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Poder

11 de Agosto de 2015

Hermógenez Pérez de Arce defiende figura del “Mamo” tras su muerte: “Cuando el peligro ha pasado Dios es olvidado y el soldado condenado”

En su espacio de radio Bío-Bío, planteó que "ahora todos somos generales después de la batalla. Pero antes de la batalla teníamos miedo y queríamos que alguien nos salvara de perecer en ella. Por eso una mayoría de diputados chilenos, desde democratacristianos, pasando por radicales de centro y de izquierda y hasta nacionales de derecha, llamamos a los militares para combatir al ejército clandestino que había organizado la Unidad Popular para tomarse el poder por las armas".

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hermógenes perez de arce el mercurio

El abogado, ex director del diario La Segunda y defensor de la Dictadura, Hermógene Pérez de Arce, volvió a hacer una apología de lo que su a su juicio fue el actuar de los militares tras el Golpe.

En su espacio de radio Bío-Bío, planteó que “ahora todos somos generales después de la batalla. Pero antes de la batalla teníamos miedo y queríamos que alguien nos salvara de perecer en ella. Por eso una mayoría de diputados chilenos, desde democratacristianos, pasando por radicales de centro y de izquierda y hasta nacionales de derecha, llamamos a los militares para combatir al ejército clandestino que había organizado la Unidad Popular para tomarse el poder por las armas”.

“Como resultado de ese llamado vino el pronunciamiento (…) entre el 11 de septiembre de 1973 y el 31 de diciembre de ese año los militares mataron a 1.500 adversarios y la guerrilla de izquierda a 300”, agregó el analista.

Según Pérez de Arce, en ese mismo periodo todos los líderes políticos democráticos no sólo apoyaban a los militares, sino que los defendían.

 

Al respecto cita a Eduardo Frei Montalva y a Patricio Aylwin. Sobre este último, dijo que recuerda cuando en 1974 pidió a los militares no hacer un gobierno demasiado corto.

“Por eso hoy los militares que actuaron obedeciendo el llamado de la mayoría democrática en 1973, y que están presos o procesados o son públicamente execrados por unanimidad y ven lo que se escribe o dice a su fallecimiento en prisión, siempre recuerdan un antiguo adagio que reza así: cuando amenaza el peligro todos claman a Dios o al soldado, pero cuando el peligro ha pasado Dios es olvidado y el soldado condenado”.

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