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Nacional

14 de Febrero de 2016

Las confesiones de Daniel Jadue, alcalde PC: “no fumo, no tomo y no salgo, sólo gasto en libros y en música”

El pionero de las farmacias populares cuenta también que tuvo la intención de ser cura, pero que el quiebre se produjo con la figura del padre Raúl Hasbún. "Yo veía lo que pasaba en mi país y no podía entender que la Iglesia Católica se prestara para sostener a un comunicador público que legitimaba las violaciones a los derechos humanos". Dice que desde chico comenzó a militar en el PC y que su padre, un hombre de derecha y pinochetista, lo conminó a desafiliarse. "Me llamó para exigirme que me retirara de la política. Le dije que no había ninguna posibilidad".

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DANIEL JADUE

“Me di cuenta tarde que era adelantado. No sé si nerd es la palabra que define mi juventud. Yo era ratón de biblioteca, era extrovertido, pero también muy tímido”, confiesa el alcalde PC de Recoleta y pionero de las farmacias populares, Daniel Jadue, en la sección Manifiesto de La Tercera.

De militancia comunista desde temprana edad (12 años), dice que ya desde ese entonces “me preguntaba por qué los otros no se fijaban en las mismas cosas. Años después me di cuenta de que hubo mucho de precocidad en mí”.

Sobre su infancia, revela que “fue compleja, de dulce y de agraz. Estuvo marcada por lo que significa ser palestino en Chile y por la separación temprana de mis padres, situación que trajo consigo un alejamiento muy significativo de mi papá”.

Asegura que nunca ha tomado alcohol, y que más de alguna vez han tratado de curarlo.

“Una vez mis amigos me amarraron a una silla y me dieron ponche de una garrafa de cinco litros en Tongoy. No me acuerdo de nada más. Eso fue cuando salí de cuarto medio, pero nunca he tomado mi primer trago por gusto. No he tomado vino ni cerveza. Nunca he fumado tampoco. Cuando voy a cocteles y tengo que ser el primero en brindar, porque soy la autoridad, hago como que tomo. Hace un par de años, la que entonces era mi pareja me dijo que esto no podía ser así. Me dijo un día: hoy día te voy a curar. Llegamos a la casa y me dio un vaso de vino. Hasta ahí no más llegué”.

También cuenta que tuvo la intención de ser cura, pero el quiebre se produjo con la figura del padre Raúl Hasbún.

“Yo veía lo que pasaba en mi país y no podía entender que la Iglesia Católica se prestara para sostener a un comunicador público que legitimaba las violaciones a los derechos humanos. Para mí era incomprensible. En algún minuto de mi vida pensé en hacerme cura, pero veía, por un lado, a la Vicaría de la Solidaridad y, por el otro, a un conjunto de sacerdotes que eran casi defensores de las violaciones a los derechos humanos a brazo partido. Eso a cualquier persona relativamente consistente le generaba inmediatamente un quiebre”.

De vuelta a la relación con su padre, con el que comenzó a tener un reencuentro en 1991, revela que él (su padre) “era muy de derecha y muy pinochetista. Una vez, estando ya distanciados por la separación temprana que sufrió con mi mamá, me llamó para exigirme que me retirara de la política. Le dije que no había ninguna posibilidad. El ya no tenía ningún ascendiente sobre ninguna de las decisiones yo pudiera tomar. Yo siempre fui muy inquieto. En la comunidad palestina -de donde soy actualmente vocero-, hasta que uno es muy grande no tiene identidad propia, sino que eres el “hijo de”. Como yo no pude ser el “hijo de” porque mi papá se fue, empecé a buscar una identidad propia. En mi caso esa búsqueda se centró en la religión, y quise seguirla hasta que vi la luz roja que me salvó y por la que me metí a la política”.

Austeridad, ante todo

“No soy un gallo gastador, no soy trapero. Tengo camisas que tienen hasta 15 años. En la municipalidad me retan a cada rato para que me compre zapatos. Soy el gallo menos preocupado de la facha, porque no soy vanidoso, soy un desastre. Lo que sí hago -pero no para verme más joven- es cuidarme con la comida, porque soy un personaje bastante consciente y sano, pero soy un desastre en lo demás. Uso guayaberas, porque son lo más cómodo y lo que menos calor me da. Trato de eliminar esas complejidades de la vida. No gasto casi nada de plata. Como no fumo, no tomo y no salgo, sólo gasto en libros y en música. También soy bastante responsable y ayudo a mi familia en lo que puedo”.

Finalmente, habla del proyecto de la farmacia popular, iniciativa que impulsó personalmente y que ya se ha replicado en otros municipios.

“En la Municipalidad de Recoleta somos mucho más que una farmacia popular. Es como esa frase que dice “somos más que un rostro bonito”. Nosotros tenemos otros programas destacados que distinguen nuestra gestión y que la han llevado a ser premiada este año. El trabajo previo fue en secreto y duró mucho tiempo, para evitar que se filtrara y sufriera un boicot. Sabíamos que iba a generar impacto, pero nunca pensamos que iba a ser tanto como para dar vuelta el sistema completo ni que iba a tener a la derecha en bancarrota pidiéndole al Estado que interviniera el mercado.”

 

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