Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar
Cerrar publicidad
Cerrar publicidad

Cultura

13 de Mayo de 2016

Lechero Mon, el rapero más rankeado de Quilicura: “El rap me salvó de ser pastero y picao a choro”

Para algunos es el rapero más guachaca de Chile. Pero él no se identifica con esa definición. Francisco Ábalos -el hombre tras Lechero Mon– tiene 35 años y lleva 21 haciendo un rap que define como poblacional, cotidiano y chistoso. Sus letras son una radiografía de lo que pasa en su población –la Parinacota de Quilicura, una de las más estigmatizadas pero a la que se siente orgulloso de pertenecer–, de las mujeres ricas pero chorizas y de lo mal que le caen los pacos. En YouTube sus videos suman millones de visitas y en cada concierto deja la escoba cuando canta “Oficios de pobla”, “La pana del volao” o su “Oda al peo” que es furor en las playas. Aquí, Lechero Mon hablando de lo humano y lo divino.

Macarena Gallo
Macarena Gallo
Por

Lechero-Mon

¿Cuándo te interesaste por el rap?
–El rap llegó a mi vida cuando lo escuché por primera vez. Fue como un caviar pa mi oído. Antes no era picao a la moda. Siempre me guié por cultura. Por ejemplo, antes escuchaba rock clásico.

¿A qué edad escuchaste ese primer rap?
–A los 9 escuché el tema “Mi abuela, la mamá de mi mamá” y me enamoré. A los 12 empecé a bailar breakdance. Y cuando tenía 14, se puso de moda andar rapeando y haciendo improvisación. Al principio uno se guía por el ritmo y lo toma como una jugarreta. Pero después te dai cuenta que es parte de tu vida. Al principio tuve cualquier problema, sobre todo con mis papás.

¿Por qué?
–¡Por la ropa, poh! Yo me ponía unos pantalones donde cabían como diez lecheros dentro. El primer paso que di en el rap, fue cambiarle la mentalidad a mi familia. Mi taita siempre me decía “quédate callao un rato, ahueonao”. Me la pasaba todo el rato rapeando y los tenía chatos. Pero ahora me pregunta “¿hai hecho temas nuevos?”. Tengo un tema que se llama “Padre e hijo”. Y cuando lo escuchó mi taita quedó loco, porque tiene algo verídico. Cuando trabajaba con él, repartiendo leche y requetegurt, ya el viernes me estaba zumbando en el carrete. Llegaba a las cinco de la mañana todo curao, mi taita me agarraba y me decía: “mira cómo llegai, ahueonao”.

De tu papá viene el seudónimo de Lechero.
-¡Sí, poh! Mi papá era el lechero y yo repartía con él. También me hacía llamar Lechero. Y bueno, en ese tiempo estaban de moda los Digimon. ¿Te acordai que los Digimon evolucionaban? Ya poh, yo soy la evolución de mi taita. Por ahí van las circunstancias que me hicieron ponerme Lechero Mon.

LA ODA AL PEO

¿Cuándo te tomaste el rap más en serio?
–Cuando encontré mi estilo, porque hay muchos en el rap: unos picaos a choros, otros a hardcore. Yo combino todo. Pesco pistas hardcore y las hago hiphop. No pongo la voz grave, porque para mí el hardcore es decir las cosas al grano. Por ejemplo, “Los verdes me tienen chato” dice las cosas tá, tá, tá. Ahí le tiro mierda a la política, pacos, milicia.

No te caen bien los pacos. Les dedicaste hasta una carta rapeada.
–Ahora volvimos al pasado con el control de identidad. Los pacos son la cara de la corrupción. Una vez manejaba la camioneta en la que repartíamos leche y nos paró un paco. Según él, yo había pasado con luz roja y me quería sacar un parte. Pero si le regalaba unos yogures, me dejaba ir. Le tuve que hacer la transa, ya que la luz roja es una infracción grave.

