El testimonio de una pareja que vive en la calle hace un año

Ricardo y Anita son pareja desde hace siete años y llevan uno viviendo en la calle, primero durmiendo afuera del edificio de la Telefónica, en el sector de Plaza Italia, y luego en el Parque Balmaceda, justo al frente. El trabajaba como maestro de la construcción y ella vendiendo ocasionalmente algunas cosas. Esta es su historia.

“Vivíamos en una pieza en una casa en un pasaje en Yungay y estábamos bien ahí. Nosotros nunca, pero nunca hemos sido de las personas que se drogan o que toman. Nunca. Yo trabajé en distintas construcciones. Ella salía a veces a vender cosas. Siempre nos llamó la atención que entrara y saliera tanta gente, pero no le dimos importancia, ¿Por qué íbamos a pensar mal? Después nos dimos cuenta que ahí vendían droga, vendían de todo. Pero no podíamos hacer mucho ya. Resulta que un día llegamos y nos robaron todo. Todo, todo. Agarramos las pocas ropas que nos quedaron y nos fuimos. Y ahí quedamos. A la calle”, cuenta Ricardo a El Dínamo.

Desde entonces, relata el hombre, ha vendido de todo para tratar de sobrevivir. Botellas de agua, Super 8, pero aun así no le alcanza para arrendar una pieza y dejar la vida de la calle.

“Han pasado ex jefes por acá, me ha dado vergüenza. Me han dicho que vaya a hablar con ellos, que me pueden dar pega, pero yo no puedo dejar a mi princesa sola en la calle, porque como es epiléptica, no puedo arriesgarla”, dice.

Anita sufrió recientemente un accidente, luego de que un conductor bebido la atropellara en el sector.

“Váyase al hospital a acompañar a su señora, mejor. ¿De verdad usted cree que le va importar a alguien que hayan atropellado a una persona en situación de calle?” dice Ricardo que fue la respuesta del carabinero que realizó el procedimiento, y por la que sintió, por primera vez, humillado.

Ricardo afirma a que los seres humanos que viven en la calle les cuesta comunicarse. “Con el tiempo se les borra la mente”, expresa.

Si bien ha tratado de encontrar una salida a su situación, asegura que no ha recibido respuesta de la Municipalidad.

“He ido varias veces a la municipalidad. Tres veces, en realidad. Y me han mandado de vueltas las tres, sin ni siquiera recibirme. No entiendo por qué por último no me dicen que no vaya más. Además yo no estoy pidiendo nada más que un poco de ayuda para arrendar un techo. Un puro techo. Cama yo me puedo conseguir, hay un montón tiradas”, afirma.

El año 2012 el Ministerio de Desarrollo Social realizó un catastro y corroboró que por entonces había más de 12 mil personas en la misma situación que hoy viven Ricardo y Anita.

Seguramente hoy las cifras habrán cambiado y, mientras la lluvia se deja caer nuevamente sobre la ciudad, habrá más de alguno que recuerde que todavía hay seres humanos que ni siquiera tienen un techo, y que acaso pasan inadvertidos en medio de la voracidad de una ciudad que crece y crece… en cantidad de edificios.