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Cultura

28 de Febrero de 2016

Proyecto Quipu: El drama de las esterilizaciones forzadas en la dictadura de Fujimori

Durante los 10 años de Alberto Fujimori a la cabeza del Perú, casi 300.000 personas fueron esterilizadas sin su consentimiento. Se trató principalmente de mujeres indígenas, analfabetas y de zonas rurales, que fueron forzadas a ligarse las trompas bajo el plan de Fujimori. El tema, que reflotó con fuerza en 2011 y 2014 por las candidaturas presidenciales de Keiko Fujimori, fue tomado por la chilena María Ignacia Court y la peruana Rosemarie Lerner, para montar Proyecto Quipu; un estremecedor documental interactivo que sirvió para recuperar la memoria colectiva de estas personas. En conversación con The Clinic Online, Court revela sus pormenores.

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“Vivo en el caserío de Ñangalí. Tenía un niñito que estaba desnutrido, entonces las enfermeras de la posta de Ñangalí me dijeron: solo si se va a hacer ligar (las trompas), le damos alimento, porque están llenándose de hijos como las conejas”.

Ese es el testimonio anónimo de una mujer de la región peruana de Huancabamba. Ella es una de las tantas que durante el gobierno de Alberto Fujimori –electo de forma democrática y que luego dio un autogolpe en 1992– sufrieron la esterilización forzada como parte del Programa de Planificación Familiar del “Chino”, como le apodaron en Perú al dictador.

En los mismos años que Fujimori hacía su guerra contra el Sendero Luminoso y perpetraba los crímenes de lesa humanidad por los que hoy está condenado, 272.028 mujeres y 22.004 hombres, en su gran mayoría indígenas de zonas rurales, fueron esterilizados sin su consentimiento, según datos oficiales del Congreso peruano.

Esa lucha, que lleva más de dos décadas, ha sido retratada por Proyecto Quipu, un documental interactivo que ha logrado recolectar testimonios de estas mujeres y hombres en una plataforma que mezcla cine, tecnología y diseño.

La innovadora iniciativa es obra de la chilena María Ignacia Court y la peruana Rosemarie Lerner, compañeras de un master en cine documental de Goldsmiths de la University of London. Además de del productor ejecutivo Sebastián Melo
y el programador creativo Ewan Cass-Kavanagh.

El proyecto nació el año 2011. Mientras María Ignacia y Rose estaban en Londres, en Perú, Ollanta Humala y Keiko Fujimori competían por quedarse con el asiento presidencial. Lerner seguía el proceso a la distancia y un tema le llamó la atención de inmediato: la serie de críticas que se le hacían a Keiko por las esterilizaciones durante del gobierno de su padre.

“La gente se preguntaba cómo iba a ser la presidenta de las mujeres si no se refería a este tema”, recuerda Court.

Entonces, Lerner decidió que quería hacer una película sobre el tema y se lo propuso a Court, que se especializaba en nuevas formas de hacer cine documental. De ahí en más comenzaron un largo proceso de investigación y realización que culminaría en 2015, cuando Proyecto Quipu fue subido a la red.

UNA LÍNEA DE TELÉFONO

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Sólo un llamado a un número 800 (gratuito) permitió a cientos de habitantes de Huancabamba, Cusco y Ayacucho, contar su testimonio sobre las esterilizaciones forzadas de forma anónima y segura.

Una grabación en español o en quechua le indica a quien llama las opciones: si quiere entregar su testimonio o si quiere escuchar los que han sido entregados.

Al cortar el teléfono, el audio ingresa automáticamente a los archivos de Proyecto Quipu, para ser revisado por sus directoras. Si el testimonio cuenta con las mínimas restricciones de su línea editorial, aparece en la web para ser escuchado en todo el mundo.

El desafío no era sencillo. En general, este tipo de proyectos utilizan la interacción de gente que tiene acceso a internet. Sin embargo, en este caso se trataba de una población rural, indígena y de bajos recursos, sin acceso a la red.