A tus canciones les agregaste humor. ¿Encontrabas que el rap era muy fome?
–No tan así. Lo que pasa es que mi rap es más cotidiano. Y pasa también que nadie se atrevía hablar de la población con una chispa de humor. Se pensaba que el rap tenía que ser siempre serio. Y hay que abrir los ojos, no ser como caballo de feria. Por eso quise hacer una cosa diferente, que no sea monótona. Y encontré mi estilo que lo defino como chistoso, poblacional, cotidiano. Hay mucha gente que hace rap y se guía por lo que dicen las noticias. Yo me guío por lo que veo en mi pobla que es mucho más real. Todo esto me hace tener una forma de hacer rap que no solo gusta a los raperos, sino también a los abuelitos, como la tía Gladys que tiene 85 y al tío Guillermo de 87. No rapean, pero son mis seguidores. Y me siguen también niños, caballeros, damas, gente cuica y de pobla. Es porque abarco de todo. Y tengo ese aliño de humor que le da otro sentido al rap.

¿Esa faceta de dónde viene?
–De mi papá. Cuando yo aún no nacía, mi papá hacía sketches en el circo Los Tachuelas. Era bueno pa la talla.Y cuando era chico con mi taita, que siempre fue seguidor del Señor, hacíamos sketches para las catequesis. Yo fui acólito y sacristán, poh. Puedo decir que fui acólito y ahora soy alcohólico, ja, ja, ja.

¿Cuándo empezaste a escribir tus propias letras?
–Siempre fui bueno pa escribir y me gustaba recitar. Me gusta Neruda. Lo encuentro entre romántico, filósofo y miraba las cosas de otra forma. Leo los poemas de Neruda y me voy a otro mundo. Y ese paso de escribir lo di cuando el rap dejó de ser solo baile. En un tiempo nos creíamos Mc Hammer y los Kriss Kross, pero acá siempre se hizo un rap chileno distinto a los gringos. Allá se dividen por pandillas que no se pueden ni ver. Yo, al menos, puedo caminar tranquilo por Santiago. Aunque hemos tenidos sus problemas. Hay cosas que no tolero de algunos raperos.

¿Cómo qué?
–No me gustan los raperos chaqueteros, los Ítalo Passalaqcua que critican pero ni siquiera saben rapear. También están los raperos picaos a choros, que son muchos.

Esos son los abacanados.
–Andan con pistolas, bling bling y se jactan de pescarse minas ricas. Son como raperos reggaetoneros. Y de qué hueá te sirve eso. No me interesa que el hueón tenga auto o se coma a las minas. Hay cosas más importantes de las que hablar. A ellos les gusta ver más lo de afuera. Bueno, los chilenos son así. Uno tiene que salir pa fuera pa surgir. Aquí al Méndez nadie lo pescaba, se fue pa Suecia y volvió como ídolo.

¿Te gusta DJ Méndez?
–Lamentablemente no. Le tengo un pequeño rechazo. Es como muy levantao de raja. Tendría que conversar con él, porque tampoco lo conozco. Las apariencias a veces engañan.

¿Qué te parece el reggeatón?
-No me gusta escucharlo, pero lo bailo. Tampoco soy picao a andar viendo a las minas bailando reggaetón, y pah, que muevan el culo, porque esa hueá la veo hasta en el Facebook. Hay cualquier mina que sale mostrando la raja pa tener más “me gusta”. El reggaetón es lo mismo. Y no me gustan las letras.

¿Por qué?
–Hay algunas tan estúpidas como “hagamos el amor por el teléfono”. Cómo la mina va a estar contenta que le pongan el callampazo en la oreja. Hay letras picás a sensuales: péscala, azótala, sácale la conchetu… no. Les tengo un respeto máximo a las mujeres. Incluso, mi mamá una vez tuvo una pareja que le pegó, pero lo saqué a cadenazos de la casa y lo dejé en calzoncillos.

También tienes letras que hablan de las mujeres que te has pescado, como “La gorda y la fea”.
–Esos temas son pa vacilarlos. No es pa que digai “ay, el culiao pulento se come las medias minas”, sino pa que digai “las hueás que canta este hueón”. Esa es mi temática. Es lo mismo que cuando escuchai a Portavoz y decís: “esta hueá me pasa a mí”. Pero cuando me escuchai a mí decís: “ja, ja, ja, esa huevá me pasa a mí”. En el “ja, ja, ja” está la diferencia.

