Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Planeta

31 de Enero de 2016

El desperdicio alimentario que carcome a Chile

El despilfarro de comida en el país es un problema del que no se sabe mucho, ya sea por las pocas investigaciones al respecto o el poco interés de la gente. Pero esta situación tiene un fuerte impacto negativo en varios puntos de la vida cotidiana, tanto en el medioambiente como en el bolsillo de cada uno. Actualmente, la legislación está lejos de ayudar a solucionar esta crisis, los ciudadanos en general no hacen mucho más y los alimentos que aún podrían consumirse se siguen acumulando en los vertederos, desechados sólo por deformidades, manchas, o por ser centímetros más pequeños o más grandes de lo establecido por el mercado.

Por

Fruta

Según el estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “Pérdidas y Desperdicios de Alimento en el Mundo”, alrededor de un tercio de la producción de alimentos para el consumo humano en todo el mundo termina en la basura, lo que equivale a aproximadamente 1300 millones de toneladas al año.

Pero esto implica no sólo un desperdicio de comida, sino también de recursos destinados a la producción de los alimentos orgánicos, como agua, tierra, fertilizantes, mano de obra, entre otros; un uso innecesario del espacio de los vertederos; pérdida de dinero de los productores, vendedores y consumidores; y una emisión de gases y líquidos contaminantes en vano.

De hecho, según la misma investigación, la huella de carbono de los alimentos producidos que no son consumidos se estima en 3.300 millones de toneladas de CO2, lo que equivale al consumo del tercer emisor de CO2 más grande del mundo después de Estados Unidos y China.

FAO Fact 3

A nivel global, el consumo de recursos de aguas superficiales y subterráneas utilizada para producir comida desperdiciada es de 250 km3 aproximadamente. Esto a la vez implica la utilización de 1,4 mil millones hectáreas de tierra, que representa cerca del 30% de todo la superficie agrícola del planeta.

La FAO asegura que si esta problemática se resolviera en América Latina y el Caribe, alcanzaría para alimentar a casi diez veces el total de personas que sufren hambre.

Actualmente son escasas las investigaciones en Chile que puedan graficar el desperdicio alimentario, algo que también representa un problema al momento de querer revertir la situación.

Hasta ahora, las principales son el anteriormente mencionado estudio de la FAO, realizado en 2015, que entrega una mirada más general de América Latina y el Caribe; y la encuesta “Cuánto alimento desperdician los chilenos”, realizada por la Universidad de Talca en 2011.

Según este último sondeo, el 64% de las personas encuestadas señalan que compran lo necesario para el mes, sin embargo 26% de ellas dice comprar demás.


Este resulta ser uno de los varios detonantes que explican la raíz del problema.

Según el mismo estudio de la CEOC-UTalca, “el 95% de las personas piensa que el botar comida acumulada en el refrigerador es una práctica normal y sólo el 5,1% señala que es algo que nunca ocurre. Siendo que para un tercio de los encuestados es una práctica tan frecuente como por lo menos una vez a la semana”.

La principal razón de esta innecesaria acumulación sería el olvido de que la comida estaba ahí, una opción que eligió el 58% de los encuestados.

Pero la primera etapa en la cadena del desperdicio no sería esta, sino la producción del alimento.

Según, Gonzalo Jiménez de RecuperaLab -una fundación en Chile que busca que la gente y las autoridades conozcan este problema-, las exigencias cosméticas que se nos ha impuesto sobre la fruta y la verdura, hace que muchos productores desechen estos alimentos por no tener las condiciones físicas aptas para el mercado, aún cuando son perfectamente comestibles y tienen buen sabor.

Centímetros más chica o más grande, deformidades, manchas y otras características de este tipo hacen que mucha comida se quede en el campo. Sobre todo porque gran parte de la producción agrícola está destinada a la exportación.

