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Nacional

5 de Abril de 2016

Académico desmiente acusación de acoso en su contra: “cometí un error, creí que podía ser amigo de mis alumnos”

El académico de la Universidad de Chile, Fernando Ramírez Morales, quien fue acusado de acoso sexual y abuso de poder por parte de la estudiante de Historia María Ignacia León, se refirió por primera vez al sumario administrativo que cursa en su contra y dio su versión sobre los hechos negando tajantemente cualquier tipo de conducta impropia con la alumna.

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El académico de la Universidad de Chile, Fernando Ramírez Morales, quien fue acusado de acoso sexual y abuso de poder por parte de la estudiante de Historia María Ignacia León, se refirió por primera vez al sumario administrativo que cursa en su contra y dio su versión sobre los hechos negando tajantemente cualquier tipo de conducta impropia con la alumna.

Recordemos que tras la publicación de un reportaje de The Clinic el caso cobró vuelo en la Casa de Bello, pero el ambiente se crispó aún más en la Facultad luego de que el académico fuera visto nuevamente haciendo clases, siendo que había sido suspendido de sus labores por el proceso en su contra.

Este martes incluso la Federación de dicha casa de estudios pidió la desvinculación inmediata de Ramírez.

Cabe destacar la versión impresa de este medio se acercó al académico para obtener su versión sobre los hechos cuando se estaba redactando el reportaje en febrero pasado y éste se negó.

A través de una declaración que pública El Desconcierto, el profesor aseguró que le “resulta sumamente complejo continuar aceptando que el cumplimiento estricto de lo que solicitó la Fiscal (no hacer declaraciones de ningún tipo, para no vulnerar el secreto sumario) se convierta en un arma en mi contra, para que de forma pública y mediática personas que no conozco y jamás han tenido una clase o siquiera una palabra conmigo se permitan insultarme, denigrarme y amenazarme de manera impune y muchas veces escudados en el anonimato. Es irónico que en estas horas, quienes se alzan como defensores de los derechos de una estudiante, lo hagan precisamente avasallando los derechos de otra persona. Pareciera ser que en ésta instancia de persecución pública, como en muchos otros aspectos de la vida, existen seres humanos de primera y segunda categoría a la hora de esgrimir la defensa de sus derechos”, señaló.

En esa línea negó de plano las acusaciones que pesan en su contra: “En primer lugar, quisiera ser enfático en que niego absolutamente la acusación de acoso sexual que se me ha imputado, la cual considero absolutamente desproporcionada y carente de veracidad: nunca en toda mi carrera me he propasado sexualmente con ningún alumno, alumna o ayudante alguno; nunca he hecho requerimientos ni exigencias de naturaleza sexual ni he perseguido favor sexual alguno de personas que tengan relación de dependencia o subordinación conmigo en mi calidad de profesor. Se me ha señalado, y he debido reconocer durante este proceso, que ciertos aspectos de mi carácter pueden resultar conflictivos y no calzar con lo que se espera hoy en día de una relación adecuada entre profesores y alumnos y alumnas o ayudantes, en relación al grado de compromiso y dedicación que exijo de los mismos, particularmente a quiénes me asisten en el programa de terrenos que desarrollo fuera de la Universidad”.

“No obstante, y como consecuencia del duro momento que me encuentro viviendo, he reflexionado profundamente en los errores cometidos, y si bien tras ésta nueva perspectiva en la que la vida me ha puesto he llegado a comprender mis errores, considero que éstos en ningún caso corresponden a la gravedad de los hechos de los cuáles se me acusa ni justifican el nivel de ensañamiento que parte de la comunidad universitaria ha mostrado contra mi persona, todo ello sin siquiera esperar el resultado del procedimiento que se está desarrollando, ni mucho menos habiéndose acercado, ni una sola vez, ni uno solo de mis públicos persecutores a consultarme por mi versión de los hechos; juzgándome de ésta forma culpable en base a lo dicho sólo por una de las partes involucradas, acusaciones que incluso a mí me sorprendieron al momento de recibirlas, toda vez que hasta el momento en que éstas aparecieron, yo creía haber tenido una relación de amistad truncada con mi denunciante”, agregó.