“La única tecnología que tenían era radio y teléfono. Ahí nos dimos cuenta que debíamos utilizar lo que ellos usaban, si de verdad queríamos contar con sus testimonios”, explica Court.

La herramienta que utilizaron para eso fue un software open source (código abierto) creado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Como si hubiera sido realizado para su documental, esta tecnología permite unir una línea de teléfono a una página web.

Sabiendo que utilizarían este método, Court y el equipo comenzaron sus viajes a las regiones de Huancabamba, Ayacucho y Cusco. A través de las organizaciones de mujeres y hombres víctimas de este caso, se contactaron con las comunidades. En cada uno de sus casi seis viajes de producción, registraron videos, audios, recolectaron testimonios, y a de a poco se ganaron la confianza de las personas.

“No fue fácil. Nos demoramos casi un año y medio en poder ir a Cusco, por ejemplo. Es que muchos periodistas han hecho de todo y no ha pasado nada. Ellas están curtidas, tienen desconfianza. De a poco, pudimos acercarnos a la gente hasta que accedieron a participar”, cuenta Court.

Las mujeres más interesadas dentro de cada comunidad se convirtieron en “embajadoras” de Quipu y fueron convenciendo, poco a poco, a otras para entregar su testimonio. Bastaba tomar el teléfono que les habían dejado, llamar al número 800 y contar su historia, para que después de unos días su voz se escuchara en cualquier parte del mundo.

“La cultura Inca siempre ha sido oral. Históricamente están acostumbrados a contar historias, por lo que no era un registro lejano para ellas y ellos”, explica la directora. Sin ir más lejos, el proyecto toma el nombre del Quipu, herramienta para contabilizar de la cultura Inca, que muchos investigadores han dicho que también se utilizaba para contar historias.

Gracias al aporte de los fondos del festival de cine de Tribeca, de la Universidad de Bristol, entre otros, el proyecto pudo ser llevado a cabo, para lanzarse en el IDFA, Festival de Documentales de Amsterdam, y posteriormente, en febrero de 2016, en un lanzamiento especial realizado en Lima.

Actualmente, el proyecto tiene 63 testimonios en línea. Algunos de ellos en español y otros en quechua, siempre con subtítulos, además de una herramienta que permite grabar una respuesta a cada usuario. Por estos días el equipo está revisando otros 60 relatos para ser subidos durante 2016.

LA EXPERIENCIA QUIPU

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El Proyecto Quipu fue pensando desde un comienzo como una experiencia narrativa. A diferencia de otros proyectos de documental interactivo donde el centro es la innovación tecnológica, en el de Court y Lerner la idea es imbuirse en la navegación de la memoria colectiva de estas comunidades, donde el control siempre lo tenga el usuario, una de las máximas de este tipo de relatos.

El elemento principal son los testimonios de las víctimas, obtenidos gracias a la línea telefónica montada por Proyecto Quipu. Sin embargo, el sonido de de ambiente es uno de los personajes centrales.

Para conseguir la atmósfera deseada, el sonidista Javier Becerra viajó con el equipo para captar los sonidos de las regiones que visitaron, las tres ubicadas en sectores montañosos.

“Siempre pensamos que el audio era importante, porque hablaba mucho de este lugar; desde los niños hasta el canto del gallo o el sonido del viento. Cada detalle de lo que estábamos viviendo en estos lugares, el sonidista lo capturaba. Ahí decidimos que el sonido fuera permanente. Si alguien hacía click en un testimonio, tenía que ser un diseño suave que no molestara. Teníamos el reto de que fuera inmersivo, que te metieras”, cuenta Court.

Acompañado de un preciso diseño de sonido, se despliega un Quipu interactivo que permite escuchar cada uno de los 63 testimonios disponibles en la página. En sus cuerdas, hay puntos con cada uno de ellos y sus temáticas, divididas como “La esterilización; Las operaciones; La vida después; En busca de justicia”, permitiendo al usuario elegir los contenidos que prefiere escuchar.