¿Qué te parece el rap combativo, como lo que hace, por ejemplo, Subverso?
–Respeto mucho el rap combativo. Lo malo es que los raperos como el Guerrillerokulto o el Profeta Marginal hablan lo mismo siempre: políticos, políticos, políticos. Hay que romper ese círculo. Es bueno hablar de eso, también lo hago, pero no me quedé en lo picao a político.

¿Por qué no?
–Me gusta hablar de la población, de romanticismo, de la mala suerte, de la choreza o la ternura. Si eres un buen rapero, no te va a costarte ná hacer letras con distintas temáticas.

De hecho, tienes hasta una “Oda al Peo”, que dice: “Peo yo te escucho y no te veo / siento tu aroma, ni cagando yo me quedo / porque eres muy hediondo / pero siempre en el fondo / un peo es saludable, ven, respíralo bien hondo”.
-La “Oda al Peo” en las playas la rompe. Una vez lo repetí unas cincuenta veces. Me tenían chato ya. Después no quería ni comer porotos. Hasta lo canté a capela con un tambor. Pero fue bacán. El escenario era la playa, arena, de fondo el mar y la puesta de sol. Y cantándole al peo. Qué mejor. Este tipo de letras empezaron cuando hice “La pana del volao” que se transformó en un himno. Hasta los punkies lo vacilan.

¿Cuál es “La pana del volao”?
–Esa que a cualquiera le ha pasao, por la mala cuea y no por ser ahueonao. Es verídica. Estaba con un amigo, el Mauri Snoopy, y queríamos fumarnos un cuete pero solo teníamos 350. En ese tiempo, los pitos estaban a 500, pero lo sacábamos a cuatro gambas en la pobla. La cosa es que no sabíamos de dónde chucha sacar 50 pesos y estábamos verdes por fumarnos un caño. De repente el Mauri dice “pero si yo tengo 50”. Y le fuimos a comprar al Lukachaca. Nos fuimos a la plaza, íbamos con el pito y nos dimos cuenta de que no teníamos papelillo. Recorrimos como dos horas buscando un smoking. Después de dos horas me meto la mano en el bolsillo y cacho que tenía uno. Puta, el lechero culiao. Hicimos el pito, lo íbamos a prender, ¡y no teníamos fueeeego! Ahí dije está bueno pa hacer un tema. Y me di cuenta que podía hacer algo bacán con el rap, que es contar una historia. Lo difícil es seguir y terminarla.

¿Por qué?
–Conozco locos que empiezan con papas fritas y terminan con cazuelas. ¡Si empezai con papas fritas tenís que terminar con papas fritas!

LA PARINACOTA

Naciste en La Pincoya, pero hace años vives en la población Parinacota.
–Por cosas de la vida mis papás se separaron. Ahí hubo un vuelco muy grande. Tenía 13 años y me puse muy rebelde. Incluso, tiré hasta pa robar. Y lo digo con harta vergüenza, pero es la verdad. Aspiré hasta neoprén en ese tiempo. Me fui por el lado oscuro de la fuerza. Mi mamá se fue a vivir a la Parinacota pa estar más cerca de mi hermana mayor, que arrendaba allá. Me quedé un tiempo con mi papá, pero cayó al frasco y yo andaba tirao. Hasta que conocí el rap y salí. El rap me salvó de ser pastero, picao a choro y todas esas cosas, porque yo estaba al garete.

¿Cuándo llegaste a la Parinacota?
–Después que mi papá cayó al frasco. En la Parinacota pensé que me iba a perder, habían puros picaos a choros, puros flaites, locos fumando pasta. En ese tiempo Los Chubis, pero los grandes, eran los que la llevaban. No eran tan agilaos como los cabros chicos de ahora, ni andaban piteándose condoros. Ahí caí bien. Es que soy desenvuelto. Tengo la chispa, el don de la palabra, soy respetuoso. Todos me conocen en la pobla y les he demostrado que no soy de mentira. Por ejemplo, he sido el único que ha llevado a la tele a la Parinacota mostrando lo bueno, porque siempre han mostrado que mataron a un hueón, que el Tío Emilio y la hueá.