El académico prosiguió haciendo críticas al procedimiento asegurando que se le hicieron preguntas tendenciosas y que la fiscal que lleva adelante la investigación tenía una concepción preconcebida con respecto a su culpabilidad.

“Así, la situación más grave de todas se dio el día lunes 28 de marzo recién pasado, cuando fui agredido verbalmente por una turba de personas que llegaron a la sala en que iniciaba una clase, dado que, por simple desconocimiento, comenzaba una cátedra en otra área sin que autoridad alguna me hubiera advertido previamente que no debía hacerlo, ni me hubiera señalado con exactitud la extensión de la suspensión preventiva a la que estaba sometido. Así, casi podría pensarse que de mi parte buscaba provocar al estudiantado, con un desacato del que no tenía conocimiento. Sin embargo, con al menos tres horas de anticipación había escrito a la autoridad señalando que realizaría la clase y nadie me advirtió que no podía hacerlo. Una vez ocurridos los incidentes, y sin que autoridad alguna concurriera a prestarme auxilio, me llegó una nota sosteniendo simplemente que “lamento que no se le haya podido comunicar directamente a usted o a su abogado; (que) esa suspensión de actividades está(ba) vigente”. Este lamentable olvido de la autoridad me dejó en una situación de aparente provocación a los estudiantes y puso en riesgo mi seguridad personal. Todo ello porque la Fiscal o la actuaria no pudieron o no quisieron , durante los cinco días que transcurrieron entre el 24 y el 28 de marzo, enviar un simple correo electrónico que me informara que mi suspensión seguía vigente”, agregó.

“Es evidente que para mí no han existido, en esta Facultad, las condiciones mínimas que aseguren la más elemental de las premisas de la justicia: toda persona es inocente hasta que se compruebe lo contrario y se agoten las instancias de apelación que la Constitución y la Ley aseguran a todos los ciudadanos. La situación en que me encuentro es un sumario administrativo. No es un juicio, no me encuentro ante un tribunal ni en una Fiscalía, y las personas que lo llevan a cabo no son jueces de la República ni pueden arrogarse más autoridad que aquella que el Estatuto Administrativo les otorga. Por tales razones, ante cualquier sanción o castigo que me imponga una autoridad administrativa, me cabe el pleno derecho de apelación tanto al interior de la Universidad como en los Tribunales de Justicia”, enfatizó.

Sobre su relación con sus estudiantes y en particular con Lobos, Ramirez señaló que “es cierto, cometí un error: creí que podía ser amigo de mis alumnos y ayudantes. Los traté con la confianza producto de la cercanía que creía tenía con ellos. Probablemente por eso en algún momento me permití una broma mal interpretada, o una forma de relacionarme que no es la adecuada en la relación profesor – alumno que tanto le gusta a la academia: una relación distante, de subordinación, de temor reverencial, en que los profesores son seres superiores a sus alumnos. Es cierto, mi error fue querer tener relaciones humanas como iguales, pues siempre sentí que los alumnos son tanto o más fundamentales en el proceso pedagógico que los mismos profesores”.

“Sólo pido que a partir de mis palabras se permitan incoar una duda, una duda legítima, respecto del proceso que han observado, respecto de la justicia con la que he sido acusado, o respecto de la legitimidad o veracidad de las palabras de mi denunciante, quien tuvo, mientras trabajó con mi equipo, todos los beneficios de una experiencia académica estudiantil dentro y fuera de la misma Universidad; quien pasó sin transición de ser una persona que un día se declaraba mi amiga – por vía escrita incluso, como he acreditado fehacientemente en el proceso administrativo – al odio más absoluto simplemente porque como política laboral, alguna vez sugerí no sostener relaciones sentimentales dentro del grupo de trabajo. Si eso es acoso sicológico o abuso de poder, vengan por éste medio mis disculpas públicas. Del resto de las acusaciones no puedo hacerme cargo, toda vez que son hechos nuevos para mí, los cuales niego absolutamente por ser éstos carentes de toda veracidad”, finalizó.

Alumnas de la U. de Chile denuncian acoso de profesor de historia – The Clinic Online

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