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Opinión

10 de Septiembre de 2015

Claudio di Girolamo, artista: “En Chile somos espantosamente histéricos”

A sus 85 años, el artista Claudio Di Girolamo no ha perdido la curiosidad y pasa todo el día haciéndose preguntas. Su última obsesión es mirar el universo y está seguro de que existe vida fuera de este planeta. El exconductor del mítico Bellavista 0990, y asesor en cultura del ministerio de Educación, está decidido a crear un nuevo modelo de escuela que permita a los niños desarrollar su creatividad sin que el profesor piense por ellos. Aquí explica de qué se trata.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

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Usted las ha hecho todas. Ha sido arquitecto, educador, dramaturgo, escenógrafo, director, pintor…
-Hago tanta cosa que la gente de repente se pierde. Y no saben cómo ponerme. Ahora me da risa que me llamen “gestor cultural en arquitectura”, qué tiene que ver con la arquitectura un gestor cultural. No entiendo nada. Cuando me preguntan cómo me definiría, siempre digo que curioso.

¿Por qué curioso?
-Si no fuera curioso, dormiría despierto y me moriría de pie. Una persona que es curiosa está lista para la creatividad. Y eso todos lo tenemos metido en el ADN. Cuando era chico me regalaban juguetes de hojalata y no estaba feliz hasta que desarmaba entero el camioncito para armarlo de nuevo. Y siempre me quedaba algo afuera, pero el camioncito andaba igual. Ahí aprendí, casi por osmosis, lo sustancial y lo aledaño: tenía el eje, la rueda y la cuerda, quizá quedaban fuera el parachoques y los focos, pero andaba igual. Y con la vida me pasa igual.

¿Qué le pasa con la vida?
-Yo tengo que desarmar la vida, ver cómo está hecha la cosa, por qué pasa así y asá, para armarla a mi pinta. Y me ha funcionado. Pienso exprimir la vida hasta que me muera. Pero la curiosidad es fregada. Algo pasa que a medida que uno crece, va perdiendo la curiosidad que tenía cuando niño.

Guillermo Núñez dice que los profesores de arte matan la creatividad.
-Claro, en la escuela les matan la curiosidad y, por ende, la creatividad. El problema es que el currículo obliga a pasar todo mecánico. Por eso digo que lo que está en crisis no es la educación: es la escuela. El niño nace con la visión holística del mundo y suma peras con manzanas, pero llega a la escuela y le dicen no puede sumar peras con manzanas. Y lo obligan a cercenar toda visión de mundo en pedacitos: matemática a un lado, imagen al otro. Ahora estoy metido de cabeza pensando en una escuela diferente, de enseñanza a través del arte.

¿Qué está haciendo?
-Estoy metido en algo sabiendo que estoy sembrando para el futuro. Como los talleres que hacemos con Mujer Trabaja Tranquila, del Sernam, para que los niños estén en la escuela de 4 a 7 mientras la mamá trabaja. No les hacemos repaso de materia, porque como ya tienen jornada escolar completa, el niño llegaría a la casa estresado y mandando todo a la mierda. Tenemos la suerte de que a esa hora tienes a los niños sin que nadie te joda con el Simce ni con las notas. Puedes experimentar.

¿Qué ha experimentado?
-Los niños son los que deciden qué hacer. No se hacen trabajos individuales, sino que grupales. No importa que les vaya mal, de hecho los felicitamos si se equivocan, porque el laboratorio es ensayo y error. El error se desataniza, ya no es malo.

El error se paga caro en el colegio.
-Con un 1. Y al asustar al niño con la nota le paralizamos el cerebro. Nosotros estamos tratando de mostrar que a través del arte puedes enseñar inglés, matemáticas, lenguaje y todo lo demás. El arte no es un despelote, te hace articular, organizar. Y lo estamos demostrando en la práctica. Con la Magaly Meneses hicimos un laboratorio de cine en la zona de catástrofe de Curanipe, Pelluhue, Constitución y Cauquenes. No nos metimos con los niños, solo les dimos los elementos y cada escuela hizo dos documentales de ficción. Vieras tú qué maravilla hicieron los niños. Y todos los niños subieron las notas en las demás materias. Supieron que el conocimiento no es salpicar por todos lados, sino encontrar cada uno su manera de entender las cosas.