¿Qué piensas del paso del Tío Emilio por la Parinacota?
–La televisión miente. La cosa no es tan mala. Hay gente buena y mala como en todas las poblaciones, pero se engancharon con la Parinacota y empezaron a mostrar solo lo malo. A veces me siento discriminado por vivir ahí. He tenido cualquier problema con locos que me han dicho “voh soi de la Parinacota, hay que dejar las hueás fondeás”. Puedo ser de la Parinacota pero no ladrón. Igual tengo mis estudios, mi educación. No soy una persona maldadosa tampoco. Si fuera maldadoso, no estaría haciendo rap. A las finales en la población hay más gente obrera sacándose la chucha pa surgir.

Los medios la han tildado como la más peligrosa de Santiago.
–No es tan así. Lo único es que se funó nomás. Las otras poblas la hacen más piolita y aquí no.

Se supone que ahora está siendo intervenida por los carabineros.
–Se suponía. Pero se dieron vueltas como una semana hasta que le pegaron un balazo en una pata a un paco y no aparecieron más. Pero después de todo lo que pasó, la Parinacota está muy tranquila. Siempre pasa lo mismo. Igual no puedo decir nada de Los Chubis. No puedo tirarles mierda. Ellos nunca fueron malos conmigo ni con mi familia. Y si hicieron cosas malas, cosa de ellos, todos cometemos errores. Pero va a llegar un día en que coman caldo de cabeza y digan “pucha, hemos hecho hueás malas”. Somos seres humanos y tenemos pensamientos. Si de repente actuamos como animales es porque el entorno te hace ser así. Porque la Parinacota es como la selva: el que tiene más fuerza sobrevive. Y no solo pasa allá. En todas las poblaciones están matándose unos contra otros. Lo que pasa es que los cabros chicos están más revolucionados.

La pasta base tiene la cagada allá.
–No tanto. En la Parinacota ya no hay tanta pasta base. Lo que está dejando la cagá es la cocaína. Está más accesible y está más fácil rescatar monedas. Y pa qué estamos con cosas: el país ha evolucionado y hay más plata. Y como las drogas son ilícitas, no tienen esa huevá de que subieron las cosas. La falopa siempre se va a mantener al mismo precio. Y como la gente está ganando un poco más, ahora la coca es la moda en la pobla. Por un lado es mejor.

Para mostrar la otra cara de la Parinacota, grabaste allá el video de “Oficios de Pobla”.
-Sí. Ahí mostré los clandestinos, el almacén de la tía Oti, la botillería que queda al frente de mi casa. El video siempre fue una parodia. Para grabar la carnicería fuimos donde el viejo más cochino de la pobla, pero el único que tiene subproductos y donde le compro las guatitas pa hacer mi plato favorito: las guatitas a la jardinera. Y justo andaba el doble de Luis Miguel, que es sordomudo y canta con un micrófono de juguete, y lo grabamos. El Luismi vive en la calle. Me da cualquier tristeza. Hay harto indigente viviendo en la Parinacota.
De hecho les dije que se tomaran un departamento abandonado con luz y agua. Estuvieron unos días y volvieron a la calle.

¿Hay mucho departamento abandonado en la Parinacota?
–La están destruyendo, desarmando los blocks. Quieren destruir nuestra pobla, porque piensan terminar ahí la Línea 3 del metro. Y es pa desintegrar las poblaciones en Quilicura. Como que quieren que todo sea cuico. Pero si uno cambia de lugar, seguirá siendo la misma gente y seguirá siendo población. Estos hueones nos ocupan como piezas de ajedrez. Y no somos un elemento, tenemos corazón. En la Parinacota están nuestros amigos, nuestra familia. A mí nunca me han dado ganas de irme. ¿De dónde sacaría inspiración? Si me voy a una parte cuica no me puedo a poner a cantar “aquí está el rucio haciendo ejercicio”.

¿Un rap solo lo puede hacer alguien de pobla?
–No, cualquier persona. Pero el estilo va a ser diferente. Y siempre será más valorizado el rap más poblacional. Hay algunos cuicos que hablan de choreza pero la conocen por YouTube, y se creen choros pero son choros del Apoquindo. Pa hablar de esas cosas tienís que vivirlas, tenís que saber agarrarte a combos por el rap.

