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Cultura

4 de Agosto de 2016

Daniel Osorio, documentalista: “Soy el Woody Allen de los pobres”

El director y protagonista de la comedia documental, El soltero de la familia, nos cuenta cómo fue hacer una película centrada en sí mismo, donde defiende su soltería y trata de entender si realmente necesitamos una pareja para ser felices. Un proyecto que reconoce es “bastante patético”, pero que cambió su forma de pensar. La película está en cartelera desde este jueves en el cine arte Alameda y en todos los cines del país adscritos al programa de documentales Miradoc.

Por

daniel osorio

Hace cuatro años Daniel Osorio llegó a Valdivia con el objetivo de entrevistar a Celino Villanueva, campesino de 120 años y, para muchos, el soltero más viejo del mundo. Tenía altas expectativas, de que él le iba explicar por qué nunca se casó, dándole la clave que cambiaría el rumbo de su documental El soltero de la familia. Para su decepción, don Celino ya casi no hablaba, “fue súper caro para la producción ir a Valdivia, igual era una idiotez mía pensar que me iba a decir algo”. Así y todo, dejó algo de esa escena en el montaje final.

Son sólo algunas de las anécdotas que relata este periodista cuarentón sobre el rodaje de su film a estrenar este 4 de agosto. Película que partió con la intención de ser un documental político sobre el matrimonio, pero que optó finalmente por contar, en clave irónica, su propia experiencia personal. Desde su madre que lo presiona para que se case y le de nietos, a conversaciones con sus amigos y ex novias.

-¿Cómo surge la idea de este documental?

Hace unos años fui al Fidocs, un festival de documentales, y vi como veinte seguidos, y ahí dije, quiero hacer películas. Y pensé, ¿qué película puedo hacer de un tema que conozca? Ahí se me ocurrió que podía ser sobre mí, porque soy lo que más conozco. Postulé a un fondo y ganamos al tiro, que es una cosa bastante rara en un documental.

-¿Por qué crees que ganaste los fondos tan rápido?

El documental en Chile es más serio y desde el principio este documental proponía tratar el tema con humor. Era yo mismo quien, en tono de comedia, revisaba mi propia vida. Eso creo que lo hace distinto a muchos otros.

-¿No es medio patético abordar tu propia soltería?

¡Absolutamente patético!, pero es la clave del documental, cuando uno es capaz de mirarse con humor, le da otra perspectiva al tema, y además creo que este patetismo en particular sirve para hablar de un tema más universal. ¿Por qué nos casamos? ¿Es mejor estar solo que casado? Eso es lo que queda en el espectador. Aunque salga yo, o mi mamá como la antagonista de la película, porque ella es la que me dice “¡cásate, por favor, quiero un nieto!”.

-¿Crees que hay que tener la autoestima muy baja, o muy alta, para mostrar tan desinhibidamente la intimidad?

Yo tengo una alta autoestima, por eso me da un poco lo mismo lo que piense la gente. Y eso es la clave de tomarse uno mismo como tema en tono de comedia. El problema es que la gente se toma muy en serio a sí misma, por eso creen que lo que hacen es importante. Nada de lo que uno hace es tan importante, en general toda la vida es contarse un cuento y hay gente que se lo cree mucho. Yo me lo creo, pero no mucho.

-¿Cuál dirías que fue el momento más patético de la película?

La escena en que voy a ver a mujer que me gustaba de joven y ella saca una carta, que no me acordaba que le había escrito, a los veintitantos años, con una poesía muy mala. Yo decía “¡qué vergüenza!”, pero al mismo tiempo estaba consciente de que era una muy buena escena. Siempre estuvo esa dicotomía, de estar entre la vergüenza de tu pasado, y saber que era buen material documental. No me da vergüenza por la carta, sino por lo mal escrita que estaba. Igual tiene cierto valor haber escrito una carta romántica, no sé si todos lo hacen.

