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Opinión

23 de Abril de 2016

Columna: Viejo zorro por Andrés Allamand

A los que piensan que la Comisión Rettig no fue suficiente, hay que recordarles que Chile es por lejos el país que ha tenido la justicia transicional más severa y sancionadora de todos los países que han vuelto a la democracia desde que se inició la “tercera ola”, en un ya lejano 1978.

Andrés Allamand
Andrés Allamand
Por

Funeral Patricio Aylwin A1

Hace un par de semanas escuché a un dirigente estudiantil de izquierda referirse muy mal de Aylwin. Dijo, entre otras linduras, que era el principal responsable del Golpe militar, que sus explicaciones por haberlo inicialmente justificado eran sólo para la galería, y que había encabezado un gobierno y liderado una transición de “espaldas al pueblo”. Luego, como si ello no bastara, dijo que era un “viejo”. La mayor descalificación.

El repetidor de consignas no aclaró qué entendía por “viejo” y si Aylwin lo era el 73 (cuando no pudo salvar una democracia herida de muerte desde 10 años antes), el 90 (cuando inició, luego del plebiscito en que fue derrotado Pinochet, un exitoso gobierno), o el 94 (cuando hacia el final de su gobierno dio por terminada la transición).

Aylwin tenía 55 años para el Golpe militar, 72 años al asumir el gobierno y 76 años al dejarlo en medio del respeto de todos los chilenos. ¿Viejo? Churchill fue nombrado Primer Ministro al inicio de la Segunda Guerra a los 65 años y volvió al cargo 11 años después. Mandela le empezó a unir el corazón a Sudáfrica asumiendo el poder a los 75.

¿Falló Aylwin el 73? Yo creo que no. A lo imposible nadie está obligado. Aunque a la izquierda le moleste y quiera que no se hable mucho del tema, el diálogo lo frustró el Partido Socialista, la irresponsabilidad del infantilismo revolucionario, y la de quienes llamaban a los demás a combatir con pistolas de agua.

¿Acertó Aylwin del 90 al 94? Yo creo que sí. Más allá de lo sabido (que el país creció fuerte, redujo la pobreza, inició su integración al mundo y un largo etcétera), Aylwin supo caminar en un angosto desfiladero.

A los que dicen que negoció mal las reformas constitucionales del año 1989, hay que recordarles que tener un marco aceptado por todos era indispensable para quien siempre pensó someterse a él (es decir, el propio Aylwin), pero muy complejo para quien a la primera de cambio se lo quería saltar.

A los que piensan que la Comisión Rettig no fue suficiente, hay que recordarles que Chile es por lejos el país que ha tenido la justicia transicional más severa y sancionadora de todos los países que han vuelto a la democracia desde que se inició la “tercera ola”, en un ya lejano 1978.

¿Y qué decir de su “oficio” a la Corte Suprema que cambió ni más ni menos la interpretación jurídica de la Ley de Amnistía?

En fin, la lista podría seguir alargándose. La política se ve mejor con telescopio que con microscopio.

¿Viejo Aylwin? Quizás. Pero viejo sabio. Y viejo zorro.

Chile le debe mucho.

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