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Nacional

10 de Mayo de 2016

El crudo relato de la mujer que nació producto de una violación

"Por unos años sentí rabia contra mi padre, pero no por haberme concebido por una violación, sino por lo violento que fue con mi madre: la golpeaba y la arrastraba del cabello", confiesa Marta.

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violación YT

Foto: Imagen de referencia

“Yo, Marta Aravena, 50 años, soy hija de una violación. Mi mamá era una mujer muy sencilla y muy pobre, que vivía en la zona central del país. Cuando ella tenía seis años, su padrastro, que era alcohólico, empezó a abusar de ella. No sabía lo que le estaba pasando, y en ese entonces nadie hablaba del tema abuso y violación. Cuando la situación empezó a hacerse más difícil para ella, llegó un momento en que le contó a su mamá lo que estaba pasando. Su mamá (mi abuela) nunca creyó lo que su hija le decía”.

Así contó parte de su historia Marta del Carmen Aravena Gutiérrez, la mujer que escribió una carta a El Mercurio titulada “Yo soy el fruto de una violación”, en donde a través de su testimonio buscó hacerse parte del debate.

Tras la publicación en la edición de este martes, Marta fue contactada por La Segunda, medio en el que ahondó en su relato.

“Por unos años sentí rabia contra mi padre, pero no por haberme concebido por una violación, sino por lo violento que fue con mi madre: la golpeaba y la arrastraba del cabello”, confiesa.

Al ser consultada sobre el porqué de contar su verdad, dice que “para ayudar a las mujeres que están frente al dilema del embarazo a optar por la vida, como lo hizo mi madre”.

Marta se reconoce partidaria de la vida y por tanto contraria al aborto.

“Todos tenemos un propósito y el que yo y mis hermanos estemos vivos es el mejor reflejo de ello”, afirma.

La historia

En su relato a El Mercurio, Marta reveló que luego de que su madre fue echada de la casa tras acusar a su padrastro, “en su desesperación fue acogida por los vecinos, un matrimonio mayor que no podía tener hijos. La señora estaba feliz de poder cuidar a niños que ansiaba tener. Ellos la ayudaron a cuidar a mi hermano Juan como si fuese hijo de ellos. Pero mi mamá no sabía dónde se estaba metiendo, porque dos años después, cuando tenía 13 años, se embarazó nuevamente. Este vecino, que la cuidaba a ella y a Juan, abusó también sexualmente de ella, al igual como lo había hecho su padrastro por muchos años. Además era violento; muy violento. Le pegaba mucho, casi todas las noches, y la arrastraba del pelo hacia el patio para abusar de ella. Y así nací yo, Marta Aravena, fruto de una violación, igual que Juan, mi hermano mayor. Mi padre era su protector y su abusador a la vez. Ella accedía a los abusos porque estaba protegida, con techo y comida. La vecina, la señora de este padre violador, me crió a mí y a mi hermano sin reproches, como si fuésemos sus hijos. Eran tal las ansias de ser madre que aceptaba esta situación”.

“Cuando estuvo embarazada de mí, mi mamá estaba siendo presionada por su violador para que abortara. Pero ella siempre dijo que no. Siempre optó por la vida. A pesar de lo terrible de la situación. Ella después siempre nos enseñó que nadie puede quitar la vida, que ella es un regalo y que se debe cuidar. Desde niña supe la verdad sobre mi origen y las circunstancias de mi nacimiento”.

“Y la historia se repite. Cuando yo era chica, un vecino abusó de mí. Le conté a mi mamá y, a pesar de todo lo que le pasó a ella, no me creyó, de la misma manera que no le creyeron a ella. Eso es lo peor, es muy terrible contar algo así y que no te crean”, dijo además.

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