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Opinión

14 de Abril de 2016

Editorial: Sueños y recuerdos de Nicanor

“Hay una que se salva: la Corura. Pero ésa es una novela aparte. Ella tiene una frase que yo repito todo el tiempo: ‘no si nooo’. Si tú le llamabas la atención por esto o lo de más allá, ella guardaba silencio y después contestaba: no si nooo. La historia de la Corura es cosa seria. También le decían ‘la Cutuma’, porque tenía la cabeza partida en dos. Cuando chica, los papás estaban discutiendo y uno de ellos pescó un cajón y se lo tiró al otro, y le cayó a la guagua, que era la Corura, la Yuquita, la Elba Brunilda Parra Sandoval.

Patricio Fernández
Patricio Fernández
Por

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“I’ll meet you at The Clock’, esa es la frase que más se escucha en Filadelfia –me dijo Nicanor Parra el viernes pasado, mientras tomábamos un té mirando el mar–. Hay un reloj en un punto neurálgico del centro que se llama The Clock. Y fue ahí, en Filadelfia, donde vi el primer artefacto. En ese tiempo se usaba escribir frases por las calles. Entonces dije ‘nunca más podré escribir un poema después de esto’. ¡No se puede! La primera frase que leí fue: ‘Stop Thinking`. Ahhh. El segundo artefacto decía ‘Look Back: Your Future is Behind You’. Creí que era una broma, pero no, porque miré para atrás y vi escrito en una pantalla gigante: ‘Here is your Future. Bank of America’. Frases iban y frases venían. El comercio se apoderó de esas frases, ¿cómo es que se llaman?, sí, publicitarias. Entonces todo lo demás quedó atrás, incluyendo a Shakespeare. Como si fuera poco, eran frases rentables. ‘Said it with flowers’, esta la encontré en Nueva York. Y abajo, el número de teléfono donde había que llamar. Para decirle Te Amo… llame a la florería. Yo me di cuenta de que los propios gringos no tenían idea de esto. ¡Qué maravilla! ‘Said it with flowers’.”

“¿Y tú has andado por Cuba? –continuó–. I’m pro and against Cuba. ‘Yo soy un hombre sincero/ de donde crece la palma/ y antes de morir yo quiero/ echar mis versos del alma…’ ¡Guantanamera! –comienza a cantar– ¡guajira guantanamera! –y cada vez más fuerte– ¡guantanameeeera! ¡¡guajira guantanameeeera!! La farándula se tragó a la Revolución Cubana. Fue la farándula. Yo no me atrevería a volver a Cuba. ‘Haces bien’, me dijo un ñato, ‘los cubanos te están esperando’. La última vez que estuve, salí por la ventana. Me salvó el Negro Guillén. Nicolás. El asunto fue que yo defendí públicamente a Allen Ginsberg cuando estaba prohibido ser gay. La Haydée Santamaría vio la defensa que yo hice de él y me dijo: ‘Lo llamo para decirle algo que no le hubiera dicho nunca antes, porque yo era una admiradora suya. Cuando había reuniones aquí (en Casa de las Américas), yo exigía que lo sentaran a la derecha mía. Pero después de esta defensa que usted ha hecho de la homosexualidad… Nosotros no hicimos la Revolución cubana para eso. Yo le retiro mi amistad y mi confianza personal. Para eso lo llamo’. Ella vivía en el mismo hotel que me financiaban los cubanos a mí, y desde ese edificio saltó más tarde al vacío. Creo que era el Habana Libre. Pero la Revolución triunfó, porque se hizo para que Cuba no fuera más una casa de putas (ríe fuerte). Nicolás me dijo: ‘Voy a tener que sacarte, por insolente. Tú comenzaste aquí haciéndole preguntas a Dorticós (presidente de Cuba entre julio de 1959 y diciembre de 1976) en público, y lo dejaste en ridículo. Y ahora esto de Ginsberg… Tienes que irte. Acá estás condenado a muerte 7 veces seguidas. Y hay sólo dos maneras de salir de aquí: en balsa o en avión. Y yo sé cómo conseguir el avión. Así que espérame listo para partir y yo te voy a golpear la ventana’. Y guantanamera –canta de nuevo–. ¡Guantanamera! ¡Guajira guantanamera! Todo esto para decirte que yo volvería a Cuba, siempre y cuando me saliera a recibir Nicolás Guillén. ¿Sabes lo que me dijo una vez el Tololo desde esa misma baranda que ves ahí? ‘No me hablen ahora, que voy subiendo la escalera’.”

“Hay una que se salva: la Corura. Pero ésa es una novela aparte. Ella tiene una frase que yo repito todo el tiempo: ‘no si nooo’. Si tú le llamabas la atención por esto o lo de más allá, ella guardaba silencio y después contestaba: no si nooo. La historia de la Corura es cosa seria. También le decían ‘la Cutuma’, porque tenía la cabeza partida en dos. Cuando chica, los papás estaban discutiendo y uno de ellos pescó un cajón y se lo tiró al otro, y le cayó a la guagua, que era la Corura, la Yuquita, la Elba Brunilda Parra Sandoval. En uno de esos juegos que se suelen hacer, de quién es el top one de la familia, yo antes contestaba que la Violeta. Y de repente me di cuenta de que no. Después pasé a la Clara Sandoval. Después a Roberto. He vuelto a Roberto también, porque se pasa y se vuelve. Y después pasé a la Corura. Es que hay una escena que no sé si te puedo contar. Con esa escena lo único que se puede hacer es ‘guatanamera’ no más. Guajira guatanameeeera –canta de nuevo–. Todo queda pálido al lado de esta historia. Sucedió en los suburbios de Chillán, después de la muerte del abuelo. Hacía rato que no veía a la Corura. Haría un par de horas, por lo menos. ¿Alguien ha visto a la Corura? Y en eso, un desconocido que oyó este diálogo por la calle, dijo: tiene que ser la que escuché gritar. ¿De dónde venían los gritos?, le preguntamos. De por ahí, contestó, indicando con el dedo. Así que me fui para allá, y lo que vi: la cabeza de la Corura llena de caca. Se había caído al pozo negro y estaba llena de caca y de gusanos. El nombre ‘Corura’ se lo puso Roberto, y en mapuche quiere decir ‘ratoncita’. Tendría ella 12 o 13 años. Yo ya era viejo. Yo nací viejo, como Zhuang Zhou. Pucha con la Yuca, la Yuquita.”

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