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Nacional

10 de Enero de 2016

La ruta de Milenka Cortés para ser la primera estudiante con gratuidad en la U. de Chile tras 35 años

La joven de 18 años es una de los tres alumnos con discapacidad visual que ingresaron por admisión especial a la casa de Bello en marzo próximo. Estudió en un jardín infantil público, después hizo la educación básica en un colegio especial para no videntes y en octavo básico se volvió a integrar a un colegio municipal. Ahora estudiará para ser abogada y sin pagar un peso, tal como lo hizo su abuelo hace más de 40 años.

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Foto Milenka

Milenka Cortés no tenía muchas esperanzas de entrar a la universidad este 2016. Además de conseguir un buen puntaje en la PSU, también rondaba el problema de cómo pagar una carrera en la Educación Superior. Con 18 años cumplidos, recién salida de cuarto medio del Colegio Chile, en San Miguel, pensó incluso en esperar un año y prepararse mejor. Pero terminó respondiendo una prueba especial para ingresar a la Universidad de Chile. Y le resultó, además accediendo a la principal universidad pública del país y sin tener que pagar un peso.

“El tema de la gratuidad la verdad es que nosotros nos sentíamos un poco ajenos. Esto fue como a último minuto, el proyecto que mandó la presidenta y todo. Nosotros pensábamos que no iba a resultar, que quizás el próximo año o a la mitad se podría”, dice Mariela, su mamá.

Con un 20% de visión, ahora se las tendrá que arreglar para sacar adelante la misma carrera de su abuelo. Y cumplir con las exigencias para no perder el beneficio que la convierte en la primera mujer en estudiar gratuitamente en la Casa de Bello después de 35 años.

LA PRIMERA MUJER CON GRATUIDAD

Milenka ingresó a la Universidad de Chile a través de la admisión especial para estudiantes ciegos y quienes hayan cursado estudios en el extranjero. Fue el mismo día y a la misma hora en la que le correspondía dar la PSU de Historia. Y la respondió en poco más de tres horas y de manera oral frente a un instructor que le iba leyendo las preguntas.

La flamante estudiante universitaria dice que eso no le ayudó mucho, que lo ideal era haber dado una prueba macrotipo (con letra Arial 24). “Cuando uno lee y no entiende se puede devolver. Acá me leían todo y eso nos atrasó caleta”, dice.

Pero lo importante es que aprobó y a inicios de esta semana, después que le avisaran que podría ingresar a la universidad, la volvieron a llamar para darle una mejor noticia: según sus antecedentes, cumplía con los requisitos para acceder a la gratuidad universitaria desde 2016.

Tanto Milenka como Mariela reconocen que fue un alivio gigante y que hasta la llamada de principios de esta semana le tenían más fe a los créditos y becas para que pudiera estudiar, antes que poder estudiar de manera gratuita. Junto a su pareja, ya estaban preparándose para apretar el cinturón y arreglárselas para que pudiera estudiar tranquila.

Actualmente, la joven vive con su mamá y su padrastro. Mariela es dueña de casa y hasta hace un tiempo atrás se dedicaba a criar perros yorkshire. Había pensado incluso en volver a dedicarse a eso para pagar la diferencia entre la beca a la que podía acceder y el arancel real de Derecho en la U. de Chile, que supera los 4 millones de pesos. Pero ya se sacó ese peso de encima.

“Empezamos el año pasado a llenar formularios FUAS (Formulario de Postulación a las Ayudas Estudiantiles del Estado) y a consultar a becas y créditos. Estábamos postulando a una beca de discapacidad. No veíamos otra alternativa, hasta que nos llamaron y nos dijeron que estaba dentro de la gratuidad, que no iba a pagar ni mensualidad ni matrícula. Pensamos que igual íbamos a tener que pagar una diferencia, porque la carrera vale más de 4 millones de pesos anuales, pero no. Va a estudiar completamente gratis”, dice Mariela, su mamá.

Para Milenka el mecanismo para dar gratuidad desde este año es un poco confuso. Hasta hoy dice no entenderlo mucho. Además, dice no haber podido ir a ninguna marcha, por precaución, y reclama que en el colegio no se habló mucho de ese tema. Incluso señala que por un compañero que era “más movido” que el resto se habló del paro de profesores a mitad de año en el establecimiento. Si no, nada.

Aún así, tiene un discurso claro sobre la gratuidad. “Creo que está bien la gratuidad, pero debería ser para todos, no para algunos. Y hablo de todos, todos. Que estudien gratis, sin diferencias entre el que tiene más o el que tiene menos plata. Si nadie sabe lo que le puede pasar después”, señala.

También dice dice no estar muy de acuerdo con la PSU. “No creo que mida tus capacidades. No creo que deba ser la forma para el ingreso a la universidad. Si todos tenemos las mismas capacidades, independiente de algunas dificultades”, agrega.

