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Nacional

3 de Marzo de 2016

El hipnotizador de futbolistas que revolucionó el torneo femenino

Tomó un equipo sin recursos, penúltimo en la tabla y terminó ganándole al único equipo chileno que invierte dinero en sus jugadoras: Colo Colo. El arma secreta de Claudio Quintiliani no solo involucra el trabajo táctico, físico y técnico. También el psicológico, donde ha explorado uno de los recursos más extraños del mundo futbolero: la hipnosis. Minutos antes de los partidos el DT hace “viajar” a sus jugadoras en busca de aguas milagrosas y una llama ultravioleta.

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En el Estadio de la Población Nogales de Estación Central, a minutos de disputar un partido de fútbol con Santiago Morning, Claudio Quintiliani, entrenador de Palestino Femenino, separa a Katya Ponce, la goleadora del equipo, para echar a andar con ella su fórmula secreta.

-Siéntate, pon tus manos sobre tu cabeza y cierra los ojos- le dice.

El DT se dispone a hipnotizarla cuando las delgadas paredes delatan la preparación del “Chago” en el camarín de al lado, con métodos de motivación muy distintos:
-¡Hoy día tienen que ponerle con todo porque si no estas hueonas nos van a volar la raja! ¿¡Me escucharon!?-gritaba la DT rival.

Para evitar distracciones, Quintiliani decide llevarse a su jugadora a otra pieza. Ahí la delantera adopta la misma posición que antes y comienza el viaje:
-Súbete al auto que vamos a unas dunas, detrás de esas dunas está esa agua. Llega, bájate del auto. Estás en las dunas, empieza a caminar, porque detrás está esa agua milagrosa que te va a dar la energía de la sobrevivencia. Empieza a subir. Tus brazos cada vez pesan más, sigue subiendo. Esa agua te va a dar una potencia extraordinaria, vai’ a ir al choque con todas, no le vai’ a tener miedo a ninguna.

A la delantera no se le mueve un músculo. Quintiliani continúa susurrándole al oído:
-Vai’ a ganar los piques por el medio, sigue subiendo, tus brazos caen. Llegaste arriba. Ahí se ve esa agua que vai’ a ir a buscar. Empieza a bajar tranquila, lenta. Ahora métete en esa agua. Mójate con ella y tómatela. Nadie te va a poder pillar. Tiene una potencia mágica, con ella vai’ a ganar los duelos. Y ahora que te mojaste y te tomaste esa agua, sálete y recuéstate un poco en la arena.

La delantera desliza una mueca, sus párpados lucen rígidos. El viaje continúa:
-Ahora una llama ultravioleta va a empezar a subir por tu cuerpo. Te va a cubrir, no te va a pasar absolutamente nada. Está controlando todo tu cuerpo. Sigue subiendo, te está potenciando. Esa llama ultravioleta está por cubrirte entera. Ahora vai’ a tener unas ganas enormes de jugar, de ganar, de meter con todo. Gracias a esa agua poderosa y la llama ultravioleta.

Apurado por el inicio del partido, Quintiliani decide hacer retornar de sus sueños a su goleadora:
-Toma de nuevo el auto que te va a traer al estadio Nogales. Estái por llegar. Llegaste. Te vai’ a ir al calentamiento. A la cuenta de tres te voy a despertar y vai’ a jugar con todo. Uno, dos, tres.
El DT chasquea los dedos y la delantera al fin despierta. A mediados del segundo tiempo Katya Ponce es expulsada.

***

Maryorie “May” Hernández había decidido dejar el fútbol en el año 2012. Pese a que era su gran pasión y en Everton incluso le pagaban – un lujo en un medio practicamente amateur-, comenzó a sentirse casi obligada a entrenar. “Siendo que jugaba desde chica, estaba desilusionada, ya no me llenaba el fútbol”, cuenta. “Además -agrega- ya había perdido muchas finales con Colo Colo”.

Coincidencia o no, justo cuando decidió salirse de los ruleteros, sus dos hermanos -el preparador físico Rubén y la kinesióloga Saray Hernández-, comenzaron a trabajar en Palestino Femenino. Ambos le insistieron durante un año que jugara por los árabes hasta que finalmente aceptó. Junto a ella se incorporó su amiga Carmen Soto, quien ocuparía el puesto de volante de contención. Juntas se prometieron salir campeonas. No era una tarea fácil: Colo Colo llevaba una década de campeonatos ganados sin encontrar un rival de peso en la competencia.

