantes, y que solo se considerarán victorias si nos mantenemos activos durante el proceso que recién comienza.

Pero, ¿por qué cambiar la Chile? porque aspiramos a construir un referente de lo público, entendido esto último como lo democrático, lo sustentable, lo orientado a las necesidades de Chile y su pueblo; aquello donde el mercado no tiene cabida, aquel sitial en que la educación es concebida como un derecho. Por lo anterior no asumimos que la Chile y las estatales lo sean, nuestra mirada se fundamenta en la dificultad que nos genera decir que la Universidad de Chile o alguna otra institución lo sea. La continua alza de aranceles, la venta de servicios al mejor postor, la precarización laboral, la represión del derecho a reunión y la falta de participación de la comunidad, entre otras, son realidades avalan nuestra tesis.

Y ahora qué. En el contexto de movilizaciones y en medio del debate de la reforma de estatutaria la Chile se enfrenta a un proceso de importantes decisiones. Por ello seguir en la vereda de la transformación es primordial: cambiar las lógicas presupuestarias y permitir la incidencia de la comunidad en su conjunto tanto en la elección de autoridades como en la toma de decisiones, avanzar en espacios de encuentro y deliberación en comunidad es condición necesaria para hacer de nuestra universidad un verdadero espacio público. Por estas razones los espacios generados con la movilización o aquellos que nos otorga la Reforma de Estatutos deben ser aprovechados.

Acabamos de movilizarnos para transformar los efectos de la mercantilización, del mismo modo que llevamos años saliendo a las calles exigiendo una nueva educación. Las movilizaciones nacionales nos enseñan, de manera cada vez más patente, que las transformaciones sin nosotros no son posible, por ello nuestro deber es hacernos presentes en la construcción de una Universidad que sea referente de la educación que queremos: las transformaciones no surgirán por un decreto, las transformaciones se construyen a diario.

*Klaus Franz (Senador Universitario – Militante Izquierda Autónoma), Simón Piga (Senador Universitario – Militante Fuerza Colectiva), Camila Rojas (Senadora Universitario – Militante Izquierda Autónoma)