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LA CARNE

29 de Junio de 2016

Columna de Carolina Errázuriz Mackenna: “Hasta el fondo”

"Ya lo he dicho en otras ocasiones, el clímax lo alcanzo con el roce, es decir una buena mano, lengua, miembro y/o arminículos varios que ayuden, pero ahora que lo pienso bien, no en vano la postura de cabalgata es perfecta para mí. (Yo arriba del hombre). Ahí se unen el roce y la penetración a fondo".

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No sé a cuántas mujeres les pasa -tal vez porque aunque parezca ridículo tengo algo de pudor de preguntarle a mis amigas al respecto- pero para mí una buena penetración tiene que ser “hasta el fondo”. Suena feo, ya sé y la única manera un poco más fina de decirlo es en inglés: “ring my bell”. Que se sienta, que tope, que llegue, porque si no la verdad es que la penetración tiene su encanto, pero no es lo mismo. Es cierto que en mi caso esta brutal declaración tiene que ver con mi forma un poco agresiva de tener sexo, porque francamente no tiene tanto que ver con el orgasmo. Ya lo he dicho en otras ocasiones, el clímax lo alcanzo con el roce, es decir una buena mano, lengua, miembro y/o arminículos varios que ayuden, pero ahora que lo pienso bien, no en vano la postura de cabalgata es perfecta para mí. (Yo arriba del hombre). Ahí se unen el roce y la penetración a fondo.

Es cierto que esta práctica tiene sus problemas, especialmente en los días en que mi interior está revolucionado por la próxima llegada de la odiosa menstruación, y ahí la verdad es que le hago el quite a la cabalgata o la penetración fondo porque no creo que ningún hombre pueda entender el dolor feroz que le produce a una tanto ir y venir. Pero exceptuando esos días, yo soy de las que busca la postura física que haga posible la llegada del miembro a esas zonas de mi interior. Posiciones que por lo general requieren de una buena doblada de espalda -en el caso e estar boca a bajo- lo que a veces me provoca un tremendo dolor de cintura y la otra es la postura que llamo tipo tijera, es decir una de espalda medio de lado con el tipo entrando, pero con las piernas de una arriba y debajo de él (como una tijera pues) lo que es menos dañina para mi cuerpo, pero menos efectiva.

Claro que todo esto tiene que ver con estructuras físicas. Porque será que como mi entrepierna es profunda no tiene nada que hacer con una verga corta. Será por lo mismo que odio los tipos mal dotados. Esos que jamás rozan mi interior, no tiene ni una opción de estar conmigo más que un par de veces y eso si es que me digno a ser bien educada. Por eso es que, sin querer queriendo, hago el test del tamaño antes de pensar siquiera en sacarme la ropa y verme envuelta en una situación extremadamente insatisfactoria y estéril. Creo que lo poco que he alcanzado a leer del Kamasutra –me aburrió su resto- lo único que recuerdo con claridad es eso que las vergas y las entrepiernas tienen medidas más o menos adecuadas. Por así decirlo las talla S-M-L, XL y XXL (lo que sigue ya entra en la categoría de fenómeno) se llevan mejor con sus pares. Y eso yo lo he comprobado. Quizás sería bueno decir que no hay chica ni grandes, sino adecuadas. La que me coja a mí tiene que toparme y en casos de extrema calentura hasta dolerme.

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