Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Opinión

27 de Enero de 2016

Carta abierta a Jaime Orpis (Del chorreo al choreo hay una R menos)

El chaquetero Andueza te cambió el nombre. Te puso Jaime Torpis. Decía: “Orpis parece un caballo corriendo con anteojeras”. Todos somos torpes, Andueza. Nos adoctrinaron con mentalidad de llegar a la meta. El más torpe de todos soy yo. Diego Maquieira escribe: “Nos educaron para atrás padre / mucho Concilio de Trento y malos para la cama”. Es una mentalidad monstruosa. La monstruosa mentalidad crecimiento económico ilimitado chorreante. Cantan León Gieco y Mercedes Sosa : “Solo le pido a Dios / que la guerra no me sea indiferente/ es un monstruo grande y pisa fuerte”.

Erick Pohlhammer
Erick Pohlhammer
Por

orpis
Me acuerdo de ti, Jaime Orpis, corriendo el steeplechase, allá por esos frescos prados verdes del Grange School, yendo en punta, estilo Jorge Grosser. Qué larga carrera. Vas sorteando vallas, ágil y airoso, brincando palos horizontales olorosos a pinos. Ganabas casi siempre. Y aunque yo era Colour Captain de los Light Greys y tú de los Dark Blues, si mal no recuerdo, y nunca fuimos yuntas, nunca fuimos a un bar a pegarnos un pencazo de vodka, o bailar con minocas a las Brujas, me caías la raja, te quería caleta, como lo sigo haciendo. Veo la foto de tu rostro -el rastro del dolor en ese rostro- llenando la portada de La Segunda y leo impactado: “DESAFORADO POR CUATRO DELITOS. Pleno de la Corte de Apelaciones le dio pase a la Fiscalía para formalizar al senador Jaime Orpis por lavado de activos, cohecho, boletas ideológicamente falsas y fraude al fisco”.

Cuando el Dunalastair se fusionó con el Grange, año 1970 y llegó un cardumen de mujeres, coincidimos en esto: la Miss Universo era Tamara Avetikián. Tamara se casó con Arturo Fontaine Talavera. La enamoró con este terso verso suave y sugerente: “Pasan a veces mis ojos por tus ojos / no te preocupes es lo único que pasa”.

El chaquetero Andueza te cambió el nombre. Te puso Jaime Torpis. Decía: “Orpis parece un caballo corriendo con anteojeras”. Todos somos torpes, Andueza. Nos adoctrinaron con mentalidad de llegar a la meta. El más torpe de todos soy yo. Diego Maquieira escribe: “Nos educaron para atrás padre / mucho Concilio de Trento y malos para la cama”.
Es una mentalidad monstruosa. La monstruosa mentalidad crecimiento económico ilimitado chorreante. Cantan León Gieco y Mercedes Sosa : “Solo le pido a Dios / que la guerra no me sea indiferente/ es un monstruo grande y pisa fuerte”.

La era industrial es monstruosa Jaime, sin desarrollo sustentable. No son panfletos de ideologías izquierdistas solamente.

Del chorreo al choreo hay una R menos. La espuma de aquella cerveza que chorreaba ayer, ahora chorrea hacia el vaso de abajo: lo codicioso es que ese vaso también es mío: el chorreo-choreo cae para mí mismo, no para el sediento. “Bienaventurados los sedientos de justicia”.

***

Cuando un equipo de fútbol anda mal, técnicos y comentaristas dicen: “hay que cambiarle la mentalidad a este equipo”. Fernando Riera y Marcelo Bielsa “le cambiaron la mentalidad al fútbol chileno”. ¿Quién le cambiará la mentalidad a este Chile desconcertado?

La utopía anarquista: desaparición del sistema capitalista o marxista o del sistema que sea. Es la palabra “sistema” la conflictiva. Pero uno observa con telescopio el Sistema Solar y lo encuentra maravilloso. Y observa con lupa el sistema lingüístico con la mirada de Ferdinand de Saussure, o el sistema de juego actual del Barcelona y se pone más taoísta cósmico que anarquista ortodoxo.

Empecemos por algo. Es la mentalidad, querido Jaime Orpis, no el sistema en sí mismo. Empecemos por un pequeño cambio de mentalidad: de la mentalidad de llegar a la meta a la mentalidad de proceso: el trabajador opera con bienestar y la calidad de la producción mejora, con conciencia planetaria ambientalista y participativa. ¿Qué piensas tú, ahora que quizá, en un año de calma, piensas?

