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Cultura

15 de Abril de 2016

Nicolás Grum, artista visual: “Como sociedad somos muy mala onda”

El artista Nicolás Grum instalará un museo en un edificio abandonado, antiguo refugio de okupas y allanado en dictadura, que ahora sirve para guardar los cachureos de la Universidad de Chile y donde los guardias suelen ver fantasmas. Grum se metió a fondo en su historia y hasta llevó una médium para que reconociera las cargas energéticas del lugar. Su obra es parte de “Espacios Revelados”, un original proyecto en el que más de 30 artistas realizarán diversas acciones artísticas en el Barrio Yungay, con ayuda de los propios vecinos.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
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Nicolás-Grum-foto-alejandro-olivares

Durante diez días, el Barrio Yungay será intervenido por reconocidos artistas chilenos y extranjeros. Bajo el nombre de “Espacios Revelados” –un proyecto impulsado por la fundación alemana Siemens Stiftung, en conjunto con el Centro de Creación y Residencia Nave y el Consejo de la Cultura– se activarán diferentes espacios públicos, entre ellos viejos edificios sumidos en el abandono y que corren el riesgo de ser alcanzados por la afilada vista de las inmobiliarias. Artistas como Iván Navarro, Sebastián Jatz, Ronald Kay y Eva Meyer-Keller se “tomarán” estos lugares montando instalaciones, performances y otras acciones que –con ayuda de los mismos vecinos– vincularán el arte con la memoria comunitaria, poniendo un especial énfasis en los procesos de destrucción y los innumerables incendios que ha habido en el sector. El proyecto se inauguró el jueves 7 a las 19:00 horas con una once popular en la Plaza Yungay y se extenderá hasta el 17 de abril.

Nicolás Grum (1977) es uno de los artistas invitados y montará un museo pasajero en un edificio ubicado en Erasmo Escala 2420, construido en los años 40 y hoy abandonado. El inmueble, de tres pisos, tiene una historia bastante particular: ha estado más tiempo abandonado que ocupado por moradores. Sus últimos habitantes fueron un grupo de okupas que armaron un centro cultural entre 2006 y 2008, pero terminaron siendo desalojados en el marco del Caso Bombas. Desde ahí que no vive nadie. Solo hay tres guardias –David, Sergio y Juan Carlos– que se turnan para impedir que se lo tome cualquiera. El edificio es propiedad de la Universidad de Chile, que solo lo utiliza para guardar mobiliario en desuso y cachureos varios.

Investigaste la historia del edificio. ¿Con qué te encontraste?
–Muchos años antes de los okupas, cobró vida ahí un hogar universitario para estudiantes de regiones, que terminó siendo allanado por milicos después del Golpe. Dicen que sacaron a la gente y a partir de ahí empiezan a suceder cosas que no he logrado corroborar.

¿Cómo qué?
–Hay mucho rumor dando vuelta. Dicen que hubo gente a la que mataron afuera del edificio, pero no sé. Después el edificio estuvo abandonado como 30 años. Entremedio se supone que funcionó un policlínico, y luego nuevamente cae en el vacío. Lo que hice fue hacer un viaje a la semilla. Es decir, no solo estudié la historia del edificio mismo, sino lo que había antes en ese terreno.

¿Cómo es ese edificio?
–Es increíble. Todo su piso es de parquet. Tiene dos chimeneas en cada piso y dos pequeños jardines en la parte trasera. Construcciones así prácticamente ya no se hacen. Es un lugar que realmente está desaprovechado y que no entra en estos lugares patrimoniales del barrio, que a veces están en un estado de conservación muy deplorable. Estamos hablando de un edificio mucho más nuevo, y por lo mismo es muy extraña la situación de abandono en la que está.

MUSEO REFRACTARIO

En el edificio se te ocurrió crear el Museo Refractario. Una idea a la que vienes dándole vueltas hace tiempo. Antes habías creado un Museo Futuro.
–Claro. El museo como espacio de conservación, que además son instituciones de poder, hace rato me viene dando vuelta. Finalmente, son lugares que determinan qué se recuerda, qué se mantiene, qué se olvida. Museo Futuro no tenía la estructura de un museo como tal, pero las piezas eran como dioramas que retrataban situaciones no oficiales de la historia de Chile. Cosas olvidadas y que no necesariamente se inscribirían dentro de un museo. Por otro lado, si bien los museos representan un poder, a la vez son una institución precaria. Entonces, la idea con este Museo Refractario era meterme formalmente en una estructura de museo: que sea un lugar que uno recorre y que a partir de eso uno se vaya enterando de la historia de ese lugar. En el fondo, era crear un lugar de sitio.

