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Mundo

3 de Septiembre de 2016

Angela Merkel y el partido Alternativa para Alemania, sus enemigos a la derecha

Ante los comicios regionales de mañana en Mecklemburgo-Antepomerania (este), la canciller alemana ha reclamado por ello una gran participación electoral para detener a AfD: "cuanto más gente vaya a las urnas menos posibilidades de éxito hay para ciertos partidos que no tienen respuesta a los problemas, se agotan en la protesta y a veces recurren al odio".

Por

Merkel EFE

La canciller alemana, Angela Merkel, se enfrenta a la amenaza que representa Alternativa para Alemania (AfD), un partido populista de derechas que está rompiendo la estática política alemana y que mañana puede conseguir un nuevo éxito en las elecciones del “Land” de Meckelmburgo-Antepomerania.

AfD surgió como una fuerza euroescéptica, que procuraba capitalizar el descontento ante las ayudas a Grecia, pero ya desde sus comienzos tuvo en la inmigración una baza política que con la crisis de los refugiados ha convertido en su principal tema.

En un reciente libro, el director del Instituto Demoscópico FORSA, Manfred Güllner, señala que en términos absolutos el apoyo a AfD ha permanecido constante desde 2013, cuando obtuvo el 4,7 % de los votos en las elecciones generales y quedó por muy poco fuera del Parlamento.

Sin embargo, en términos de porcentajes, la AfD sí ha subido claramente -gracias en parte a una alta abstención- lo que le ha permitido lograr escaños en el Parlamento Europeo y en varios parlamentos regionales.

Sus éxitos más importantes los ha tenido la AfD en el este del país y una encuesta reciente, realizada por el instituto demoscópico Insa y publicada por la revista “Cicero”, la sitúa en Mecklemburgo-Antepomerania incluso por delante de la Unión Cristianodemócrata (CDU), el partido que lidera Merkel.

Según ese sondeo, AfD alcanzaría el segundo lugar en esas elecciones con un 23 % de los votos, mientras que la CDU no pasaría de un 20 % y el Partido Socialdemócrata (SPD) sería la agrupación más votada, con un 26 %.

En las regionales de 2011 la CDU tuvo su peor resultado electoral en ese estado federado, con el 23 % de los sufragios.

A nivel nacional, las encuestas de intención de voto otorgan a AfD cerca del 10 % de los apoyos y mantienen a la CDU con holgura encabezando la clasificación, aunque si mañana los populistas les superan serán previsibles las tensiones en el bando conservador.

En los últimos meses la política de Merkel frente a la crisis de los refugiados ha sido cuestionada dentro de sus propias filas y, en especial, por parte de la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido hermano de la CDU.

Ya en Sajonia-Anhalt, otro estado del este alemán, el repunte de la AfD en marzo llevó a que ni siquiera una gran coalición de la CDU y los socialdemócratas tuviese una mayoría parlamentaria, lo que obligó a sumar a la alianza a Los Verdes.

La discusión acerca de si la AfD cambiará a largo plazo el sistema de partidos alemán o de si se trata de un fenómeno pasajero se aviva en el país.

El expresidente del SPD, y vicecanciller durante el primer gobierno de Angela Merkel, Franz Müntefering, cree que los partidos tradicionales terminarán por reducir a la insignificancia a la AfD, como han hecho en el pasado con otros partidos de ultraderecha.

“Eso no significa que podamos quedarnos con los brazos cruzados, tenemos que trabajar para derrotarlos”, dijo Müntefering en un acto en Berlín.

En un reciente artículo, la expresidenta del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Charlotte Knobloch, superviviente del Holocausto, vio paralelismos entre el empuje de AfD y el ascenso de los nazis; “ojalá no llegue el día en que nos preguntemos cuándo estábamos a tiempo para parar ese partido”, alertó.

AfD apunta a ciudadanos conservadores que en el pasado votaron a la CDU pero que la han dado la espalda al partido, decepcionados por el giro hacia el centro de la agrupación durante la era Merkel.

Sin embargo, uno de los vicepresidentes de la CDU, Armin Laschet, ha subrayado que la AfD no puede compararse con los cristianodemócratas del pasado, que aún en los conservadores años cincuenta siempre fueron europeístas.

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