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Nacional

7 de Septiembre de 2016

Desclasifican informes de Estados Unidos sobre el atentado a Pinochet en 1986

Hoy se cumplen exactamente 30 años desde que se produjo el conocido atentado al tirano Augusto Pinochet, en la cuesta Las Achupallas, camino al Cajón del Maipo, a 40 kilómetros de Santiago. El hecho dejó 5 escoltas fallecidos. Bajo este contexto, La Tercera publicó una serie de cables y archivos desclasificados de Estados Unidos, que fueron enviados esa misma jornada y los días posteriores al hecho desde la embajada de ese país y la CIA en Santiago, en la que se daba cuenta del escenario que se estaba generando en Chile tras el fallido intento por liquidar a Pinochet, cómo quedó el panorama político y qué hubiera sucedido si se hubiese concretado con éxito el plan de exterminar al tirano.

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Pinochet Youtube

Hoy se cumplen exactamente 30 años desde que se produjo el conocido atentado al tirano Augusto Pinochet, en la cuesta Las Achupallas, camino al Cajón del Maipo, a 40 kilómetros de Santiago. El hecho dejó 5 escoltas fallecidos.

Bajo este contexto, La Tercera publicó una serie de cables y archivos desclasificados de Estados Unidos, que fueron enviados esa misma jornada y los días posteriores desde la embajada de ese país y la CIA en Santiago con destino obviamente a Gringolandia.

El embajador Harry Barnes no se encontraba esa mañana en el recinto, por lo que George F.Jones se encontraba a cargo de la embajada en calidad de encargado de negocios.

Con su firma, un sinfín de documentos fueron enviados al gobierno de Roland Reagan para contar el escenario que se estaba generando en Chile tras el fallido intento por liquidar a Pinochet, cómo quedó el panorama político tras el hecho y qué hubiera sucedido en el país si se hubiese concretado con éxito el plan.

Uno de los escritos calificados como “urgentes” y que salieron de la CIA en Santiago a los pocos días del atentado, apunta a que “el ataque reforzó políticamente a Pinochet contra sus críticos entre los militares, que se oponen a su reelección”.

El documento de tres carillas añadió que “sus críticos al interior de la Junta, que han bloqueado varios intentos de reimponer el estado de sitio, esta vez tendrán que ceder”. Pese a ello, afirma que “la mayoría de los oficiales militares sigue comprometido con la restauración de un gobierno democrático en 1989. Algunos altos oficiales probablemente volverán a insistirle que sea más flexible políticamente y que se comprometa con dar un paso al lado al final de su período, si mantiene el estado de sitio por muchos meses”.

En otros pasajes, el informe bajo el título de “top secret” asegura que “el ataque y otros actos de violencia del Frente probablemente son parte de un plan para demostrar que aún sigue siendo poderoso pese a la incautación de armas (en Carrizal Bajo)”.

La CIA enfatizó además en que quizás el Partido Comunista pudo no haber aprobado el ataque, dicha colectividad que “está teniendo dificultades para controlar a los activistas del Frente Manuel Rodríguez. Ellos (el PC) ciertamente se oponen a cualquier plan del Frente para repetir el ataque contra Pinochet pronto”.

Entre todos los documentos, el primer cable que fue enviado a EE.UU se originó desde la embajada gringa en Santiago con destino a la Secretaría de Estado de Washington. En la misiva Jones sostiene que “tras el fallido intento de asesinato del Presidente Pinochet el 7 de septiembre, el GOC (gobierno de Chile, N. de la R.) anunció inmediatamente el estado de sitio en todo el país. El estado de sitio suspende los derechos de hábeas corpus y de revisión judicial de muchas de las acciones del GOC y permite al gobierno imponer censura y arrestar y relegar a personas indefinidamente”.

Este documento que se extrae de una serie de miles de escritos pertenecientes a un proyecto de desclasificación de información entre 1968 y 1991, presenta la preocupación por el tenso momento que vivían las relaciones entre Estados Unidos y Chile tras la muerte del fotógrafo chileno asesinado en julio de 1986, Rodrigo Rojas Denegri.

“Es probable que el GOC utilice el estado de sitio para restringir la libertad de reunión y de prensa y vuelva a recurrir al uso del exilio interno (destierro)”, dijo Jones, al mismo tiempo que resalta que “estamos conscientes de que el Presidente ha querido desde hace mucho silenciar a las revistas opositoras más virulentas y nos sorprendería si (la revista) Análisis y probablemente otras no son suspendidas… habrá que ver si el GOC también intenta imponer censura a los principales diarios, como sucedió durante el último estado de sitio”.

En medio de sus escritos, Jones describe en el instante que “mientras esto es tipiado hemos sido informados que el GOC emitió su primer decreto… se amplía el toque de queda a todas las personas entre las 2 y las 5 de la madrugada; el toque de queda anterior cubría sólo al tráfico vehicular. Una vez más la reacción de línea dura de Pinochet ayudará preferentemente a sus más duros enemigos, los comunistas, frustrando los esfuerzos de los partidos centristas para conducir a las FF.AA. hacia un diálogo constructivo”.