Alcanzada la meta, viene el vacío. En vez de Estudios Académicos hablamos de “carreras universitarias”. Los poetas Beat -Ginsberg, Corso- inventaron el giro: “The rats race”. O como le llamo yo, jugando al yo-yo. La carrera ruin de las rapidísimas ratas sarnosas roedoras rimbombantes. El éxito, Jaime, no es ganar más plata. El éxito es disfrutar la vida. La plata -en buenas manos- es un instrumento útil. El desastre ocurre cuando me hago un instrumento útil del dinero, y tú lo sabes, y hablamos alguna vez de esto, y coincidíamos, en la fosa de salto alto, llena de aserrín, pegadita a la interminable avenida Príncipe de Gales.

La meta, cuando no da vida, mata.

Duele. Me clava como una espina en el costado tu desafuero. Porque te quiero caleta Jaime Orpis.

Un ego malcriado es un saco roto. Un saco de papas lleno de millones de hoyos del porte de una papa enorme.
Caen a piso todas las papas que entran. Y venga otra camionada de papas entonces. Tengo un millón de pesos: codicio ahora tres. Tengo tres, ahora cinco. Codicio treinta. Un río de oro en la cuenta corriente y es poco, mister ego trip ansía cien millones. Trescientos millones, ochocientos millones. Siempre es poco para el ego loco.
Si el pez supiera que hay un anzuelo oculto en la carnada…

Por eso, como budista zen, rezo a cada rato esta antigua oración cristiana: “No nos dejes caer en la tentación, amén”.

Hay que ser muy saco de papas como para vivir pisando el palito. “Stop, in the name of love”. (The Beatles).
Julio Iglesias: “La izquierda y la derecha están absoletas ya a estas alturas de la historia”.

***

Jaime Orpis, atleta. En esta frase estoy lloroso: proso a toda prisa esta oración llorando porque parto a Venecia. El avión sale a las cuatro. Lloro por tanta absurda calamidad. Lloro por esta corta carta que me expone y te sobreexpone, con todo lo sobreexpuesto que ya estás, desaforado y todo, pero sirva, digo yo, de lección. Una oleada de corrupción, asola y azota las costas de nuestra sospechosa política chilena. Esta corta carta se resume en esto: cortémosla.

Cortémosla entre todos: volvamos a los sabios, a Lin Yutang, a Bertrand Russell, a Chita Cruz (humirdá), a Séneca, a Gonzalo de Berceo. Sí al poema, no al verseo. Ayer justamente, en Olmué, Manolito, el quiosquero, argumentaba emputecido a una iñora clienta: “Si tenís lo suficiente pa vivir, ¿pa qué querís más por la rechucha de su madre? ¡Puta que estoy enojao con estos políticos sinvergüenzas!”. Intervine: “Orpis es buena persona, se equivocó, cayó en la trampita, lo entiendo, a mí también me enrabia”. Y el quiosquero: ¡Ya cállese, y váyase! Y me fui en bicicleta hasta Concón y nadé una hora sin parar. Tendido y raja en la arena, pensé en este verso de Jaime Quezada: “Ya no los perdones, Señor. Ellos ya saben lo que hacen.”

Más bajo, ¿dónde? Tocamos fondo. No mentía Nietszche cuando anunciaba la victoria final del nihilismo sobre la faz de la Tierra. Pregunta: ¿Amoralidad y nihilismo son lo mismo? Tampoco mentía Marx cuando predecía: “En la última fase del capitalismo se pierde toda moral”. Ni el feroz poeta de la compasión absoluta y Maestro de luz eterna interna, Jesucristo Superstar, cuando dijo en el Sermón de la Montaña: “Todo lo escondido será revelado”.
La pregunta que yo te hago es esta. Y me encantaría, me encantaría que imaginaras que vas corriendo, cruzas la meta, victorioso, caminas mojado a las duchas y bajo el chorro de dicha que es una ducha a chorros reconfortante y fresca, respondes a esta pregunta, con una contracarta abierta.

¿Cómo paramos la oleada de la codicia desenfrenada, sin freno ni de mano, y la desterramos del corazón humano, como a una raíz podrida, como a la raíz putrefacta de una muela que duele muchísimo, empezando por casa? Por Chile, desde luego.

Podemos estar todos equivocados. Tu abogado, Jaime, puede tener razón cuando señala: “Absolutamente falso (…) El Senador actuó en forma independiente, en contra de los intereses de la empresa”. (Eso suena extrañísimo. ¿Qué empresa sería amiga de alguien que atenta contra sus intereses?). Más allá de la casuística y englobando: la peste de la amoralidad nihilista es un dato de la causa. Está ahí. Aquí. Dentro de mí. Dentro de ti. Quien esté libre de nihilismo que arroje la primera piedra. Libre de usura que se haga una tonsura. Haga leña del árbol caído, se le incendie la Peña. Te quiero Jaime Orpis.

Notas relacionadas