Secciones

Más en The Clinic

The Clinic Newsletters
cerrar

LA CARNE

15 de Julio de 2016

La segunda vuelta: La columna de Carolina Errázuriz Mackenna sobre los buenos y malos amantes

Los buenos amantes agarran mi cabeza como afirmándola, o chupan mis pechugas, o dicen cochinadas en mi oído, o meten sus dedos acariciándome entre las piernas mientras me masturbo. Los malos amantes, apenas esperan. Los buenos te acompañan, te mienten bien, te ayudan a caer, aguantan, tal vez gimen y a veces se vuelven a calentar y te dan de nuevo para poder irte más rico.

Por

carne

No es el mejor negocio hacerlo varias veces en un rato. Y cuando me refiero a “varias veces”, es que el hombre tenga varios orgasmos en una performance sexual. Sostengo egoístamente que una debe irse la mayor cantidad de veces que pueda y el hombre sólo una. Esta idea no es posible con muchos hombres, primero porque pocos aguantan y segundo porque a mí luego de un rato me viene la onda mina-recipiente-geisha que debe lograr que el hombre tenga su orgasmo, porque si no me siento inútil, mala amante, poco rica, entre otras. El hombre debe irse una vez porque el miembro nunca está más firme y grande que antes de tener el primer orgasmo, y a mujeres como yo siempre nos gusta sentir la mejor y más dura verga que se pueda entre las piernas. Además, algunos hombres conservan esa mala costumbre de estar al borde de tirarla a una por la ventana después del orgasmo, entonces hay que prácticamente comenzar de nuevo todo, siempre y cuando el individuo tenga la disposición para esto, porque muchas veces si no hay siesta mediante, programa de televisión o algún tipo de distractor, algunos jamás se vuelven a contactar. Y si es que lo logran, el miembro –seamos honestos- queda algo “guatiado”, lo que en mi caso opera como un gatillante de decepción. Otro motivo es que hay que aprovechar que una tiene la capacidad de irse varias veces y poder seguir resistiendo la embestida. Es cierto que no es lo mismo, pero una no se paraliza, sino que sigue, sigue y sigue, por eso es ridículo inmolarse por el orgasmo masculino, antes de lograr el propio tomando en consideración esta capacidad femenina de la multiplicidad. Otro detalle es que si una tiene sexo sin condón, al irse el hombre te deja llena de leche la entrepierna y tanto líquido está rico, pero a mí no me gusta mucho volver a introducirla en ese ambiente tan acuático. Será que en general no tengo problemas de lubricidad, que al final tanta leche termina por estorbarme. E insisto: acuática y guatiada…Pésima dupla.

Muchas veces prefiero quedarme cuello antes de ir por la segunda vuelta, pero otras, cuando he perdido el norte y mi entrepierna está hinchada, roja, jugosa y caliente me importa un carajo cuántas veces haya que volver a levantar el miembro hasta que yo tenga mi orgasmo o más extremo, me importa un carajo si está dura o no. Ahí casi siempre, luego que el hombre se ha ido, comienzo a frotarme a la altura de sus piernas, pegando la pechugas al cuerpo de él, dándole besos en todas partes menos en la verga, para que no se hastíe. Me pongo de espalda a su lado y lleno de saliva mi mano tocándome el clítoris…No quiero volver a tener sexo, sólo quiero irme y logro de a poco su atención para que me ayude, para caerme lo antes que pueda… Los buenos amantes agarran mi cabeza como afirmándola, o chupan mis pechugas, o dicen cochinadas en mi oído, o meten sus dedos acariciándome entre las piernas mientras me masturbo. Los malos amantes, apenas esperan. Los buenos te acompañan, te mienten bien, te ayudan a caer, aguantan, tal vez gimen y a veces se vuelven a calentar y te dan de nuevo para poder irte más rico.

Notas relacionadas