¿Te has agarrado a combos por el rap?
–Contra los punkies. Ahora no, tengo 35 años, pero cuando era cabro no me dejaba pasar a llevar. Y pa qué estamos con cosas: si no peleaba, me iban a sacarme la chucha. Es la ley de todos lados. Pero son etapas y te ayudan. Ahora no me agarro con nadie. Hay hueones antirraperos, como los nazis, que nos odian porque somos antigobierno. Entiendo que la ideología nazi era lo que quería el Heil Hitler, que todo el mundo fuera rucio de ojos verdes. Y estos nazis de aquí son más indios que la chucha. Están en contra del pueblo mapuche y he pillao nazis con apellido Paillacoi. No entiendo ni una huevá.

Me decías que no te interesaba tanto la política.
–No voto. Para mí la zurda y la derecha es la misma mierda con diferente olor. Nunca ha salido un presidente que yo diga este hueón es distinto. Uno intentó hacerlo y le hicieron el Golpe de Estado

¿Qué piensas de Bachelet?
–En el primer gobierno estuvo bien. No le echo tanto la culpa a ella. Pone la cara nomás. Los hueones que dan jugo son los del Senado. Han sacao hueás tan tontas, como el chaleco reflectante. No hay mano en la cuestión de la justicia tampoco. Los hueones se pitean los mansos condoros y a los dos meses están afuera. La corrupción siempre ha existido, lo único es que a estos locos los pillaron. El nuevo disco que estoy haciendo puede que crean que es hiphop político, porque voy a reclamar por hueás que no me gustan.

¿Cómo qué?
–No me gusta que haya tantas diferencias entre un rico y un pobre. Los cuicos deberían aprender a respetar la población, no discriminar ni robarle al pobre. Hay cuicos que son pesaos. Una vez fui a cantar al Saint George y todos me miraban como las hueas. Recién cuando canté dijeron “ohh, Lechero”.

¿Cómo llegaste al Saint George?
–Me invitó el Centro de Alumnos. Les pegué el palo, porque son cuicos y tienen plata. Les cobré 300 lucas. Y me fue muy bien. Terminé en un after con unos cuicos en un departamento al frente del Hyatt. Y yo siempre respetuoso. Ná de querer hacerme el lindo con las locas. Aparte que me cayeron mal las minas porque eran todas como que “ay, es que yo ay”. Todo el rato se quejaban por cualquier cosa y todo lo empezaban con un ay. Como que a las cuicas le dieran ganas de llorar por todo. Son muy quejonas.

Y a ti te gustan las mujeres “ricas pero chorizas”, que sean de tu población.
–Es que son igual que yo. Pero tienen que ser de verdad. Hay unas que te dicen cosas y luego te traicionan. Y he visto minas súper bonitas en mi población, pero hablan y dejan la cagá. Se les va toda la lindura.

En el tema “Ricas pero chorizas” le tiras un piropo a una mina de la pobla. ¿Eres de piropearlas en la vida real?
–Depende. No le vai a decir a la mina que pasa con el perro “te chuparía hasta el perro”. Ordinaria la hueá. Habría que decirle “señorita, no pase por el sol que los bombones se derriten”. Hermoso. Pero no soy piropero. Yo me quedo pegao cuando pasa una mina, la miro y por mi mente digo “oh, de Pomaire esa empaná”. Y menos lo diría en la Parinacota pa que te digan “qué te pasa gil culiao, ando con el Jimmy que te va a pescar a balazuuu”.

Eres muy famoso en Internet pero los medios no te han pescado mucho.
–A los medios les da miedo ir a la pobla. Y los que me conocen es por los años que llevo en el rap. Lo malo es que los videos no los subí yo, y no gano ni un peso por visita. Ahora no quiero repetir el mismo error. Cuando estaban sonando “La pana del volao” y “La gorda y la fea”, perdí harta plata porque no sabía cómo era la cosa. Me daban las moneas del pasaje, una garrafa de Codegua y yo era feliz. Y los locos se llenaban los bolsillos, porque yo llenaba gimnasios. Pero si no cobré fue por ser hueón, nomás.

Notas relacionadas