La carta de George Schultz

Ese 8 de septiembre de 1986, el secretario de Estado de Gringolandia, George Schultz, le pidió a Jones asistir a la ceremonia en memoria de los escoltas de Pinochet asesinados en el hecho. “A menos que haya factores de los cuales no estamos conscientes, el Departamento cree que es del interés de nuestra política general hacia Chile que el encargado de negocios atienda en persona cualquier ceremonia en memoria de los miembros de las fuerzas de seguridad asesinados en el ataque de ayer contra la comitiva del presidente Pinochet. Por favor, informen si su presencia plantea cualquier tipo de problemas desde la perspectiva de la embajada”.

Schultz envía otro escrito a todas las embajadas gringas de la región y Europa, en la que aclara el panorama existente entre dicha nación y Chile. “Seguimos teniendo relaciones formales con el gobierno chileno y llevando adelante nuestra política para apoyar los progresos en Derechos Humanos y la implementación de una transición pacífica hacia la democracia”, juró.

Otro elemento que fue digno de análisis en estos informes desclasificados fue qué hubiese ocurrido se efectivamente mataban a Pinochet en el atentado.

En enero de 1987, la embajada de Estados Unidos en Santiago escribió que “el sucesor inmediato de Pinochet sería el almirante Merino, según la Constitución de 1980, pero pensamos que muy probablemente poco después un general de Ejército, posiblemente uno traído de un retiro relativamente reciente, completará el período de Pinochet en el poder”.

El escrito de 9 páginas asegura además que “el Frente Manuel Rodríguez planea intentar nuevamente matar a Pinochet. Si bien él es menos vulnerable que antes debido al aumento de las medidas de seguridad, su asesinato está lejos de ser una posibilidad remota”. Pese a los comentarios, detalla que si llegase a morir Pinochet, “habrá, sin duda, una atmósfera más liberal en el país a largo plazo, a menos que un ‘clon’ de Pinochet tome el poder”.

La embajada reflexionó también que en ese escenario la Junta “intentará mostrar unidad y decisión en ese momento crítico y que el futuro presidente sea una persona estrechamente identificada con el régimen militar, que entienda la mente militar y las instituciones, lo que significa que estarán de acuerdo en que sea un militar activo o recientemente retirado”. Aunque, afirma, no se pueden desconocer “las ambiciones personales, los equilibrios de poder institucionales y otros temas que harán más difícil alcanzar un consenso”.

En esta línea, el embajador Harry Barnes, firmó el informe que expone que “el almirante Merino tiene la ambición de ser elegido presidente, pero no está claro si la Armada va a querer ser vinculada tan estrechamente con las decisiones políticas del régimen”.

Otro punto que advierte es que aunque “algunos en la oposición piensan que si Pinochet muere, el régimen militar podría colapsar, (…). En nuestra opinión esa mirada es peligrosamente equivocada”, puesto que la derecha y los milicos estan decididos a “no permitir que cambie el régimen sin garantías satisfactorias de una serie de temas como la impunidad por violaciones a los derechos humanos, propiedad privada, el rol del Partido Comunista y el rol en el período de transición política de los militares”.

Los informes desclasificados dan cuenta de un encuentro que sostuvo el dictador con la delegación de los Amigos del Centro Democrático de América Latina (Pordemca) el 28 de abril de 1987. En dicha cita el tirano arremetió con que la CIA “debe haber estado involucrada” en el ataque que sufrió.

De acuerdo a Barnes, la acusación de Pinochet fue “aparentemente sin ninguna razón”. Pinochet “dijo que después del golpe de 1973 comenzó a recibir informes de que la CIA quería matarlo. Estos informes persistieron de tiempo en tiempo y en cierto punto dijo que había hablado con Vernon Walters (subdirector de la CIA entre 1972 y 1976, N. de la R.) y recibió de él la certeza de que no había nada de eso. Sin embargo, siguió recibiendo esos reportes”.

Ante la consulta de uno de los presentes en dicho evento en cuanto a que posiblemente fue el Servicio secreto soviético el cerebro tras el atentado, “Pinochet respondió que algunas veces la CIA y el KGB ‘convergen en lo alto’, una expresión chilena que significa que dos oponentes pueden terminar colaborando involuntariamente”.

“Su detallado recuento de los informes sobre supuestos planes de la CIA contra él indica que él se inclina a creerlos y puede estar dándole cierta credibilidad a la absurda historia de la participación de la CIA en la emboscada”, cerró Barnes.

El último archivo desclasificado habla de las alternativas de ataque que tenía en mente el FPMR para asesinar al tirano.

El 18 de noviembre de 1986 la CIA en Chile le escribió a la Comandancia en Jefe del Comando Sur de Estados Unidos que en el Frente “se propusieron varios escenarios para asesinar a Pinochet, incluyendo un ataque al “estilo” Sadat, durante la tradicional Parada Militar del 18 de septiembre (sic)”.

Finalmente esa idea fue mandada a la basura ya que muchos integrantes de la agrupación podrían resultar muertas durante el ataque. Por lo mismo, tras un intenso debate optaron por el atentado mientras Pinochet regresaba de su residencia en El Melocotón, luego de un reponedor fin de semana.

“El FPMR usó información de oficiales militares chilenos en servicio activo, cercanos a Pinochet, para planear y coordinar el atentado”, aseguró uno de los informes secretos, aunque no otorga nombres y apellidos de los sujetos.

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