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Opinión

31 de Enero de 2016

Carlos Peña sobre Bachelet y Caval: “Cuando lo personal es político (…) ella misma se vuelve emoción y todo se confunde”

“En la figura de la Presidenta Bachelet, en cambio, se han mezclado siempre, para bien y para mal, la persona de la política con la simple personalidad que la habita. El resultado ha sido a veces magnífico (nunca ha habido en Chile una política en la que casi todos se reconocían, como ocurrió con ella), pero también, como lo ha mostrado el caso Caval, puede ser terrible”, explicó en su columna en El Mercurio.

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Entre lo sicológico y lo político. Así analizó esta semana el columnista de El Mercurio Carlos Peña, las palabras que Bachelet pronunció en La Moneda, después de la formalización de su nuera, Natalia Compagnón, por delitos tributarios en el caso Caval.

Peña apuntó a que si bien la Mandataria contuvo sus lágrimas al hablar a la ciudadanía, le resultó difícil “derrotar la emoción”, atendido a que su familia más cercana es la que se ve involucrada en un caso de corrupción, ya que su hijo Sebastián Dávalos, es precisamente el esposo de Compagnón.

“Porque es probable que sus lágrimas (que no se derramaron, pero que tampoco lograron ocultarse) fueran no solo por su familia herida, sino también por el significado político de este hecho. Es verdad, como el Gobierno se ha empeñado en subrayar (con más énfasis que imaginación) que la formalización de Natalia Compagnón muestra que en Chile hay igualdad ante la ley; pero también es cierto que el país no necesitaba que un miembro de la familia presidencial fuera acusada de fraude tributario y organizara una empresa de pícaros para comprobarlo”, escribió el académico..

Peña insiste en que para Bachelet le es difícil “discernir, separar, distinguir” su personalidad política, versus la personal.

“En la figura de la Presidenta Bachelet, en cambio, se han mezclado siempre, para bien y para mal, la persona de la política con la simple personalidad que la habita. El resultado ha sido a veces magnífico (nunca ha habido en Chile una política en la que casi todos se reconocían, como ocurrió con ella), pero también, como lo ha mostrado el caso Caval, puede ser terrible”, explicó.

E insistió: “¿Cómo confiar en esa elección si su afecto le impide, hasta ahora, emitir el menor juicio crítico sobre el caso Caval? Cuando la afectividad se extiende a todas las esferas de la vida, sin dejar a salvo ninguna, la racionalidad instrumental o política, la frialdad que se admira en el político crudo (por ejemplo Mirabeau, de quien se decía que la razón de su éxito político era la ausencia de virtudes personales) queda sin función alguna. Cuando lo personal es político, la política pierde su función de racionalizar las emociones, ella misma se vuelve emoción y todo se confunde”.

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