Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

26 de Noviembre de 2015

Editorial: La histeria de la DC

¿Qué quiere la Democracia Cristiana? ¿Por qué dice que no la escucha el gobierno si tiene cinco ministros en el gabinete, aparte del premier? Y la reforma tributaria contra la que chillan, ¿no se hizo en la cocina de Andrés Zaldívar? ¿No han participado sus militantes Yasna Provoste, Mario Venegas y Andrés Palma en la […]

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

EDITORIAL-622

¿Qué quiere la Democracia Cristiana? ¿Por qué dice que no la escucha el gobierno si tiene cinco ministros en el gabinete, aparte del premier? Y la reforma tributaria contra la que chillan, ¿no se hizo en la cocina de Andrés Zaldívar? ¿No han participado sus militantes Yasna Provoste, Mario Venegas y Andrés Palma en la reforma educacional? ¿Por qué rabia tanto? ¿De qué se queja, en el fondo, más allá de las excusas? Yo creo que su problema no son los otros, sino ella misma. No les queda un Frei Montalva, un Aylwin, ni un Frei Ruiz-Tagle siquiera. Durante la Guerra Fría, nació para apostar por la sensatez de un proyecto progresista. La empujaba el deseo de mayor justicia social y la defensa de la democracia al mismo tiempo. Mirado con la distancia de las décadas, lo que se proponían a fines de los 60 era de verdad una Revolución en Libertad. Llevaron adelante la reforma agraria y la “Chilenización del Cobre”, duplicaron la fuerza sindicalizada, estatizaron la energía y buena parte de las comunicaciones. Ellos crearon la Televisión Nacional de Chile. A nosotros, los entusiastas del momento, todo nos parecía poco y llamábamos reaccionario al que pretendiera calcular antes de actuar. Las transformaciones a las que aspiraba la DC de entonces, son más ambiciosas que las defendidas por los comunistas de hoy. La DC era un partido de centro, porque se ubicaba entre el capitalismo inclemente y el socialismo totalitario. Con el tiempo –y una dictadura fascista mediante–, la izquierda chilena, por más que se niegue a reconocerlo, hizo suyo ese proyecto. De este modo, la Falange se confundió. Recuerdo que en las marchas del NO, ellos también gritaban entre la multitud: “¡El pueblo unido jamás será vencido!”. Salvo excepciones difíciles de recordar, todo el antipinochetismo festejó el triunfo de Patricio Aylwin. Entonces la DC tenía el doble de diputados que hoy, encabezaba la Central Unitaria de Trabajadores y era por mucho el partido político más grande de Chile. Al notar que es la sombra de lo que fue, como Liz Taylor frente al espejo en la vejez, ve monstruos y grita enloquecida. Ojalá estuvieran vivos los abuelos radicales para contarles lo que se siente. No tienen ningún nombre para concursar en serio por la presidencia de la república en las próximas elecciones y buscan con desespero un real lugar de relevancia. Saben perfectamente que el Partido Comunista ya no representa ninguna amenaza, porque desapareció la URSS e internamente está domesticado. Ha sido el partido más dócil de la Nueva Mayoría. Ya no está la revolución en su horizonte. ¡Hasta Cuba ahora es amiga de los EE.UU.! No, ahí no está el verdadero problema. Tampoco en lo mediocre de la gestión, porque así les incomode, los involucra. Casi todo lo que han pedido, se les ha dado. El presidente de la DC es el político peor evaluado del país. El dilema lo tienen adentro. Ya no saben lo que son. Según Andrés Velasco no muestran los dientes, sino apenas las encías. Todos posaron con Bachelet para no quedar afuera de la foto, pero hoy los más poseros se desmarcan para no desaparecer en el conjunto. ¿Y si en vez de pelear por las instantáneas recordaran de dónde vienen? No sea que terminen “poniéndose donde haiga”.

Notas relacionadas