¿Qué veremos en el recorrido?
–Partimos desde el presente y se va explorando hacia atrás, a partir del inmobiliario del primer piso y su estado de abandono. Habrá dos guías haciendo un recorrido por todo el edificio, contando toda su historia. También va a haber videos y material de archivo que he ido rescatando de distintos períodos, como cuando fue centro cultural. En el edificio todavía hay mucho vestigio de la ocupación okupa, valga la redundancia. Y ese material se va a contrastar con archivos rescatados del proceso del Caso Bombas, que estarán pegados en los muros de una manera muy similar a como se pegaron miles de afiches durante el tiempo en que era centro cultural. También habrá testimonios en audio y video de los guardias de seguridad, de personas del barrio o de hechos históricos relacionados con el edificio.

Esto me recuerda a la novela de Perec “La vida, instrucciones de Uso”, una obsesión por contar detalladamente la historia de un edificio parisino y toda la gente que transitó por ahí.
–Totalmente, tiene mucho de eso. Pero es un proyecto que está en proceso. Este es un primer ensayo. Hay todavía mucha información que necesito corroborar.

Entiendo que para este proyecto te entrevistaste con un chamán y una médium. ¿Para qué?
–Porque existen pasajes medio oscuros de la historia, sin una información concreta. Y además los guardias han visto cosas. Uno de ellos ha visto a una señora paseando por el tercer piso con un traje antiguo y él cree que debe ser una persona que vivía en la casona que estaba antes del edificio. Otro vio a un niñito paseándose por el primer piso donde se supone que antes existió un consultorio. Teniendo esos datos, me pareció interesante poder ver qué pasaba desde ese lugar.

¿Crees en esas cosas?
–Lo veo de la siguiente manera. Un perro tiene un olfato mucho más desarrollado que nosotros y la capacidad de saber si su amo, o una persona que conoce, estuvo en un lugar meses después de que esa persona estuvo ahí. Y creo que es posible que haya personas que tengan una sensibilidad mayor para sentir ciertas cosas que probablemente hasta hoy la ciencia no ha descubierto cómo.

¿Qué hizo la médium?
–Como hacer el proceso de limpieza era mucho más largo, lo que hizo fue ir reconociendo ciertas cargas energéticas en distintos lugares. A base de eso me propuso soluciones para compensar esas energías y que he tratado de ir respetando dentro del lugar. Por ejemplo, hay un espacio donde ella me sugiere que haya una música de tambores. Entonces, va a haber una proyección de videos y de fondo va a tener tambores. Hay otro espacio donde ella me dice que debería haber plantas. Entonces, habrá un jardín interior. También me propuso poner una imagen de un ave rapaz.

¿Por qué ponerle “refractario” al museo?
–Porque dentro de la investigación, sobre todo de la parte okupa, visité un blog que define el término refractario como algo incombustible, que no se puede quemar. Y el término se utiliza dentro de la jerga carcelaria para nombrar a los reclusos que no obedecen normas.

¿Pero por qué extrapolar esa definición a un museo?
–Porque el edificio ha tenido, en más de un momento, pleitos súper potentes con la autoridad. Ha sido allanado en dos períodos distintos. Ese uso de fuerza de parte del Estado, la resistencia del lugar a esa invasión, se expresa a través de esta actitud refractaria. Entonces me parecía que el museo debía tener esa actitud.

La producción cultural que se da en el barrio Yungay es bien punketa. ¿No hay riesgo de que Espacios Revelados sea visto como una intervención hipster?
–Riesgo por supuesto que hay. El desafío es sobreponerse a eso. Hay muchos temas que pueden quedar transformados en unos enunciados bastante superficiales, o hipster, como dices. Pero, justamente, ese es el desafío. Y se lleva harto tiempo trabajando para que la cosa no sea así, sino que más profunda.

ARTE CHILENO

¿Encuentras que en Chile está bien usada la plata que entrega el Estado a los artistas?
–Hay situaciones que son incomprensibles para mí.