Desde entonces, May se puso a las órdenes de Claudio Quintiliani, quien antes de llegar a Palestino había dirigido a Ferroviarios femenino. Pese a que el equipo de colonia marchaba penúltimo y tras la séptima fecha sólo había ganado un partido, el DT decidió, al igual que May, aceptar el desafío.

Una de las primeras decisiones de Quintiliani fue abandonar el Estadio Municipal de La Cisterna, donde juega el Palestino profesional de hombres. Esto porque la rama femenina tenía que esperar a que todos los juveniles terminaran sus entrenamientos, antes de poder entrar al campo de juego. A veces alcanzaban a practicar tan sólo 15 minutos. Por eso decidieron trasladarse a la cancha de la Población Nogales de Estación Central.

Ahí el DT trabajó lo táctico, con la formación de “W” en la defensa; lo técnico, con movimientos en 8 y otros para salir del offside; y lo físico. Solo faltaba lo psicológico, un área donde manejaba un as bajo la manga: la hipnosis deportiva.

“Aprendí a hipnotizar a los catorce años porque tenía un profe de mecánica que lo hacía en el curso”, asegura. Observando los métodos que él empleaba, Quintiliani intentó replicarlos en un centro juvenil donde era presidente. Una noche terminó por darle resultado. “Al cabro que había hipnotizado lo hice nadar y después ahogarse. Le hice la cuenta de tres y le dije: ‘Con un suave golpe en la mejilla vai’ a despertar’. Pero no quería despertar, no había caso. Después le repetí: ‘A la suave cuenta de tres despertái’. No despertó. ¡Le tuve que pegar el medio charchazo!”, cuenta.

En Ferroviario femenino comenzó a aplicar la técnica. Recuerda un partido en San Carlos de Apoquindo en que una de sus jugadoras, después de recibir una brutal patada, lloraba en la camilla. El DT interrumpió a los camilleros, durmió a su jugadora y, como si se tratase de un milagro, logró “resucitarla”.

En otra oportunidad, luego de un entrenamiento, probó su método con una adolorida jugadora de Palestino sub 17. El DT se dirigió hacia ella y le preguntó simulando indiferencia: “¿Cómo andái? ¿Te duele todavía? No te preocupís que…” Tan pronto chasqueó los dedos, la jugadora se desvaneció en el banquillo.
-Ahora te vai’ a sentir mejor, quiero que cuando despiertes te olvides de ese dolor. A la cuenta de tres. Uno, dos, tres.

Sobre la técnica usada por Quintiliani, extraña en el mundo del deporte, Katya Ponce asegura que al menos en ella ha dado resultados. “Me ayuda a estar súper enfocada en lo que tengo que hacer. Hubo un partido con la U en que íbamos perdiendo e hice dos goles. Sentía que me decía en todo momento ‘No me van a ganar’ “.
Quintiliani escucha el comentario de la muchacha y le pregunta desde lejos: ¿Katya, los mejores partidos que hai’ jugado son hipnotizada o no?
-¡Sí po’, profe!

***

Quintiliani está vez no está en la banca, sino en el público. El partido pasado fue expulsado, contra Audax, luego de casi agarrarse a combos con un hincha que estaba insultando a la capitana de Palestino, Maryorie “May” Hernández. “Fuera de la cancha soy súper normal, pero me meto y me transformo. Me corre aceite por las venas, prendo altiro”, asegura el DT.

El entrenador, recluido en la galería, recuerda un partido que le tocó vivir dirigiendo Ferroviarios masculino contra Deportes Valdivia de visita. Terminó agarrado con el técnico rival y los árbitros. El público no le daba tregua:
-¡Aaanda a sentarte “Clavito” Godoy y la conchesumadre!

Quintiliani miraba para atrás y replicaba:
-¡Los tengo puro comiendo maní, están todos nerviosos los hueones!

Ahora que ve el partido con Católica desde la tribuna, cuesta imaginarlo como un técnico furibundo. Al contrario, parece tener clarísima cada jugada que hará su equipo.
-Fíjate en este córner, va al primer palo- comenta.

Tal cual. Luego de unos silbidos de la lanzadora, la pelota va al primer palo y, tras un rebote, lo despeja una defensa cruzada al tiro de esquina nuevamente.
-Ahora este es diferente, va atrás para un remate fuera del área.
Tal cual.

***

Durante los entrenamientos Quintiliani repite una frase como un mantra, una y otra vez, como si esta vez fuera él quien estuviera en trance hipnótico: “Esto no es pa’ ganarle a los equipitos de menor pelo, es pa’ ganarle a Colo Colo”.

