Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

24 de Julio de 2015

Nostalgia del absoluto

“Me encantaría que este país fuera una monarquía”, dice Pedro Ivanovic, nieto de yugoslavo, hijo ilegítimo de Chile y padre de una idea revolucionaria que no consigue materializarse. No está enfermo. No es un malvado. Es el más agradable de los hombres: alumno ilustre, hijo y nieto obsequioso, jardinero diligente. Sin embargo, su mente no […]

Tal Pinto
Tal Pinto
Por

“Me encantaría que este país fuera una monarquía”, dice Pedro Ivanovic, nieto de yugoslavo, hijo ilegítimo de Chile y padre de una idea revolucionaria que no consigue materializarse. No está enfermo. No es un malvado. Es el más agradable de los hombres: alumno ilustre, hijo y nieto obsequioso, jardinero diligente. Sin embargo, su mente no admite dobleces ni matices cuando se trata del futuro de la nación. Sólo una vez ha sido violento y fue a raíz de la política. Por volarle dos dientes a su editor recibió dos años de prisión. Para Pedro Ivanovic, la sociedad marcha hacia un abismo moral.

Su malestar carece de la virulencia de los nihilistas de Conrad y Dostoyevski; tampoco es un salvaje a la manera de Kurtz. No posee las armas de la retórica ni el carisma que podrían llevarlo a encabezar alguna organización antisistema. Es un hombre solo (no se le conocen mujeres), prácticamente inerme, marcado por las leyendas sobre el Imperio Austrohúngaro que su abuelo, sobreviviente de la Primera guerra mundial, le inculcara. Tiene treinta años, vive en la población Dávila junto a su madre y su abuela, y lo carcome la nostalgia: anhela el tiempo de sus antepasados, en el que bastaba calzarse un uniforme militar para que la vida adquiriera sentido.
Este es Pedro Ivanovic, (presuntamente) terrorista. Luego de ser atrapado antes de abrir fuego con su rifle Mauser —una antigualla, otro símbolo de su falta de contemporaneidad— sobre una muchedumbre, debe vérselas con un comité de psiquiatras, los que deben esclarecer si Ivanovic está cuerdo o es un loco. La novela es el enfrentamiento entre la ley —sobre todo, los estándares de salud mental que la sociedad establece mediante sus instituciones— y una idea política arcaica. En último término, la novela se pregunta cuándo la disidencia comienza a ser percibida como locura.
Esa pregunta adquiere otros visos cuando se la somete al sujeto: cuándo se pasa de ser revolucionario a terrorista. ¿Revolucionario es el que gana y terrorista el que pierde? ¿El terrorista es un loco (un enfermo)? Hace mucho tiempo que un novelista chileno no planteaba cuestiones tan actuales, de tamaño alcance universal.

La falta de carisma de Pedro Ivanovic, su escaso atractivo como héroe, permite que su actitud política ocupe un primer plano en desmedro de los aspectos más personales. No estoy seguro si el personaje se limita a ser un médium del autor porque Rivano así lo quiso o porque es un traje alistado para un actor (sospecho que la novela fue originalmente concebida como una obra de teatro). Lo cierto es que Ivanovic no consigue conquistar al lector, no lo lleva a ese lugar donde se le perdonan sus faltas. Nos resulta más fácil soportar la pícara atracción del pederasta enamorado que es Humbert Humbert antes que la pose racista y antimoderna de Pedro Ivanovic. No necesitamos el final —demasiado cerrado, demasiado esclarecedor— para entender que la idea del huacho está en el centro de todo.

Poner en debate lo políticamente correcto supone tener el conocimiento de la verdadera conducta política. Tal cosa aquí no existe. El fracaso de la democracia es en más de un sentido la señal de su éxito. A pesar de poner en circulación cuestiones provocadoras y útiles para engordar nuestras ideas políticas, en la novela se asume que la sociedad es una farsa cuando, en realidad, es infinitamente más compleja que una mentira. En último término, “Pedro Ivanovic, terrorista” es un panfleto sobre la corrección política que nunca consigue entender realmente qué es la corrección política.

Pedro Ivanovic, terrorista
Luis Rivano
Alfaguara, 2015, 156 páginas

Notas relacionadas