“Una naranja bonita y una fea dan el mismo jugo delicioso, pero lamentablemente por las exigencias del mercado tenemos el ojo súper entrenado. Incluso yo, cuando voy a la feria o al supermercado me tengo que forzar a elegir las frutas que no son tan bonitas como esta imagen mental que nos creó el mercado, porque si yo no los compro nadie los va a comprar”, cuenta el activista.

FAO fact 2

La investigación realizada por la FAO incluye un estudio de las pérdidas en arroz, lechuga y papa a nivel de productores, por ser éstos alimentos relevantes dentro de la dieta chilena.

Se pierden

Según lo analizado, 140,4 toneladas de arroz son desechadas al año, lo que se traduce en $US 12.066 (8 millones 680 mil pesos chilenos) de pérdidas anuales, un equivalente a botar 9 mil porciones semanales.

Mientras que 16.550 lechugas se pierden por hectárea, lo que significa una pérdida de $US 2.422 (1 millón 742 mil pesos chilenos) por esa misma hectárea.

Respecto a la papa, 1,08 toneladas se pierden por hectárea, perdiendo así $US 244,5 (176 mil pesos chilenos).

Una segunda etapa de desperdicio ocurre en los supermercados, ferias o vendedores, donde todo lo que no se vendió es desechado. Por ejemplo, el mismo estudio de la FAO señala 13,4 kg de papa se pierden en la comercialización.

¿QUÉ HACER CON MIS SOBRAS?

Otro factor que potencia esta problemática es la desinformación y/o la poca motivación de la gente en sus hogares por utilizar o reciclar los alimentos que comienzan a descomponerse.

Frente a esto, RecuperaLab propone una pirámide invertida sobre el orden de lo que se debe hacer con la comida que sobra en nuestros hogares.

Esta sugerencia viene de la idea del “upcycling”, una de las bases sobre las que se sostiene dicha fundación.

“Cuando sembramos y cosechamos, el objetivo es alimentar a la gente; el ‘upcycling’ viene de conectarnos con ese origen primario de los alimentos: si dejé un guiso, efectivamente sirve para hacer compost, pero qué pasa si con un uso creativo le puedo dar mayor valor a ese guiso: hacer croquetas, tortillas, etc; es salir de esta mentalidad demasiado práctica”, explica Gonzalo Jiménez.

Pero si las opciones de utilizar las “sobras” para hacer otras comidas o de dárselas a un animal son descartadas, hacer composta también es una alternativa para evitar que esa comida termine en el vertedero.

Claudia Santibáñez, especialista en manejo de residuos orgánicos de la Escuela de Agronomía de la Universidad Mayor, explica que el compostaje es un proceso que permite obtener abono orgánico para el suelo, enriqueciéndolo con nutrientes.

Asimismo, cuenta que otro residuo reciclable es el aceite. “En muchos países, lo que se está haciendo es que esos aceites se filtran y se reprocesan, convirtiéndolos en biodiesel, que es un combustible renovable que puede reemplazar al petróleo, por lo tanto tendríamos una fuente de energía renovable”, aclara.

“Alternativamente, también se podría obtener una fuente de energía renovable si estos residuos se sometieran a un proceso de digestión anaeróbica: los residuos orgánicos se ponen dentro de un reactor cerrado donde éstos se pueden descomponer sin oxígeno, y con eso se puede generar metano -o biogás-, lo que se puede usar en reemplazo del gas natural”, agrega.

ATENTADO CONTRA LA NATURALEZA

Otra de las grandes consecuencias que tiene el desperdicio alimentario es el impacto negativo en el medioambiente.

Santibáñez señala que “el principal problema que genera la basura orgánica es la emisión de metano, que es un gas de efecto invernadero y que por lo tanto contribuye al calentamiento global del planeta”.

“Otro punto importante, es que al descomponerse, también generan líquidos percolados, que pueden contaminar, por ejemplo, a las napas subterráneas”, asegura.

