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Nacional

30 de Agosto de 2015

Carlos Peña advierte “trauma” del país con el paro camionero por rol golpista el ’73

Peña plantea que "el Gobierno (la Presidenta en especial, pero también los dirigentes de la Nueva Mayoría) se concibe como heredero de Allende, el continuador de una obra inconclusa, parte de una posta que se habría interrumpido por la dictadura e incluso por los gobiernos de la Concertación. Esa autoconciencia (perfectamente legítima, desde luego) tiene adherida la idea (obviamente errónea) de que si hay continuidad en los anhelos del 70 y los de ahora, entonces los enemigos fácticos y las circunstancias son también los mismos. Si los camioneros condensaron toda la oposición en el 73, ¿por qué ahora habría de ser distinto?".

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En su columna dominical de “El Mercurio”, Carlos Peña asegura que la relevancia que se le da a la movilización de los camioneros que tuve en jaque al Ejecutivo el pasado jueves tiene que ver con lo que interpreta de esta manifestación el imaginario colectivo.

“Un grupo de camioneros del sur decide venir a Santiago en una caravana que transporta los esqueletos calcinados de sus vehículos. El espectro muestra que el Estado no logró monopolizar el uso de la fuerza. Si no, ¿cómo podrían haber ocurrido esos hechos? La evidencia de esos camiones desguazados parecía merecer atención. Pero no fue así. El Gobierno reaccionó cercando la ciudad. Y los partidos de la Nueva Mayoría emitieron una solemne declaración denunciando que la protesta lesionaba el Estado de Derecho. ¿A qué se deben esas reacciones desmesuradas? Pudo ser simple torpeza; pero no. Es el resultado de un recuerdo traumático”, relata Peña.

En su escrito asegura que “el trauma es un fantasma que se ancla en la identidad de cada uno y se agita por el recuerdo, a veces inconsciente, de un hecho al que se asocian múltiples otros significados. Y eso es lo que le ocurrió al Gobierno. Los camioneros despertaron el fantasma: la idea imaginaria que el gobierno tiene de sí mismo y todo lo que a ella está asociado”.

En esta línea apuntó que “el Gobierno (la Presidenta en especial, pero también los dirigentes de la Nueva Mayoría) se concibe como heredero de Allende, el continuador de una obra inconclusa, parte de una posta que se habría interrumpido por la dictadura e incluso por los gobiernos de la Concertación. Esa autoconciencia (perfectamente legítima, desde luego) tiene adherida la idea (obviamente errónea) de que si hay continuidad en los anhelos del 70 y los de ahora, entonces los enemigos fácticos y las circunstancias son también los mismos. Si los camioneros condensaron toda la oposición en el 73, ¿por qué ahora habría de ser distinto?”.

Tras esta configuración de la realidad está, recalca Peña, “el diagnóstico según el cual la chilena es una sociedad excluyente y fracturada, acosada por una desigualdad lacerante que solo puede ser corregida mediante reformas radicales, es también fruto de ese fantasma, de esa fantasía identitaria de la Nueva Mayoría que así como le llevó a reaccionar ante una protesta de camioneros como si fuera un acto golpista, la lleva a extender al Chile de 2014 un diagnóstico que venía bien en el Chile de los setenta”.

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