-¿Nunca pensaste en copiarle algunos versos a Neruda? Todos lo hacen.

¡Jamás le copiaría a Neruda, el poeta más malo que existe en Chile! A De Rokha le podría copiar, pero son más duras las cosas que escribe él, no sé si me hubiera servido.

-¿Te consideras el Woody Allen chileno?

Un amigo me definió una vez como el Woody Allen de los pobres. Yo creo que por ahí va la cosa. Antes había un goleador que era igual a Zamorano, se parecía hasta físicamente, pero metía la mitad de los goles. Entonces era el Zamorano de los pobres, y yo soy el Woody Allen de los pobres.

La película pasa en Santiago, las problemáticas son chilenas, no tenemos a Manhattan, no hacemos grandes disquisiciones sicológicas. Pero creo que hay un tono de comedia similar, no es que haya copiado a Woody Allen, es mi naturaleza. De hecho hago clases, y a veces tengo problemas con eso, porque soy chistoso, y los alumnos creen que ser chistoso es ser poco serio. Yo creo que se puede ser chistoso y serio al mismo tiempo.

-¿Qué te ha dicho la gente al ver el documental?

Las reacciones han sido bien distintas. Un viejito me decía que yo debería hacerme cura, que ahí estaba mi solución; otro que dejara a mi mamá tranquila, que no la podía seguir obligando a participar. Ella partió muy interesada, pero al final se quejaba “ya no quiero actuar más, más encima nunca me has pagado”, y yo le decía, “¡pero si los documentales no se pagan!”. Unas amigas de mi mamá me decían, “no, pero tú todavía te puedes casar” y siempre insistían con el actor, Anthony Quinn, “¡a los ochenta años tuvo guagua, tú todavía puedes tener…!”.

-¿Y nadie te dijo si eras gay?

El tema de la homosexualidad decidimos dejarlo fuera del documental porque no aportaba mucho. Había una escena en que yo le pregunto a mi mamá “mamá, ¿usted nunca pensó que yo era gay, porque soy el único hijo suyo que no se ha casado?”, y ella dijo “no po, si cuando íbamos en la calle, le mirabas el culo a las minas, entonces yo tenía claro que no iba por ahí el tema”.

-¿Qué dijo tu mamá tras ver la película?

La primera función casi no la vio, la comentó con una amiga todo el rato. La segunda vez que la vio, ya con más calma, creo que algo le dolió, como que fue capaz de ver la segunda capa. Lo que hay detrás de este personaje solitario. Alguien que está solo, pero que tal vez no quiere estar solo.

-¿Qué tendría que tener la mujer ideal para convencerte de que el matrimonio es la mejor opción?

Mucho dinero para financiar mi próximo documental, jajaja. En la película me hice algunas terapias, de hecho sin película jamás hubiese pensado en hacerme una. Y ahí me di cuenta que yo partí esta película como un soltero militante, pensando que la sociedad te impone el matrimonio y con el paso del tiempo me di cuenta que quizás no quiero estar tan solo. El matrimonio funciona para algunos. Yo creo que una buena mujer para mí tiene que ser independiente, bastante resuelta, que busque un compañero de aventuras y de tiempo. Pero que no dependa de la realización del otro. Y si tiene plata para financiar el documental, mejor.

-¿Te cambió algo haber hecho el documental?

Antes de la película nunca hubiese pensado en la posibilidad de tener una pareja estable. Ahora lo pienso como algo posible, pero no necesario.

-¿Qué concluiste, se necesita de alguien más para ser feliz?

Con esa pregunta parte el documental… Se necesita a otro, no necesariamente una persona en particular. Se necesita el contacto con la humanidad, vivir con más gente. No necesariamente la pareja, pero solo no creo que se pueda ser feliz. Antes era feliz con mis libros, mis pipas, mis soldaditos de plomo. Ahora creo que hay que dar un paso más. En algunos casos es la pareja, y en otros es compartir con el resto.

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