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Nacional

4 de Febrero de 2016

Lúcida crítica de Warnken al modelo: “Nuestras sociedades comienzan a parecerse a las células cancerígenas”

Asegura que el modelo de crecimiento, para no llamarlo de desarrollo, le saca lustre a la desproporción, con "malls gigantescos, edificios demenciales que destruyen el equilibrio de los barrios, consumismo inarmónico", en el que "florecen prácticas que tienen que ver con la ansiedad de crecer sin límites, como la colusión. Este crecimiento insano se refleja también en la obesidad mórbida de la población, en la voracidad de comer no por hambre, sino por gula".

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Haciendo gala de su condición de poeta, el académico y conductor de programas culturales, Cristián Warnken, ocupa una metáfora en su última columna en El Mercurio para criticar un modelo de sociedad que tilda como de “células cancerígenas”, que crece de manera desmedida, sin proporciones.

Para meterse de lleno en el asunto, Warnken alude a los crudos del café “Das Haus” en la calle O’Higgins de Valdivia, (más conocido como Café Haussman), local pequeño, de peregrinación, “de apenas cuatro mesas y una barra, que se ha mantenido prácticamente igual a sí mismo desde que abrió por primera vez, en 1959″, muy distinto a aquellos “que sucumben a la aspiración a ser más de lo que son, desperfilando su identidad y su carácter”.

En esa línea argumental, cita a las “farmacias que ofrecen bebidas y venden comestibles, restaurantes que imponen pantallas con transmisiones de televisión en directo para “entretener” a su clientela, librerías que venden ipads , etcétera”.

Según Warnken, “en estos tiempos en que la tentación mayor es “crecer” o “expandirse”, mantener el tamaño adecuado, la medida, es casi un acto de resistencia taoísta”.

Asegura que el modelo de crecimiento, para no llamarlo de desarrollo, le saca lustre a la desproporción, con “malls gigantescos, edificios demenciales que destruyen el equilibrio de los barrios, consumismo inarmónico”, en el que “florecen prácticas que tienen que ver con la ansiedad de crecer sin límites, como la colusión. Este crecimiento insano se refleja también en la obesidad mórbida de la población, en la voracidad de comer no por hambre, sino por gula”.

Entonces, como para cerrar su reflexión, el hombre de letras se pregunta “¿para qué queremos crecer tanto?”. “¿Es de verdad necesario crecer en forma desesperada o se puede crecer menos y vivir bien? En una civilización que está depredando el planeta, llenándolo de desechos, ¿es factible seguir creciendo de manera ilimitada? Nuestras sociedades comienzan a parecerse a las células cancerígenas, que crecen para destruir y matar. Por eso son importantes lugares como “Das Haus”, lares sagrados, hechos a la medida del hombre”.

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