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Opinión

19 de Abril de 2016

Columna: Aylwin, entendimiento sobre el enfrentamiento por Juan Antonio Coloma

A Aylwin durante su Gobierno le tocaron decisiones difíciles. Concuerdo con algunas y claramente discrepo de otras, pero más allá de la contingencia sería mezquino no reconocer, con la perspectiva que solo da el tiempo, que al final fue un potente forjador del entendimiento por sobre el enfrentamiento.

Juan Antonio Coloma
Juan Antonio Coloma
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Pato Aylwin A1

Conocí a Patricio Aylwin a lo lejos y en la calle en un gigantesco acto de la Confederación de la Democracia (CODE), a principios de los años 70, cuando el entonces senador DC pronunció, como actor principal, un enérgico discurso denunciando los graves atropellos a la institucionalidad que promovía el Gobierno de la Unidad Popular.

Muchos años después, a principios de los 90, volví a verlo cuando se terminaba de acordar la integración compartida de las mesas del Parlamento en el Gobierno que él se aprestaba a encabezar al inicio de la vuelta a la democracia.
Y esos dos chispazos personales reflejan en la perspectiva histórica a Patricio Aylwin como un político que jugó – como pocos – un liderazgo fundamental en diferentes momentos de nuestra historia separados por un quiebre institucional que fue superado con éxito, entre otras cosas, gracias al espíritu que Aylwin y muchos dirigentes de Gobierno y oposición de la época lideraron con particular visión de Estado.

A Aylwin durante su Gobierno le tocaron decisiones difíciles. Concuerdo con algunas y claramente discrepo de otras, pero más allá de la contingencia sería mezquino no reconocer, con la perspectiva que solo da el tiempo, que al final fue un potente forjador del entendimiento por sobre el enfrentamiento.

Mientras durante los últimos años hemos visto como un sector de la izquierda del país ha pretendido desprestigiar la política de los consensos, calificándola como acuerdos entre cuatro paredes, el respeto a la figura de Aylwin surge como uno de los más potentes contrapuntos. Él entendía que las democracias más respetadas y sólidas del mundo se construyen en base a acuerdos transversales que entregan estabilidad a las políticas públicas y que éstas no se imponen por simples mayorías circunstanciales.

Patricio Aylwin sabía de esto y fue un impulsor decidido de la lógica del entendimiento que tanto éxito le trajo al país entre su Gobierno y el del Presidente Piñera. Sabía que la democracia no se trata sólo de discrepar, sino también de concordar. Sabía que los países surgen con buena política e instituciones fuertes y respetadas.

Pero hay dos episodios más recientes que quiero destacar y que demuestran la estatura política y republicana de Aylwin: Durante el año 2008 me tocó encabezar la UDI y liderar uno de los procesos políticos más exitosos de nuestro sector que se consolidó con el triunfo de Sebastián Piñera en las elecciones presidenciales del año 2010. Sin embargo, esto fue posible no solo porque fuimos capaces de afianzar una coalición política amplia que ofrecía gobernabilidad al país, sino también porque muchos de nuestros adversarios reconocieron públicamente la importancia de la alternancia en el poder. Aylwin fue uno de los primeros en afirmar que la alternancia “es de la esencia de la democracia” y desdramatizó un eventual triunfo de la Alianza. Obviamente no lo hizo por aprecio a nuestra coalición, sino por su profundo compromiso democrático; siendo en ese sentido su declaración aún más valiosa.

Desde la misma perspectiva, existe otro acontecimiento que suele pasar desapercibido y que refleja con mayor nitidez su compromiso y calidad humana. El año 2001 nuestro partido se propuso destronar a la DC como el principal partido de Chile y todos los sondeos apuntaban en esa dirección. La errónea inscripción de los candidatos de la democracia cristiana a las elecciones parlamentarias de ese año tuvo como consecuencia la renuncia de su entonces presidente. En ese momento de dificultad y cuando nadie quería pagar el costo de asumir la conducción de un partido en crisis, Patricio Aylwin, ex senador y ex presidente de la República, con 82 años a cuestas, estuvo dispuesto y tomó el mando de su partido.

Son estos actos de desprendimiento y generosidad uno de sus mayores legados a Chile. En tiempos donde el individualismo y el cálculo electoral parecen ser la tónica de la acción política, he querido destacar acciones concretas de un líder que, más allá de nuestras diferencias políticas, ha sido un ejemplo de servidor público para muchas generaciones de chilenos.

*Juan Antonio Coloma Correa es senador UDI por la circunscripción 10, correspondiente a la Región del Maule.

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