Además reconoce que sólo el año recién pasado se decidió a estudiar Derecho. Antes incluso barajó estudiar gastronomía y actuación. “Sinceramente, me decidí el año pasado porque el primer semestre no estaba completamente decidida”.

Pero al final encontró lo que quería. Ahora se encuentra de vacaciones en Olmué, donde vive su abuela, y luego irá con su familia unos días a La Serena. El 20 de marzo deberá estar en la histórica sede de Pío Nono para iniciar su carrera.

Milenka Cortés

UNA HISTORIA DE INCLUSIÓN

La mamá de Milenka, Mariela Caro, dice que mientras iba creciendo se dieron cuenta que la ceguera de su hija no era completa, que podía distinguir colores y podía evitar algunos obstáculos al interior del hogar. Por esa razón, Mariela la inscribió en un jardín infantil público y no en una institución especial para ciegos.

Sin embargo, en ese mismo establecimiento le recomendaron que buscara un colegio especial a la hora de entrar a la educación básica, en 2004. Estuvo en el Colegio de Ciegos Santa Lucía, un establecimiento ligado a la Fundación Luz y que nació del Hogar de Ciegos Santa Lucía, una entidad creada por un grupo de personas entre las que se encontraba la escritora Marcela Paz, autora de la saga Papelucho.

De esa experiencia, Mariela dice estar muy agradecida, pero a la larga no se ajustó a las necesidades de Milenka. Ella quería más y al correr los años sentía que iba más lento de lo que ella esperada.

“Le facilitaron la vida, no se la complicaron. Y eso la hizo retroceder en algunas cosas. Era otro mundo. Todos tenían alguna discapacidad visual. Después se enfrentó al mundo real”, cuenta. Y en Octavo Básico decidió cambiarse al Colegio Chile, donde reciben a algunos alumnos ciegos en sus aulas.

Ahí el cambio fue brusco. Milenka pasó de tener 6 compañeros a compartir con otros 44 niños y niñas en la sala de clases. Y se enfrentó a materias mucho más difíciles que las que tenía en su anterior colegio.

“Cuando entré al ‘Chile’ me di cuenta. La mala base que tenía me persiguió. En Matemáticas me costó más y me cuesta hasta hoy día jaja”, cuenta. Incluso tuvo un profesor voluntario de la Corporación de Ciegos que le hacía clases particulares en su casa, para exigirle más y equipararla con el resto.

Sobre eso, Milenka también tiene una opinión muy drástica. “Los colegios especiales no deberían existir. En un colegio debe haber integración o inclusión, debe haber apoyo, pero yo me di cuenta que al estar aislado uno no puede avanzar mucho”, dice.

La estudiante dice que en esa transición fue fundamental el grupo al que ingresó. “La verdad es que no me incluí yo, ellos me fueron incluyendo. De a poco me fui haciendo amiga y cosas así. En la materia del colegio tenía dificultades en Inglés, también porque tenía mala base. En Matemáticas también me ayudaban. Otros profesores sólo me ampliaban la letra en las pruebas y yo creo que eso igual está bien, dependiendo del ramo. Que no te ayuden tanto porque si no no tiene gracia”.

Además, valora la relación que tuvo con sus compañeros. Dice que nunca la limitaron, que entendían que hay cosas que le cuestan más y le ayudan, pero ellos no me dicen que hay cosas que no puedo hacer. “Algo como ‘oye, tú tenis una discapacidad y no podis salir a carretear o a la disco con nosotras’, no. Ellas siempre me invitan”, dice riéndose.

PARA AYUDAR

Ahora Milenka tendrá dos meses de descanso, antes de ingresar a la edificio en Pío Nono 1. Dice que intentará mezclar entre la lectura y los audiolibros para estudiar, para que no le duela la cabeza haciendo trabajar tanto la vista.

Ahí podrá seguir el ejemplo de su abuelo, quien le comentó varias veces a su hija que había tenido un compañero de generación no vidente que terminó siendo el primero en titularse.

Ahora, sobre su futuro, prefiere no aventurar en qué rama del Derecho se especializará y responde con humildad. “Primero tengo que estudiar para dar una buena respuesta, pero sí me gustaría tener un trabajo fijo y a la vez ayudar a las personas. Pero en qué desarrollarme, aún no lo sé. Si lo digo ahora estaría inventando”, dice.

“Es que hay mucho abogados que son malos, se aprovechan de la gente, les cobran muy caro. Gente que no tiene tanta plata y les cobran muy caro. Y yo, si una persona no tiene tanto dinero, quiero cobrarle lo que me pueda pagar. Si el tema es ayudarlo, no perjudicarlo. Los problemas legales a la gente le hacen mal también. Me gustaría ayudar”

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