Según la especialista, este “es un problema bien relevante porque las napas son una reserva importante que se utiliza para la extracción de agua en la agricultura. Además en muchos lugares la gente se abastece de esa agua. El problema que tiene es que las napas se consideran un recurso no renovable, porque la tasa de recambio que tiene es muy lenta, entonces una vez que se contamina una recuperarla es prácticamente imposible, al menos en el corto plazo”.

La ingeniera agrónoma plantea que un problema también es la acumulación de basura en los vertederos.

“Establecer un nuevo relleno sanitario -o vertedero- es súper complejo, porque nadie quiere tener un vertedero cerca de su casa. Pero mientras más residuos echamos a los rellenos sanitarios, la vida útil es más corta, por lo tanto hay que hacer un nuevo relleno, y hay que ir haciéndolos más lejos, y eso también tiene un costo de transporte asociado que se va haciendo más alto”, consigna.

Fruta2

UNA LEY PARA CHILE

A raíz de este problema que afecta al país, los senadores Guido Girardi y Manuel José Ossandón presentaron en julio del año pasado un proyecto de ley que modifica el Código Sanitario en materia de disposición de alimentos para evitar su desperdicio.

En primer lugar, el proyecto propone disponer “que los establecimientos comerciales donde se vendan y consuman alimentos preparados, tales como restaurantes, fuentes de soda y locales de comida rápida, deberán ofrecer a sus clientes la posibilidad de llevar los alimentos no consumidos”, según se lee en el documento oficial.

Asimismo, plantea prohibir “la destrucción de alimentos que, no obstante haber perdido su valor comercial debido a circunstancias como mal embalaje, envases dañados o defectuosos, mala rotulación o proximidad del vencimiento, se encuentran aptos para el consumo o el uso humano”.

Además, establece “para los supermercados de más de 100 metros cuadrados, la obligación de donar los alimentos mal rotulados, con defectos de empaque o por vencer a organizaciones de caridad o destinar su uso como alimentación animal o compost agrícola”, finaliza.

Girardi defiende su propuesta diciendo que, entre otros impactos negativos, estos alimentos que se pierden significan una cantidad inmensa de plaguicidas que no cumplieron su objetivo y que están destruyendo los suelos.

“Los plaguicidas matan las bacterias y los gusanos, que son los que le dan vida a los suelos. Y también matan a los polinizadores -como las abejas-; se calcula que la pérdida de polinizadores puede disminuir en un 35% la generación de alimentos vegetales”, asegura.

Agrega que otro gran problema es que el desperdicio encarece a los alimentos, “porque si los alimentos que se pierden estuvieran en el mercado, haría que los precios fueran más bajos. Actualmente se está catalogando a los alimentos como productos escasos”.

En la misma línea económica, el proyecto presentado por los senadores considera que “somos un país con una gran parte de la población con ingresos bajos (53,5% de los trabajadores chilenos perciben menos de $300.000 y el 70% menos de $426.000 líquidos) (…) y por lo menos 1 de cada 7 personas pasa hambre o come deficientemente cada día”.

Con esto, la iniciativa argumenta que “el país no está en condiciones medioambientales, económicas ni éticas para perder tal cantidad de alimentos”.

Fruta3

En relación a los restaurantes y comercios, en el mismo documento se expone que éstos “trabajan con un 58% más de la comida que realmente necesitan (…). Eso te traduce en que en Chile se generan 1.62 millones de toneladas de basura de residuos de alimentos cada año, lo que significa que, para el 2025, podríamos estar produciendo 2,25 millones de toneladas de desperdicios”.

PODER CIUDADANO

Para hacerle frente a esta inminente crisis, han surgido diferentes organizaciones que, al igual que RecuperaLab, buscan generar conciencia a través de actos concretos.

En el lado más oficial se encuentra Red de Alimentos, el primer banco de alimentos en Chile.

Los bancos de alimentos son instituciones que rescatan comida desde las empresas productoras, distribuidoras o comercializadoras que están aptos para el consumo humano y que de otra forma sería desechada.