¿Por qué no trabajan con alumnos de enseñanza media?
-Porque los cabros ya están maleados. Están embobados con todos los aparatitos de tecnología y además empiezan a copiar. Tú lo ves en los que dibujan cómics japoneses. Empiezan a hacer la estética que te da el mercado. Los niños de básica son mucho más libres, son sin horizonte, para todos lados. Ahora quieren poner en kínder matemáticas y lenguaje. Están locos. El juego dónde está. El juego es una construcción, no una lesera.

¿Cómo ve la reforma educacional?
-Tiene sus problemas, porque quiere dejar contento a todo el mundo. Los más radicales alegan, los más conservadores también. Estamos en un tete bastante grave. Por un lado, hay una cosa de histeria, de “quiero que las cosas que se prometieron se cumplan”, y por otro lado “si yo lo prometí, tengo que cumplirlo”… pero cuándo, en qué plazo. Todo esto, además, es como que me hablaran en un idioma extraterrestre.

¿Por qué?
-Porque en Italia la educación privada casi no existe, fuera de dos o tres escuelas y universidades donde está la gente top, y punto. Los demás somos todos hijos de la educación pública, entonces no entiendo esto. He visto universidades, con la desfachatez de poner avisos en los diarios saludando a sus alumnos clientes, así tal cual. Me pregunto cómo no tienen pudor.

EL CENTRO DEL UNIVERSO

“La gente se complica cuando le piden definir la cultura. Es simple: es modo de vida y visión de mundo”, dice Claudio di Girolamo.

¿Y cuál es su visión de mundo?
-Para mí, es cómo construir comunidad. El ser humano se hace en base a que encontró a otro con quien dialogar. El problema es cuando un país quiere desarrollarse haciendo todo a la rápida. Es lo mismo que cuando uno cosecha la palta verde y la envuelve en diario para hacerla madurar rápido arriba del clóset. La cultura no es así. Nos pegamos constantemente unos tortazos con lo del cortoplacismo. Se hacen viviendas de emergencia, pero quedan para siempre: al final no existe la otra vivienda, porque ya tienen un techito. Tú haces un trabajo para arreglar la peluca de payaso que tenemos con la vialidad en Santiago, pero tienes miedo de que quede para siempre.

No se piensa en el futuro…
-La política cultural, incluso la de desarrollo, acá son de gobierno y no de Estado. Todos los gobiernos quieren pasar a la historia como cosechadores para decir “miren, yo coseché esto” con el pecho inflado. Por ejemplo, la Michelle se sacó la mugre para hacer el GAM, pero el que cortó la cinta fue Piñera, y a nadie se le ocurrió decir “esto lo está haciendo Chile y no un gobierno”. También pasa en la cultura. Hoy estamos fantásticos porque tal artista está conminado a Venecia o a las últimas exposiciones en cualquier urbe del mundo, pero sin entender que esto sigue siendo así de chico comparado con la cultura global. A mí me da un poco de risa eso de la fama.

¿Por qué?
-Cuando me dicen “oye, tú estás retirado”, yo les respondo “no, sigo haciendo mis cosas”. “Pero no sales en los diarios”. Somos el trasero del mundo, estamos al borde de la galaxia, casi cayéndonos. ¡Y en uno de los universos! Porque hoy los científicos hablan no solo de un universo, sino que de multiversos. Entonces, ¡de qué me están hablando!

Todos piensan que somos el centro del universo.
-Creen que todo termina aquí. Ni siquiera en el mundo, sino que aquí en Santiago de Chile. Me da una pena inmensa la gente que tiene todos los huevos puestos en ese canasto. Ese canasto no existe. La sabiduría para mí es saber que cualquier cosa que hagas es efímera. ¡Hasta la Capilla Sixtina se irá a la punta del cerro cuando este planeta se queme en el universo! Nada es para siempre. Y lo único que vale la pena es o que hace por amor o convicción, ese amor en alguna parte queda, y lo demás se va a la punta del cerro, por no decir a la mierda.

