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Nacional

12 de Junio de 2016

Los sueños de la selección más pequeña de Chile

Su baja estatura no ha sido impedimento para pensar en grande. La Selección Nacional de Fútbol de Talla Baja, formada hace pocos meses, quiere sacar la cara por el país en torneos paraolímpicos y mostrarle a la sociedad que ellos también pueden jugar bien a la pelota. Pero su camino recién está comenzando. Necesitan auspiciadores que los ayuden a cumplir su sueño.

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“¿Y por qué no armamos una selección de fútbol de talla baja?”, se preguntaron en la Corporación Pequeñas Personas de Chile. La inquietud la habían dejado instalada dos seleccionados de Perú y Argentina que visitaron el país el año pasado, para conmemorar el Día Mundial de las Personas de Talla Baja que se celebra cada 25 de octubre. La idea prendió entre los presentes y no se achicaron: no iban formar un equipo cualquiera, sino la primera selección nacional que acoja a personas de estatura baja.

Han pasado siete meses, y la ambiciosa idea se ha ido transformando en realidad. El equipo cuenta ya con doce entusiastas jugadores, cuyas edades fluctúan entre los 10 y 45 años. El único requisito que han dispuesto para ser parte de la selección es tener alguna displasia esquelética asociada a la talla baja. Es decir, padecer de acondroplasia: una condición genética muy común entre las personas pequeñas que afecta el crecimiento de los huesos más largos del cuerpo, especialmente de las extremidades, produciendo que las personas no superen el 1,40 m. de estatura. De hecho, el jugador más espigado del plantel, Xavier Calderer (45), mide un metro cuarenta, y por lo mismo suele jugar al arco. Calderer reconoce que, al igual que otros de sus compañeros, tiene más ganas que experiencia en el balompié. Pero se trata justamente de mostrar que se la pueden en la cancha, que su condición no es tranca para jugar a la pelota. “El fútbol no es lo que más me apasiona. No soy un jugador bueno, pero hago el intento. Estoy en el equipo porque me motiva compartir y también para poder cambiar la mirada y eliminar los prejuicios que se tienen con las personas de talla baja”, declara el guardameta.

Como es la primera vez que se arma una selección de talla baja en Chile, todo ha sido un continuo aprendizaje. Todavía no han podido medirse con otro equipo de su misma estatura, por lo que solo han podido jugar entre ellos en canchas de futbolito. Tampoco tienen estructuradas las posiciones. Un día uno hace de delantero y al otro, de defensa. Tomás Meneses (21), que se integró hace tres semanas al equipo, lleva un año preparándose para ser entrenador en el Instituto Nacional del Fútbol (INAF). Quizá más adelante termine aleonando a su selección. Es el que tiene más experiencia deportiva en el equipo: el año pasado fue utilero durante el Mundial Sub 17.

Varios de los jugadores partieron en pichangas de barrio, compartiendo equipo con “gente de talla promedio”, donde aprovechaban su condición física para superar al contrincante. Los únicos inconvenientes eran las pelotas aéreas y el cansancio de correr de un extremo a otro de la cancha. “Nuestro tamaño nos juega a favor porque ocupamos el cuerpo, que es más grande que las piernas. Somos una especie de tope para el opositor. Y, como delanteros, tenemos un factor sorpresa porque no nos alcanzan a ver, así nos metemos por el lado y terminamos metiendo un gol”, dice Pablo Coloma (28), uno de los delanteros y actual coordinador de la selección.

Pero jugando entre ellos es cuando se sienten más libres. “Porque cuando hemos jugado con personas de estatura normal, a veces tienen miedo a lastimarnos y nos tratan con más cuidado en la cancha. Piensan que si te tocan capaz que te desarmes y te dejan pasar. Acá uno compite de igual a igual”, explica Calderer.

ACTO DE REBELDÍA

fútbol talla baja

Las reglas del juego de un partido entre personas pequeñas son similares a las del fútbol tradicional. Se recomienda no dar cabezazos al rival, porque hay jugadores que son más frágiles. “Pero nosotros tenemos todo permitido”, advierte Coloma. El arco, eso sí, es más chico. Y los partidos no duran más de cuarenta minutos en total. “Como somos de piernas más pequeñas, puede que nos agotemos más rápido”, razona Calderer. Aunque el agotamiento en la cancha no es solo un tema de estatura. Puede provocarse por la misma contextura de los jugadores. “No todas las personas de talla baja estamos acondicionadas para jugar. El desorden óseo que tenemos en los huesos provoca que algunos tengamos obesidad. Por eso el desarrollo de la musculatura es súper importante para nosotros. Probablemente, el fútbol no sea el deporte mejor recomendado, por ser de impacto, porque todo el peso recae en las rodillas, pero el fútbol nos sirve para mantenernos bien. Yo aguanto todo, porque me encanta el fútbol”, dice Coloma.

Los equipos de fútbol de personas de talla baja son un fenómeno nuevo a nivel mundial. Recién el año pasado, por primera vez se enfrentaron en un amistoso dos selecciones de países distintos: Argentina y Perú, con triunfo albiceleste. El partido sirvió para la visibilización y como oportunidad para invitar a otros países a formar sus propias selecciones. En Brasil, por ejemplo, hay cinco equipos de talla baja; algunos son parte de clubes importantes de Río de Janeiro, Sao Paulo y Fortaleza. Y para el próximo año se quiere dar un paso gigante: un cuadrangular internacional paralímpico, a disputarse posiblemente en Perú, en el que se medirán planteles de Argentina, México, el país sede y eventualmente Puerto Rico. Si nuestros jugadores juntan las lucas, Chile podría sumarse al certamen. Sería la primera vez que un equipo conformado por personas de talla baja saque la cara por el país. En eso están trabajando ahora. Quieren que el Comité Paralímpico reconozca al fútbol de talla baja como un deporte y a ellos como selección nacional.

Mientras esperan que eso ocurra, semana por medio se juntan a entrenar en una cancha que arriendan en el Parque O’Higgins. Las ganas sobran, pero faltan los recursos. No tienen dinero para comprar las camisetas, los pantalones ni los toperoles. Pero tampoco para las pelotas, los conos y el arriendo de la cancha. Todo lo que han conseguido ha salido de sus bolsillos. Por eso ahora están en una campaña en redes sociales para que alguna empresa los auspicie. No descartan, más adelante, ir a tocarle la puerta a Farkas, para que les financie los pasajes cuando tengan que ir a Perú. Pero eso todavía suena lejano. Ellos son bien aterrizados y no pierden de vista su objetivo central. “Lo que hacemos es un acto de rebeldía. Es para demostrar que nosotros somos normales y para que no nos asocien solamente al circo o la televisión. No tenemos ninguna dificultad ni nada que nos diferencie del resto. Tampoco queremos que nos sigan llamando enanos. Personalmente, no tengo problemas con esa palabra, pero la cultura actual le da una connotación negativa que no corresponde”, afirma Pablo Coloma.

Por lo mismo, tampoco les quita el sueño la posibilidad de compartir algún día la cancha con la selección chilena que dirige Pizzi. Y eso que son hinchas. “Nos gustaría intercambiar palabras, sí. Quizá me equivoque y los otros me puedan refutar, pero no somos una selección que busque que vengan los seleccionados a jugar con nosotros por compasión. Nuestra única aspiración es jugar con otras selecciones de talla pequeña en algún encuentro internacional”, concluye Pablo.

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