Desde que llegó a Palestino, el entrenador mentaliza a sus jugadoras para ganarle al último campeón de la década y ganador de la Copa Libertadores femenina.

Las muchachas poco a poco comienzan a creerse el cuento. La gente de la población Los Nogales empieza a llenar el estadio y hasta los viejos cracks suspenden sus partidos para que las chicas jueguen.

“Gente humilde po, gente pobre que no tiene tantas diversiones o tanta cosa como pa ir al cine, sino que viene a ver el partido de las cabras. Eso tiene Nogales, un alma. Al lado de la cancha 2 de La Cisterna esto es la Bombonera po, allá no hay pasión”, vocifera Quintiliani.

El equipo lentamente comienza a funcionar gracias a las gambetas de May Hernández, la velocidad de las punteras Bárbara Santibáñez y Janet Salgado, el orden de Carmen Soto en el mediocampo, la solidez defensiva de Gina Bravo y la solvencia de la arquera Valentina Rojas. Llegan los triunfos, Palestino se empina en la tabla de posiciones y entra a los play off.

En la semifinal contra Santiago Morning, el equipo estuvo a punto de aniquilar la aspiración pactada. Al final del primer tiempo ambos equipos empataban a cero y Quintiliani estaba en el camarín vuelto loco. “Ahí decidimos sacar toda nuestra garra”, recuerda ‘May’ Hernández. A los 79′ recibieron un gol. Las jugadoras parecían perdidas dentro del campo de juego y el DT no lograba recomponer la psiquis del equipo. Tampoco podía detener el partido, como en el básquetbol, y recurrir a la hipnosis para recuperarlas. No fue necesario. En el tiempo de adición, a los 92′ y 94′ minutos, Palestino logró dar vuelta el partido.

El rival en la final fue Colo Colo. Para prepararse, el entrenador consiguió una selección de hombres sub 15 de Estación Central, y los ordenó de tal manera que jugaran idéntico al equipo popular.

Llegó el día de la final y las jugadoras apenas hablaban. En los camarines de Quilín pusieron reggaetón para calmarse. Para motivarlas, Quintiliani les mostró un video de cómo habían dado vuelta el último partido en dos minutos.

May Hernández, la capitana del cuadro árabe, cree que el DT fue clave en esos momentos de angustia: “Yo creo que ama con su vida el fútbol, nos da esa garra. Quizás no somos un equipo físicamente apto para llegar a una final, pero en ese momento, psicológicamente, nos dejó a todas al 100%”.

Y fue justamente ella quien metió un pase de fantasía en el minuto 11, que encontró a Janet Salgado picando al área para marcar el 1-0. Carmen Soto aumentó las cifras con un penal a los 61 minutos de juego. La arquera colocolina –y ex Chelsea- Christiane Endler no pudo atajar un disparo furibundo al centro del arco. El descuento de Colo Colo llegó casi al final del encuentro. Tras el pitazo final, May recibió un abrazo de la defensa rival Carla Guerrero. “Han luchado caleta por esto, te lo merecís de verdad”, le dijo. La 10 del “Tino” se puso a llorar.

Las jugadoras subieron a una tarima que decía “Campeones” en lugar de “Campeonas”. Luego las acompañó el DT, ovacionado por la hinchada: “¡Quintiliani, Quintiliani, yo te quiero agradecer, por llevar a Palestino, a la final otra vez!”.

Lo que no sabían las jugadoras era que se había arreglado otro partido a jugarse en los próximos días. Era la inédita “Copa de Campeones” que definiría al monarca anual, pese a que el torneo de Apertura era de una sola rueda y el de Clausura, que habían recién ganado, de dos.

Con sus jugadoras cansadas por participar en un torneo de futsal entre ambas finales, y con Colo Colo ocupando otras que inscribió a mitad de campeonato, como la crack argentina Estefanía Banini que llegó a préstamo desde el Washington Spirit de Estados Unidos, Palestino perdió 3-0 y se quedó sin poder disputar la Copa Libertadores.

“Tenía como seis jugadoras al 40%, no podía ganar. Si a nosotros nos pusieran la misma plata que a Colo Colo, este equipo también sería extraordinario en el juego. Tendríamos rendimientos máximos en vez de rendimientos óptimos. Pónme otras tres jugadoras de nivel y no me gana nadie”, asegura el técnico de Palestino.

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