EL MULTIVERSO

Hace tiempo usted está obsesionado con lo que pasa en el universo…
-Absolutamente. Y los multiversos ya me tienen vuelto loco… Multiverso, es decir, que somos una parte de la torta milhojas. Estamos aquí, estamos acá, ¿pero te das cuenta lo chico que eres? Es maravilloso, porque cuanto más chico me dicen que soy, más lo hallo misterioso, que podamos pensar en estas cosas. A través de mi pensamiento, de mi imaginación, me traspaso toda la capa de la torta milhojas y llego arriba donde está la guinda.

Hay gente que todavía no cree que haya vida en otros planetas.
-Eso es como ser ciego, sordo y mudo. No es vivir, creer una cosa así es como vegetar. No somos los únicos en el universo. Esa última foto maravillosa de la Tierra entera, ¿te das cuenta lo que es eso? O el planeta que encontraron que está a 150 años luz… Es una cosa que me sobrepasa de tal manera, que por mucho que piense en lo inmenso que es el misterio de la vida… soy de una pequeñez que me obliga a un ejercicio de humildad increíble.

¿Se ha puesto a pensar cómo sería la vida en otros planetas?
-Imaginación hay. Yo me crié con Flash Gordon, los discos voladores, todas esas cosas. Pero más que nada me interesa la posibilidad de deshacer la materia y volverla a crear en otra parte… A lo mejor es eso la muerte, se vuelve a crear en otra parte, de otra manera.

Usted también es creyente…
-Claro, pero no soy creyente en ese aspecto. A mí me dicen que, por ejemplo, Dios es un conjunto de científicos de la centésima dimensión, y maní, me da lo mismo. Creo, en el fondo, en comienzo y fin. Esa idea me parece excelente, te pone en un lapso de tiempo, te vuelve a la realidad.

Usted que siempre se está preguntando cosas, ¿cuál es la gran pregunta que no ha podido responderse?
-Para mí la pregunta máxima es la trascendencia. Es una curiosidad que tengo por lo que haya al otro lado. Y como se me está acercando la pelá, creo que es importante.

¿Le da miedo la muerte?
-No tengo ningún susto. Cuando pienso para qué sirvió esta vida, esta cosa rarísima, estoy un poco con la Ana Frank, que me encanta, cuando en su última frase del diario dice: “El mundo está tremendo, un desastre, pero sé que es una fase, esto pasará. A pesar de todo, creo en la bondad humana”. A mí no me van a convencer de que la gente es mala, que es así o asá. A lo mejor dicen que soy un viejo romántico. Pero me han dicho viejo de mierda tantas veces que si me dicen viejo romántico me da lo mismo.

¿Qué otro misterio no ha podido resolver?
-Uff. Sí, estoy lleno de misterios. De repente, los misterios son cómo este color mezclado con este: da esta cosa y no otra. O para mí significa esto y para ti otra cosa. Porque Van Gogh es maravilloso, pero para otro es “puta, qué está mal pintado”. Entonces los cultos decimos “este gallo es ignorante”. Si él lo siente así, a mí me encantaría averiguar por qué lo siente así. Los ojos son todos diferentes.

¿Se puede vivir con tanta pregunta? ¿No es un tanto agotador?
-Me encanta. Mira, Sugata Mitra, un gran profesor hindú, hablando de la escuela y la educación, dice que todas las respuestas están en las nubes. Y sí, en Internet están todas las respuestas. Lo que no está son las preguntas. Y los profesores somos tan carajos que a los niños, en vez de decirles “hazte preguntas”, les hacemos preguntas cuyas respuestas son las únicas que creemos verdaderas. Si les enseñáramos a preguntar a nuestros niños, el mundo se ampliaría de una manera increíble. Porque todas las preguntas de los niños son distintas.