La institución explica que uno de los desafíos que se le presentaron al momento de querer contribuir a cambiar esta situación en el país es que “lamentablemente la normativa tributaria era muy restrictiva y si una empresa tenía alimentos no comercializables, pero aptos para su consumo y los donaba, era gasto rechazado -es decir, se le cobraba un impuesto extra-, y para descontarlo como gasto los tenía que destruir; ambas cosas incentivaban la destrucción de alimentos por sobre la entrega”.

Fue ahí que Carlos Ingham, presidente y fundador de Red de Alimentos, “recurrió a diversas autoridades, y finalmente, después de 7 años, fue creada la Circular Nº54 y la Resolución Nº129, actualmente Resolución Nº59 del SII. Ambas, acreditan la entrega de alimentos 100% aptos para el consumo humano aunque no comercializables por alguna razón (como errores en el color o en el texto de etiqueta, fin de la licencia de uso, fecha próxima de vencimiento, etc.). Con esta normativa, se igualó el tratamiento tributario de destruir alimentos con el fin de entregarlos a alguna institución sin fines de lucro”.

Asimismo, existen las agrupaciones de iniciativas ciudadanas, como Disco Sopa, una fiesta contra el desperdicio alimentario, que recolecta la verdura y fruta que será desechada en ferias libres y la pone a disposición de voluntarios que la cocinan o la hacen jugo, para luego compartirla al ritmo la música en vivo.

Disco Sopa

Kathy Evert, una de las gestoras en Chile de este movimiento internacional que se originó en Alemania, aclara que “cualquier persona se puede integrar al grupo y puede colaborar de la forma que más le convenga, desde ser parte del equipo y mover la redes sociales, hasta ser voluntario el día del evento o difundir el movimiento. La idea es que todos juntos hagamos algo contra el desperdicio”.

Evert cuenta que a los eventos que realizan asisten unas 200 personas y que aproximadamente rescatan entre 100 y 150 kilos de comida que iba a ser botada, con la que hacen jugos de fruta, zapallos italianos, guisos de zanahoria, apio y de otros vegetales que se reúnan.

Disco Sopa2

“Nosotros como ciudadanos somos también responsables y podemos hacer muchas cosas. Por ejemplo, cuando contratas un servicio de catering, toda la comida que sobra en esos eventos las empresas generalmente las botan y no se las dan a sus empleados, termina en la basura, y tú también estás botando tu plata; tú también puedes exigirle a esa empresa que haga algo con esa comida. Si no te la quieres llevar tú, regalársela a tus invitados, que la donen o lo que sea”, propone la activista.

Para el próximo evento, Disco Sopa se trasladará al Cerro Alegre de Valparaíso. La invitación es para el domingo 14 de febrero, de 14:00 a 18:00 horas en el Hostal Voyage (Leighton #229). Puedes revisar los detalles de la invitación AQUÍ.

Otra iniciativa ciudadana es Olla Rabbani, un voluntariado sin fines de lucro que, a diferencia de Disco Sopa, tiene como propósito principal alimentar a la gente en situación de calle con los alimentos que recuperan en las ferias libres, aunque cualquier persona es bienvenida a comer.

Olla Rabbani

Olla Rabbani es una iniciativa de los seguidores del culto Sufi -proveniente del Islam- que se hace hace miles de años en Turquía, según cuenta Javiera Piriz, quien forma parte de esta agrupación que lleva casi tres años funcionando.

Piriz declara que al mes se cocinan unas mil porciones gracias a los 100 kilos aproximados que reúnen de comida todos los jueves en una feria ñuñoína, en Santiago, para luego cocinarla los viernes en las afueras de La Vega Central.

Hasta aquí llegan inmigrantes, gente en situación de calle y empleados con terno y corbata.

“Uno la comida la trata como plástico, pero si estoy botando comida, estoy botando recursos. Y además está la paradoja de la gente que no tiene qué comer. Pero una vez que se te inserta el chip [contra el desperdicio alimentario] ya vas a tener siempre esa inquietud; hay que despertar ese estado inconsciencia”, invita la activista.