Si se pincha en uno de los puntos, la cuerda se extiende y comienza a correr un testimonio, subtitulado al inglés y al español, según la preferencia del usuario. De fondo, se escucha el viento de las montañas y pasan imágenes en movimiento de las zonas donde ocurrieron los hechos.

En uno de esos testimonios, una mujer en quechua y con voz afligida relata:

“Yo soy del distrito de Zurite, de la comunidad de Coramba. En el gobierno de Fujimori nos llevaron a la posta engañadas. ‘Es para que no tengan más hijos’, nos dijeron. ‘Ya tienen muchos hijos pequeños’. Nos llevaron obligadas. Ahora no estamos bien. Todas las señoras esterilizadas, no estamos sanas. Por fuera puede parecer que estamos sanas pero por dentro no lo estamos. El dolor viene del interior. Por eso pedimos apoyo. Le pedimos al gobierno que le siga al de Ollanta Humala que nos ayude. Con un trabajo, con lo que sea. Que ayuden a todas las señoras, no a una sino a todas. Somos personas marginadas. No recibimos ni un vaso de leche desde que no podemos tener hijos, ni Pensión 65 (para adultos mayores) nada, no nos dan nada. Nosotras no ganamos nada… Eso es todo”. (Aquí puedes escuchar el testimonio)

DEDICADO A GIULIA TAMAYO

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Court y Lerner en el lanzamiento en Lima

En 1998, la destacada activista peruana Giulia Tamayo destapó el caso de las esterilizaciones forzadas en los tiempos de Fujimori en su informe Nada Personal. Documentó cuidadosamente la situación e incluso llegó a ser acosada por Fujimori, por lo que tuvo que auto exiliarse en Madrid.

A pesar de ello, continuó con su lucha y ayudó a estas dos jóvenes directoras a comenzar con el proyecto. Se entrevistó con ellas en Madrid y les dio los contactos de las organizaciones de mujeres afectadas.

“Ella fue clave”, cuenta Court. “Nos dio acceso a la gente de las comunidades y nos entregó el primer insight sobre el tema, que se destapó gracias a su informe”.

Cuando el proyecto fue finalizado, Court y Lener decidieron dedicárselo a ella, fallecida el 2014 en Montevideo producto de un cáncer.

La lucha por justicia en este caso, iniciada por Tamayo, logró en 2015 que Ollanta Humala creara el primer registro único de víctimas de la campaña de esterilización
-aún en proceso- y la reapertura de una investigación judicial en mayo de 2015, que aún no arroja responsables.

Sin embargo, no es suficiente. Así lo estiman Amnistía Internacional, que ha colaborado en el proceso, y las organizaciones de las víctimas en Huancabamba, Ayacucho y Cusco, que recientemente se han unido en la Asociación Nacional de Mujeres Peruanas Afectadas por las Esterilizaciones Forzadas.

Proyecto Quipu, contribuyó en buena parte a que esto se lograra, gracias a los viajes que realizaron a Cusco con mujeres de las otras dos regiones, facilitando su contacto.

El proyecto estará abierto para recibir testimonios y respuestas de los usuarios durante todo 2016. A fines de año, se cerrará y seguirá en la red como un archivo donde se podrá acceder a todo lo que haya sido ingresado hasta esa fecha.

Por otra parte, Court y Lerner, desde Chile y Londres respectivamente, están trabajando conjuntamente para realizar un cortometraje sobre el tema y posteriormente un documental.

“La idea es que si el proyecto interactivo se trata de lo colectivo, el documental trate lo íntimo, de historias personales de dos o tres personajes centrales”, cuenta la cineasta chilena.

“Siempre quisimos que esto se contara desde abajo hacia arriba; contar la historia de estas personas desde ellas y no sobre ellas. Son personas que nunca han tenido representación de poder ni figuración en los medios, por eso, Proyecto Quipu puede ser un intento de democratización de una historia contada en su propia narrativa y en primera persona, construyendo una memoria colectiva que estaba ausente”, concluye Court.

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