¿Cómo qué?
–No entiendo que una fundación privada que pertenece a un banco, que pretende ser una fundación cultural para el desarrollo, como es CorpArtes, postule al Fondart para tener recursos. Y menos entiendo, porque en el pedir no hay engaño, que los fondos públicos se los destinen. En ese tipo de cosas, está pésimamente utilizada la plata. Y si las fundaciones privadas lo van a hacer, al menos háganlo de manera seria, porque Fundación Gasco finalmente es una vitrina: si tú eres artista, casi que les tienes que dar las gracias porque te permitan estar ahí, pero ellos no te ponen ni un peso para nada y uno tiene que conseguirse lucas como sea. Eso me parece mal. No desmerezco para nada el trabajo que pueda presentar un artista dentro de ese lugar –de hecho, también he estado ahí– pero si hay un espacio que se presenta como una fundación privada para las artes, pero que en realidad no se pone con nada, me parece miserable.

En otras ocasiones, has criticado la cultura del formulario que se ha generado con el Fondart.
–El formulario del Fondart es el entrampamiento de la burocracia misma. Hay personas que sencillamente jamás se van a ganar un Fondart, porque no tienen la expertise para poder contestar las preguntas del formulario. Pero que valga callampa, no. Es fundamental. Así como hoy se habla tanto de educación pública, gratuita y de calidad, es un pilar fundamental de la cultura que exista un sistema de financiamiento público, democrático y abierto a todas las personas para poder financiar arte. El arte en sí es, por definición, medio inútil. Y por eso se requiere que exista un Estado capaz de hacerse cargo de esa inutilidad.

¿En qué sentido el arte es inútil?
–Es inútil dentro de una lógica productiva mercantil. Al igual que la ciencia, el arte tiene procesos distintos y muchas veces las investigaciones no conducen a un resultado cuantificable, una de las cosas que el formulario del Fondart nos pide: cuál es el impacto y el resultado. Si yo pudiera saber el resultado de algo, para qué lo haría. A eso voy con el sentido de inutilidad. Si el Estado no tiene esa visión sobre el arte, es muy difícil pedírsela a alguien más.

¿Por qué el arte se ha complejizado tanto?
–Uno tiene que tener claro que el arte es una disciplina, similar a lo que pueden ser muchas otras y, querámoslo o no, con un lenguaje particular. Cuando uno lee un paper de un científico, tiene que interiorizarse un poco sobre cómo se escribe un paper para poder entenderlo. Y requiere un esfuerzo, muchas veces.

De repente uno hace ese esfuerzo y tampoco entiende nada.
–Quizá el arte no sea solo ver. Y tampoco hay que esperar que con solo ver, te revele, que todo suceda, que quede todo claro. Me parece que entrar a un lugar y esperar ver algo en cinco minutos y listo, puta, sería genial.

La gente quiere lecturas rápidas.
–Sí. Y muchos artistas ya no quieren hueás fáciles. Yo no tengo ningún apego por generar una sensación estética para que alguien diga: “oh, qué bonito, oh, qué feo”. No me interesa que mi arte sea retiniano. Siempre me ha interesado tener un lenguaje que permita generar relaciones de forma transversal. Pero eso es parte de una decisión. O sea, no me parece mal que haya un artista que quiera trabajar solo para los artistas. O sea, te lo doy vuelta: por qué un científico sí puede escribir solamente para los científicos. También puede haber trabajos complejos, otros que quieran dialogar con la historia del arte. Tengo una amiga que lleva diez años estudiando el siglo XIX en Chile. Y es alucinante, pero si hay alguien que no le presta la atención al siglo XIX, toda su investigación va a valer callampa.

Iván Navarro decía que Chile está lleno de versiones de los artistas taquilleros gringos pero en chiquitito. Y que la moda hipster pega mucho más acá que en cualquier otra parte del mundo, que aquí había más barbas que en Nueva York.
–Eso pasa porque allá ya se afeitaron, ja, ja, ja. Ese es el lugar al que espero no se dirija el arte en Chile. Pero entiendo que sea parte de lo que genera la interconexión del mundo. Ahora todo es inmediato, sabemos lo que está pasando en todos los lugares, cuál es el arte que se está haciendo. Pero el lenguaje tiene el riesgo de licuarse y convertirse en una masa similar, insabora, sucedánea, de lo que pasa en cualquier otra parte.