Y suelen ser las preguntas más simples, pero las más complejas de responder.
-Son las más complejas, porque van al hueso. Muchas veces confundimos cultura con erudición. Mira cómo hablan los curadores y críticos de arte. Una persona cualquiera lee sus folletos y no entiende nada. Se enredan de tal manera…. Hay gente –lo digo en broma, pero es cierto– que si puede hablar en difícil lo hace, porque para qué mierda hablar en fácil si en difícil parezco más inteligente. Yo al revés. Trato siempre de hablar en fácil. No se trata de echarle más agua a la sopa, sino de darle más sabor. Resumir los sabores en uno. Eso es lo más difícil.

CRISIS DE VALORES

Se dice que estamos frente a una crisis de los valores. ¿Concuerda?
-Lo que percibo es que nadie logra ver los valores que se están creando ahora mismo. Es normal que cada tanto los valores compartidos de la sociedad empiecen a transgredirse hasta subvertirse, pero los cabros que ahora salen a la calle, ¿qué valores tienen? Nadie lo tiene muy claro.

¿Y a usted le encanta que los valores estén temblando?
-No es que me encante o no, no soy sádico tampoco, y mucha gente sufre harto porque no tiene claras las cosas, cree que es un fin de mundo. Además, con el conservadurismo que tiene Chile, los valores siempre están ligados a lo sexual. Mira tú la promiscuidad, ahora las lesbianas salen a la calle a decir “yo soy lesbiana”, ¡qué espanto, estamos perdidos!

Ja, ja, ja.
-Como que el sexto mandamiento es el único que existe… Lo formal en Chile es muy tremendo. Cuánta gente se ha casado por la Iglesia sin creer ni en los sapos. Hoy día esa parte de la sociedad está viendo que los valores se caen a pedazos: la obediencia ciega, respetuosa, absoluta, escalonada en clase social… ese edificio por lo menos está temblando.

¿Y cómo ve el futuro del país?
-Soy optimista por naturaleza. Creo que hay esforzarse por cambiar las cosas. En vez de despotricar, que es lo más fácil del mundo, trabajemos para cambiarlo. Esta cosa de andar vapuleando a la patrulla juvenil del Congreso, no me parece. Llevo 65 años en Chile y es primera vez que hay gente joven en el Congreso.

Se dice que Chile vive un verdadero caos.
-Somos tan hipocondriacos y espantosamente histéricos. Cuando salieron los casos de pedofilia, yo trabajaba con jardines infantiles y las tías no querían llevar a los niños a hacer pipí porque iban a pensar que lo estaban manoseando. Era la locura. Somos así en todo. Ahora todos son unos ladrones, desgraciados, corruptos, todos son Penta, todos son Peñailillo. Peñailillo era un tipo seco, un genio, porque supuestamente lo hizo todo solo y nadie sabía nada. Por favor.

La derecha ha resucitado el fantasma de la UP.
-Es un absurdo. No tiene nada que ver. Y es muy peligroso para Chile tratar siquiera de hacer esa comparación. No es en defensa del gobierno, pero ese clima artificial que están creando ya lo vivimos una vez y nos fue bastante mal. Así que cuidado. La situación no es para tanto. Es una exageración y puede causar mucho daño seguir con esa monserga. Cuando hablan de la refundación de Bachelet, perdón, pero en dictadura en el Diego Portales decía “1810-1973”. Esa sí que era retroexcavadora. No vengan con cuentos.

¿Se considera una persona de izquierda?
-Me carga la división izquierda o derecha. Es una tontera. Soy antisistémico por naturaleza.

¿No cree en los políticos?
-Eso también es una generalización. Creo que hay gente estupenda, como Carlos Montes, pero nunca fui de partido alguno.

¿Por qué?
-No me parecen y no sigo órdenes de nadie.

¿Qué significa que sea antisistémico?
-Creo que todo se puede cambiar. El sistema no es una cosa rara, ni un monstruo de cien cabezas, es gente que te hace el sistema. Esa cosa de la democratización de los sistemas, si bien es mucho más lenta que una dictadura, porque la gente tiene que ponerse de acuerdo, es la única manera.

