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Opinión

10 de Noviembre de 2015

Columna: Ferias Libres

Como una bomba de racimo cayó la denuncia de la Fiscalía Nacional Económica (FNE), que acusó a la Papelera (CMPC) y a la empresa SCA, de coludirse acordando altos precios durante los últimos 10 años. Las coludidas, sin ningún tipo de vergüenza, no tuvieron escrúpulos en reconocer su conducta. La gente pegó el grito en […]

Mario Bravo Rivera
Mario Bravo Rivera
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ferias libres

Como una bomba de racimo cayó la denuncia de la Fiscalía Nacional Económica (FNE), que acusó a la Papelera (CMPC) y a la empresa SCA, de coludirse acordando altos precios durante los últimos 10 años. Las coludidas, sin ningún tipo de vergüenza, no tuvieron escrúpulos en reconocer su conducta. La gente pegó el grito en el cielo y también lo hicieron los defensores de los consumidores: Conadecus, en requerimiento de la misma FNE, se hizo parte ante el Tribunal de Libre Competencia para llegar al fondo del pacto ilícito más grande que hemos conocido en el mercado.
La comunidad nacional, que está compuesta por personas de carne y hueso que podrán no saber de tecnicismos económicos, pero tienen el sentido común que les da el cotidiano batallar por sobrevivir y sacar adelante sus familias, han podido explicarse el por qué un bien tan simple y con tan poco valor agregado, como el papel higiénico, tiene un precio tan alto.

Pero esta realidad tiene una quimera paralela: cualquiera que haya visitado las ferias libres los fines de semana pueden percatarse de que en ellas no sólo se ofrecen verduras y frutas mucho más baratas que en los supermercados, sino que también ofrecen productos de diversas índole que van desde el papel higiénico, servilletas, nova, ropa interior, menaje, libros, útiles escolares, pegamentos, películas, CD, y todo lo que el mercado de los coludidos nos ofrece.

Aquí es donde una gran parte de la población puede comprar papel para ir al baño. Los precios allá no tienen ley, no son parte de ese mercado de colusión, son los precios que pueden acceder, lo más cercano a un precio justo para un pueblo que todos los días les paga fidelidad con su dinero a empresas que jamás les importaron.

¿Dónde está la contradicción? Este único mercado justo y marginal todos los días tiene que pelear contra el sistema. Las autoridades económicas suelen recomendar a los ciudadanos que no compren en las ferias libres porque son un comercio “informal”, “ilegal”, “pirata”. Se gastan millones en campañas que hacen en conjunto con las empresas que producen estos bienes y estafaron durante 10 años al país o incluso con las Cámaras de Comercio, con el fin de incentivar la compra en el comercio establecido.

El papel higiénico es el niño símbolo de las ferias libres. Las ofertas que se encuentran ahí jamás las encontraremos en supermercados o en tiendas establecidas. Quizás ahí la Fiscalía Nacional Económica tiene que irse a dar una vueltita los fines de semana para enterarse de todos los mercados corroídos por la colusión. Que salieran de los supermercados les permitiría desbaratar a todos los monopolios que presenta el mercado formal chileno, sin que se necesiten 10 años para pillarlos o la necesidad de que sean las mismas empresas las que delaten sus conductas abusivas con el solo objetivo de pagar una multa y el costo “marginal” de ensuciar su nombre.
Si la FNE saliera a las ferias libres, como el resto de los chilenos, tendría clarísimos todos los sobreprecios del mercado normal y le sentiría el pulso a la gente que cada día se siente estafada por un sistema que los margina y engaña en todos los aspectos de su vida: en la comida con los pollos, en el gas con Unión Fenosa, en el teléfono con Claro/Movistar/Entel y ahora, para colmo, en poder ir al baño con dignidad.

*Ex Fiscal FNE, abogado Conadecus y Director Estudio Bravo y Cía.

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