Navarro proponía que los artistas trabajaran la greda.
–Tendría que ser la cerámica gres. La cerámica hace cinco años era lo más cool de ser artista contemporáneo en el mundo. Todos los chinos estaban haciendo unas piezas increíbles de cerámica que tú decías “ni siquiera voy a tratar”, porque no podías competir con ellos. Pero acá habría que hacer cerámica gres, de esa negra. Ese es un lugar interesante al cual debieran ir los artistas, que es la recuperación, la revisitación o la distorsión de todas las técnicas tradicionales. Pero es muy difícil estar mirando acá si ves a tanta gente que está súper preocupada de lo que hay afuera. Y es entendible: hoy en día es la primera vez que puedes ver a artistas de una generación más joven a la mía empepados mirando los colores del mundo. Lo que pasa es que Iván viene de vuelta. Pero me parece súper interesante que lo diga.

Tus trabajos anteriores tienen mucho humor. Y pasa que en Chile hoy hay mucha crítica al poder pero sin mucho humor. ¿Crees que nos amargamos más de la cuenta?
–Puede ser. De repente cuesta tomarse ciertas cosas con humor. También me ha pasado que me ido poniendo más serio. Y el humor también es una manera de establecer diálogo y conexión de una manera más directa, y no tan académica ni de nicho. Es una manera de generar una empatía súper directa con alguien. Si alguien se ríe con algo que dices, es porque realmente te estás entendiendo. En ese sentido, el humor es importante en la medida que logre ironizar sobre ciertas cosas.

La gente, en general, anda muy grave por la vida. Todos quieren imponer sus puntos de vista.
–Pareciera que no es fácil poder dialogar. O sea, si te pones a ver cómo se toman las decisiones o cómo se han estado haciendo las leyes en este país, tú decís “no me hueís poh, no quiero seguir conversando contigo”. Porque finalmente, detrás de todo eso, aquí las cosas se están haciendo de una manera súper autoritaria igual. O peor que antes. Se está viviendo un momento en que estamos enterándonos de todo lo que está pasando, es como que hubieran corrido una cortina, pero no podemos hacer nada. Eso genera una sensación de impotencia y rabia terrible.

Dices que somos autoritarios.
–Encuentro que como sociedad somos muy mala onda. La gente, en general, no pide perdón nunca. O sea, yo ando en bicicleta por la calle, un auto se cruza y el tipo rara vez me va a pedir disculpas. Es más, si le alego lo más probable es que me ofrezca combos. Eso te demuestra una cosa súper autoritaria, ahí está súper clara la estructura de cómo se resuelven las cosas acá. Como que no existieran muchos deseos de convivir con los otros.

No es una sociedad que se quiera.
–No. Como que nos gustaría estar solos, no tener que subirnos al metro ni tener que pedirle permiso a nadie.

¿Qué nos tiene así?
–Se ha hecho énfasis durante mucho tiempo en un modelo de desarrollo donde el trabajo y el esfuerzo personal es la base del desarrollo. Eso inevitablemente termina generando una comunidad que no es comunitaria. Y se transforma en una complicación el hecho de tener que convivir. Es como esta idea noventera de las oficinas de cubículos, que se ha trasformado en el paradigma: mantenme en mi cubículo, yo hago bien mi trabajo en mi cubículo, me compro mi casa, me compro mi auto. Pero siempre dentro de un modelo de desarrollo personal. Las preguntas grupales son escasas y las que se discuten son medio añejas. El problema es que las cosas que le incumben al país ya ni el país sabe cuáles son, porque llevamos mucho tiempo sin enfatizarlas. Acá simplemente se ha instalado el “voh, vela solo” y cada cual mata su toro. Y listo.

MUSEO REFRACTARIO
Nicolás Grum
Desde 7 al 17 de abril, Erasmo Escala 2420,
Barrio Yungay.
Visitas guiadas: jueves 7 a las 15 hrs. / viernes 8 y sábado 9 a las 17 hrs. / domingo 10 a las 16 y 17.30 hrs. / jueves 14 a las 12 hrs. / viernes 15 a las 17 hrs.
/ sábado 16 a las 17 hrs. y a las 18.30 charla con Grum /domingo 17 a las 16 y 17:30 horas.
Más info de esta y otras muestras en
http://espaciosrevelados.cl

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