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Poder

18 de Febrero de 2016

Insulza fustiga a los que critican sólo con titulares y advierte mayor crispación política desde antes del Golpe

"Yo no pido silencio, pido respeto. Que se juzgue y se condene, por la justicia y/o por la política; pero que se respete, en ambos casos, la presunción de inocencia, la dignidad de las personas y su derecho a defenderse ante los Tribunales y ante sus pares (...) Es tiempo de reflexionar sobre cómo cambiar de rumbo. Y creo que muchos comunicadores, cuya libertad de expresión respeto plenamente, deberían jugar un papel más constructivo", escribe el "Panzer".

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14 de Agosto de 2015/SANTIAGO El Presidente de Chile Transparente, José Miguel Insulza , emite unas palabras al termino de una reunion que sostuvo con el Vicepresidente de la República, en el Palacio de La Moneda. FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

A través de una columna escrita en El Mercurio bajo el título “La justicia y la democracia se fortalecen con prudencia y respeto”, el exministro y agente chileno en La Haya, José Miguel Insulza, sale a referirse a las críticas que recibió por la entrevista concedida la semana en La Segunda en donde se refería a la situación de Pablo Longueira por la revelación de los correos que intercambió con el exgerente de SQM, Patricio Contesse en 2010 y 2014.

“Por algún motivo, ciertos “defensores” de la libertad de expresión se sienten en el deber de condenar (no solo criticar) expresiones que no coinciden con las suyas. Y, además, lo hacen de manera superficial, leyendo solo titulares. Por eso empiezo por resumir lo que dije”, sostiene el “Panzer” para explicar que:

“Lo que afirmé y mantengo se resume en tres conceptos: 1) Pablo Longueira jugó un papel clave en momentos cruciales de la política chilena, en dos casos muy concretos en que actuó para defender la estabilidad del Estado democrático, por sobre los intereses de su partido y su sector político; algunos en la derecha hablaban de desalojo y otros pedían la renuncia del Presidente de la República; 2) no obstante, si es objeto de acusaciones, deberá responder por ellas, si así lo consideran los Tribunales de Justicia; y 3) los antecedentes disponibles son comunicaciones con el principal ejecutivo de una empresa acerca de proyectos de ley, una de las cuales se habría producido cuando Longueira no era funcionario público, por lo que no está claro cómo esto pudiera constituir una falta punible”.

También se da tiempo para responder a Carlos Peña, y asegurar que “nunca dije que no había que juzgar a alguien. Sostuve que para condenarlo, hay que esperar conocer mejor sus declaraciones, en qué contexto se hicieron, y esperar la acción de la justicia. Nunca dije, tampoco, que no deben existir comentarios sobre su conducta en el terreno político, donde ese tipo de hechos provocan controversia. Pero estimé indispensable que, al emitirse esos juicios, se separe con claridad la falta política de la comisión de un delito”.

Al respecto, afirma que “calificativos como “sumisión y lealtad canina” para evaluar una conducta política no me parecen correctos ni dignos de la pluma que lo escribe. Esta inflamación retórica luego conduce a las turbas que insultan a los imputados, “presuntos inocentes”, a la entrada de los tribunales, antes de que ninguna autoridad judicial se pronuncie sobre ellos”.

“Entre la legítima controversia y el linchamiento público hay una gran diferencia. Uso el término con extremo cuidado. Un linchamiento ocurre cuando antes de someter a juicio a una persona, un grupo indeterminado de sujetos la declara culpable y la ajusticia. Sin dramatizar: ¿es posible negar que después de meses de “indignación popular”, muchos de los acusados, aun sin motivo, han sido ya condenados en la opinión pública? ¿Puede un tribunal emitir libremente y sin presiones un veredicto de inocencia, sin enfrentar el desprecio y la ira popular? Y cuando, como siempre ocurre, y se separe la mucha paja del poco trigo, ¿quién responde por los daños causados al sistema político, a la dignidad de las personas y, en definitiva, a la democracia?”, se pregunta.

En esa línea, indica que “yo no pido silencio, pido respeto. Que se juzgue y se condene, por la justicia y/o por la política; pero que se respete, en ambos casos, la presunción de inocencia, la dignidad de las personas y su derecho a defenderse ante los Tribunales y ante sus pares”.

Recuerda Insulza, casos como el escándalo de drogas en el Congreso en 1995, el caso Coimas y el MOP-Gate, el caso Spiniak “y las falsas acusaciones contra senadores, alcaldes y otras autoridades”.

“Sus nombres en primeras planas durante meses, mientras el dedo acusador de la opinión pública les impedía salir de su casa. Y todo era mentira: Gemita Bueno, el padre Jolo, el menor L.Z., todo inventado por algún prestidigitador que nunca nadie pudo identificar. ¿Alguien pidió excusas a los políticos acusados falsamente?”, exclama.

Por todo lo descrito es que Insulza expresa que “el ambiente que se ha creado en los últimos doce meses en este país es el más nocivo que recuerdo en mi vida política, con la obvia salvedad del período anterior al golpe militar de 1973. Es tiempo de reflexionar sobre cómo cambiar de rumbo. Y creo que muchos comunicadores, cuya libertad de expresión respeto plenamente, deberían jugar un papel más constructivo”.

 

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