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Opinión

8 de Junio de 2016

Columna de Daniel Quiroz: Día mundial de los Océanos

Nuestra mirada sobre los océanos debe cambiar, tal como ha cambiado nuestra mirada sobre la caza de ballenas. No podemos seguir viéndolo solamente como un proveedor de recursos o un gran basurero planetario. El lema del Día Mundial de los Océanos este año es “Unos océanos sanos, un planeta sano”. ¿Qué significa un océano sano?

Daniel Quiroz
Daniel Quiroz
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Oceano

Desde hace algunos años he estado vinculado con el estudio de las relaciones entre los hombres y el mar, ya sea en ambientes insulares o simplemente costeros. Producto de un trabajo que comenzó hace unos 8 años he podido contemplar el océano ya no desde la costa sino a bordo, metafóricamente hablando, de los buques que persiguieron a las ballenas desde hace siglos y, aunque a muchos les disguste, que aún lo hacen. Las ballenas y su caza han estado en el imaginario de la gente desde hace varios miles de años. La valorización de la actividad ha experimentado una serie de cambios a través del tiempo, algunos de los que pueden detectarse en las producciones culturales del siglo XX, por ejemplo, entre las películas Moby Dick (1956) y Liberen a Willy (1993). La caza de ballenas pasó de ser considerada una actividad heroica, donde el hombre ponía en juego su propia vida en un combate contra un monstruo aterrador, a una actividad deleznable, cruel, innecesaria, en la que ahora el monstruo es el hombre, dejando ver lo peor de sí mismo ante una criatura prácticamente indefensa.

Nuestra mirada sobre los océanos debe cambiar, tal como ha cambiado nuestra mirada sobre la caza de ballenas. No podemos seguir viéndolo solamente como un proveedor de recursos o un gran basurero planetario. El lema del Día Mundial de los Océanos este año es “Unos océanos sanos, un planeta sano”. ¿Qué significa un océano sano?, o tal vez la pregunta debe ser: ¿los océanos se encuentran hoy realmente enfermos?

Se nos recuerda que “actividades humanas, como la pesca ilegal, las prácticas de acuicultura no sustentable, la contaminación marina, la destrucción del hábitat y la introducción de especies exóticas, así como el cambio climático y la acidificación de los océanos, tienen un impacto negativo sobre los océanos y los mares”. Estos elementos serían estupendos indicadores de la enfermedad de los mares y océanos. Sin embargo, sabemos por experiencia que la relación salud/enfermedad no es algo muy sencillo de establecer. Para Robert J. Díaz, profesor del Instituto de Ciencias Marinas de Virginia, “el océano no puede ser parte del alcantarillado de una civilización sobrealimentada, pero si cambiamos cómo comemos, podemos resolver parte del problema”. Esa es una dirección posible. Apela a una responsabilidad individual: cada uno de nosotros es responsable de la salud de nuestros océanos.

Especialistas de distintos lugares del planeta se han reunido para definir un índice de Salud de los Océanos (OHI), cuyo propósito es “inducir la reflexión y estimular acciones que permitan mejorar el estado de los océanos del mundo y servir como catalizador y guía para los tomadores de decisiones del sector privado y gubernamental, así como para implementar políticas efectivas que promuevan el bienestar de los océanos”. Un océano sano es “aquel que ofrece de manera sostenible una gama de beneficios para la gente, tanto ahora como en el futuro”.

Nuestro país se encuentra en el lugar 74 de las 221 zonas estudiadas, con un índice OHI de 71, siendo el promedio general de 70. No es un índice aceptable, menos si consideramos que las expectativas nos aseguran que en el futuro empeorará en un 2% si no se toman las medidas correspondientes. Efectivamente, la relación salud/enfermedad de los océanos es una gradiente y todavía es posible que hagamos algo por mejorar su condición.

La palabra Océano, como muchas otras, viene del griego y le servía a Homero para nombrar un ancho río anular que rodeaba todas las tierras. El término océanos fue usado por los griegos para nombrar al gran Mar Exterior en oposición al Mediterráneo o Mar Interior, también llamado pontos. Pero Océano era también Titán, hijo de Urano y Gaia, “dominador de las aguas originales y fuente de todas las aguas pequeñas”. De vez en cuando su furia se deja sentir en las costas del mundo bajo la forma de los “populares” tsunamis.

(*) Daniel Quiroz es antropólogo social y magister en arqueología y doctor en historia de la U. de Chile. Docente de la Escuela de Antropología de la U. Academia.

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