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Nacional

18 de Febrero de 2016

Warnken y la devastación física e intelectual del país: “Chile parece secuestrado por los usureros y los flaites”

"¿Qué une a un flaite y a mucho miembro de nuestra clase dirigente? El desamor a lo propio, y el rapiñaje y la ordinariez. El descuido de Chile -territorio místico- lo lloran los árboles y lo dicen los ríos", escribe el poeta y académico en su columna de El Mercurio.

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warnken

“Veo niños adentro de un bosque de coigües y raulíes, sentados y absorbidos por las tablets con las que sus padres han logrado mantenerlos quietos, para que no molesten, para que no hagan preguntas, para que no jueguen ni conversen con los pájaros y los árboles”, es como inicia Cristián Warnken su última columna en El Mercurio, escrito donde a través de metáforas -dada su condición de poeta- profundiza en la pérdida de la contemplación, del silencio, suplantadas por la voracidad de una sociedad que se consume a sí misma, a través de espectáculos como la infaltable selfie que chilenos y chilenas “de todas las edades y condiciones sociales que se arremolinan frente a saltos de agua milagrosos para autofotografiarse”.

Estas observaciones las hace Warnken mientras transita por un paraje del sur de Chile, lugar desde el cual cavila sobre los signos que se perdieron para siempre para dar paso a la “demencia digital” de la que habla el alemán Leo Spitzer.

“Los chilenos al no conocer los nombres de los árboles nos hemos vuelto analfabetos en el gran libro abierto que es nuestro propio territorio”, advierte el académico.

Al final de su escrito, ya haciendo uso no de metáforas si no que de los hechos manifiestos de la invasión humana sobre la tierra, describe que: “por eso toda esta basura desparramada en este borde de lago en el que camino. No hay basureros en estas playas de este lago venerable. Veo venir un joven de la Armada, con su uniforme de campaña, recogiendo latas de cerveza, botellas de plástico, papel higiénico, para meterlo todo en un saco de basura. Los flaites ensuciaron la playa sagrada la noche anterior, así como algunas empresas madereras han talado sin misericordia la selva fría valdiviana. Lo que se salvó milagrosamente fue porque los pinos no se dieron bien aquí, porque el viejo bosque milenario los expulsó. La devastación del paraíso hace tiempo que está en marcha y Chile parece secuestrado por los usureros y los flaites, dos caras de la misma medalla, en los dos extremos del espectro social. ¿Qué une a un flaite y a mucho miembro de nuestra clase dirigente? El desamor a lo propio, y el rapiñaje y la ordinariez. El descuido de Chile -territorio místico- lo lloran los árboles y lo dicen los ríos. Los ríos y lagos sobre los que pasan raudas las ruidosas y groseras “motos de agua”, alterando el curso de sus ondas sutiles y delicadas. Este río -el Fuy- y sus saltos están secándose. El “newen” (energía) de la tierra se debilita a gran velocidad”.

 

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