Otra forma de contribuir a la extinción del desperdicio de alimentos es hacerlo de forma independiente. Como Isabel Zenteno, quien el 2013 inició un negocio llamado Tintorujo, como parte de su proyecto de título de la universidad.

Se trata de harina hecha del orujo de la uva, compuesto por el hollejo y las pepas de este fruto.

Tintorujo3

La diseñadora industrial explica “antes de que el orujo pase a ser un desecho, nosotros continuamos con el proceso mismo de la uva, cuando ya se le ha sacado todo el vino posible. A lo que queda, que es el orujo, nosotros le hacemos el proceso de secado y molienda”.

Según la emprendedora, tiene un fuerte sabor a vino, un color burdeo intenso y es un poco más gruesa que la harina más tradicional. Además, es rica en fibra y antioxidantes.

La idea, explica la ex alumna de la Universidad Diego Portales, es mezclar esta harina de orujo con cualquier otra -de trigo, arroz, almendras u otra-.

Principalmente se pueden hacer masas, usarla como condimento o aditivo para las comidas, como el yogurt o el helado, por ejemplo.

Tiene un valor de 7 mil pesos los 400 gramos y se le echa entre un 10 a 20% de lo que se echa de una normal. “Por ejemplo, si la receta necesita un kilo de harina, le echas como mucho 200 gramos de harina de orujo, incluso le puedes echar 100”, indica Zenteno.

“Puede que Tintorujo apunte a un público más elitista porque todavía tiene procesos muy artesanales y es una empresa muy chica. Pero el día de mañana, a mí como Isabel me gustaría que se puedan usar los descartes que están siendo mal aprovechados, cosa de poder alimentar a más bocas”, relata.

TIPS ANTI DESPERDICIO

Javiera Piriz, quien además de participar en Olla Rabbani es también una de las fundadoras de RecuperaLab, entrega una serie de datos útiles para evitar el despilfarro alimentario:

– Compra realmente la cantidad de alimentos que necesitas.

– Mantén la puerta del refrigerador abierta el menos tiempo posible, así conservas el frío y el estado de tus alimentos.

– No guardes la comida cuando aún esté caliente, ya que el alimento se descompone con mayor facilidad.

– Al guardar comida debe guardarse en envases herméticos para evitar la contaminación cruzada.

– Almacena los alimentos según sus condiciones de frío, calor, y en un lugar seco.

– Rota los alimentos, pon delante lo comprado anteriormente y detrás lo nuevos.

– Si tienes una lechuga deshidratada o lacia, ponla en agua y estará como nueva.

-Si pones a los champiñones en bolsas de papel café duplicarás su vida.

-Las papas y cebollas se guardan en un lugar oscuro y apartado del resto de los vegetales.

-Si tienes pan duro, mójalo y ponlo en el horno. ¡Queda como nuevo!

– Haz nuevas recetas con los alimentos que quedan de los almuerzos o cenas.

– Si cocinaste mucho… ¡congela! ahorras trabajo esos días sin ánimo.

– Comparte: ¿has pensado que un colega, el portero o cualquiera que esté cerca puede tener hambre? Antes de tirar esa fruta, pan o café, mira a tu alrededor.

– ¿Hay plantas en tu oficina? ¡aman los restos de té y café!

– Si comes en restoranes, pide tu “doggy bag” o llévala desde tu casa. ¡No pierdas lo que quedó en el plato! incluso alguien en la calle puede estar feliz con tu media porción.

– ¿No estás con mucha hambre? no aceptes la panera si no vas a comer todo porque deben botar lo que queda, y pregunta si puedes pedir media porción. Tú quedarás bien y evitas el despilfarro.

– Acércate a tu supermercado, almacén o panadería más cercana y pregunta si puedes tomar los alimentos que serán desechados.

– Muchas personas e instituciones hacen recuperación en ferias libres. Es un espacio donde los feriantes ya están acostumbrados a los recuperadores.

Notas relacionadas