Pero cada vez parece más difícil…
-Tenemos algo que podemos usar para entendernos, que es nuestra capacidad de soñar y luchar por nuestros sueños. Y Chile tiene el gran problema de que ya no está creyendo en los sueños.

¿Por qué?
-Porque el sistema te engaña. Te da el refrigerador, el plasma, la gente murió en el tsunami por salvar los plasmas. Y empiezas a defender lo que tienes. No es que te aburgueses ni nada, son palabras imbéciles esas. No sé cómo expresarlo. Vas perdiendo la capacidad de despegarte de lo material para la trascendencia. Entonces puedes tener mucho acceso al conocimiento, pero no lo transformas necesariamente en saber. Yo puedo decir que la gente de Penta, pucha, puros 7 en la facultad de Economía, pero la ética se las metieron por cierta parte. Para mí, el saber es el uso ético del conocimiento, pero como miembro de una comunidad, no solo para mi beneficio.

¿Qué piensa de la gente que le gusta acumular riqueza?
-Acumular no tiene sentido, porque como dicen, el chaleco de madera no tiene bolsillos. Al ataúd no te llevas la plata. Además que mientras más tienes, más te llenas de inseguridad. Yo estoy rodeado de alambres: de la casa de al lado, del fondo, por todos lados. Entonces me dan ganas de poner un letrero que diga “pase no más, aquí no tengo nada para que me roben”. Cuánta gente me ha dicho “Claudio, por favor, pon alambres porque también es inseguro para nosotros”. Pero para qué, si me hallan tan rasca que no entra nadie aquí.

¿Encuentra que el empresario es poco generoso?
-Le tengo miedo a la generalización, porque hay de todo. Porque pasa lo mismo entre los pobres: unos se aprovechan de otros. Yo no creo en el obrerismo, en que los obreros son todos buenos. No. Hay de todo. Hay gánsters de cuello y corbata y también hay gente muy pobre dispuesta a cualquier cosa para tener más. No para vivir, sino para tener más y más.

Usted llegó a Chile a los 19 años. ¿Era un país muy distinto?
-Era otro país. La globalización acá se tomó como cuando te entregan un manjar y te empachas comiéndolo y terminas vomitando el alma, porque no te hace bien. Si ves las torres y edificios, hay un problema serio sobre cómo entender la modernidad. Han destruido Santiago. Cuando llegué Santiago era una ciudad preciosa. Ahora los edificios son puras cajas. Las ciudades, lamentablemente, están hechas por las inmobiliarias, no toman en cuenta a los urbanistas. Y mira tú, Paulmann tenía que hacer Costanera Center con todas las obras de mitigación, y no ha hecho ninguna.

Qué le parece Costanera Center. ¿Muy horrible?
-Es decir, es nada: un conjunto, una melcocha de volúmenes.

¿Qué pasará con el ego de empresarios como Paulmann, que quieren tener el edificio más alto del mundo?
-El nuevo rico dice “rascacielos”, para rasquear el cielo. Pero habría que entrar en la arquitectura más a fondo. Como decía un arquitecto, el gran problema nuestro era que ya no trabajábamos con adobe, y como ahora todo es de concreto, esos edificios pueden durar mil años como mínimo. Entonces, si se comete un error, queda ahí para siempre, ¡ja, ja, ja!

¿Ocupa las redes sociales?
-No, me carga esa cosa casi farandulera: “¿quieres ser amigo de?”. Pero cómo voy a ser amigo de alguien que no conozco. ¿Me quiere conocer? Ahí sí empezaríamos a conversar, pero “quiere ser amigo” no. Mis nietos me metieron en Facebook para mandarme cosas. De repente lo reviso cuando hay algo interesante. Cuando es gente que no conozco, chao nomás. Uno se va poniendo ahorrativo en el sentido que las cosas importan más en profundidad que en amplitud.

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