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Opinión

10 de Octubre de 2016

Columna: Cuando la Salud es más que la atención de pacientes

Fortalecer y mejorar la atención primaria de salud municipal es una necesidad real, urgente de abordar desde el mejoramiento de la gestión local. En aspectos como la disponibilidad de horas profesionales, los procedimientos de entrega de horas en el SOME y a través del call center, así como mejorar la resolutividad hay un amplio margen de acción.

Julio Sarmiento
Julio Sarmiento
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Hospital Salud A1

De vez en cuando, alguien me detiene en la feria para preguntarme por qué un médico se postula de candidato a concejal. Aunque le explique que es parte de mi vocación de servicio, me sugiere: “Doctor, no será mejor que se dedique a atender pacientes”. Como si la preocupación por la salud no tuviera otra forma de expresión que la labor clínico-asistencial.

No obstante, los problemas de salud más sentidos por los vecinos de la comuna de Santiago, consignados en el diagnóstico de su Plan de Salud, son la falta de horas de atención de profesionales médicos, matronas y odontólogos, el Call Center ocupado, dificultades de acceso para adultos mayores y migrantes, y la poca disponibilidad de horas en el SOME. Todas estas problemáticas están relacionadas con la atención de salud que se realiza en los consultorios, enfocada mayoritariamente a lo curativo.

Pero lo cierto es que la salud, entendida como bienestar y no sólo la ausencia de enfermedad, está influida por las circunstancias en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Este conjunto de condicionantes que van más allá de su cuerpo biológico se conoce como Determinantes Sociales de la Salud y son el resultado, a su vez, de la desigual distribución del dinero, el poder y los recursos a nivel nacional, regional y local, más que por el funcionamiento del sistema de salud propiamente tal. Su importancia es tal, que han sido motivo de preocupación a nivel internacional desde hace varios años, al punto que la Organización Mundial de la Salud el año 2005 convocó a una comisión de expertos para abordar el tema de las inequidades sanitarias, o sea, las diferencias injustas y evitables observadas en y entre los países en lo que respecta a la situación de salud.

Ya a mediados del siglo XX varios pensadores habían planteado que las causas de los diferentes resultados de salud y enfermedad en las personas se explican según el contexto histórico en el cual se encuentran insertas, el modo de producción y las clases sociales. Esto nos lleva a reflexionar profundamente respecto de cómo el conjunto articulado de procesos culturales influye de forma directa en el estado de salud de las personas, dónde la actividad política, que corresponde al trabajo de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un país, es el único ámbito de la esfera social que puede solucionar este tipo de problemáticas mejorando la salud de las personas en su conjunto y por lo tanto el bienestar de los sujetos de un país, región o comuna, el cuál debería ser éticamente el fin último de todo médico que dedique su vida con vocación a su profesión.

Se ha demostrado que residir en entornos desfavorables se asocia con una población que realiza menos actividad física y tiene dietas poco saludables, con mayor predominio de enfermedades crónicas, mayores índices de consumo de tabaco y drogas ilícitas, y en definitiva, con una mayor mortalidad en comparación a poblaciones que habitan en sectores con mayores recursos. Problemas como la ausencia de áreas verdes, las dificultades para acceder al transporte, comercio o a ciertos recursos comunitarios de tipo recreativos, así como al estar expuestos a excesivo ruido, acumulación de basura, escasa iluminación, y situaciones de crimen, vandalismo, venta de droga, robos y otros, se relaciona con una baja percepción de salud.

La forma en que las personas nacen, crecen, viven, estudian, juegan, trabajan y envejecen se relacionan más con la salud de cada una de ellas que lo que ocurre al interior de la consulta médica. Incidir en ello implica apostar a generar un cambio en la organización y estética en los barrios, el acceso a viviendas dignas, la posibilidad de disfrutar de entornos de calidad con posibilidades de recreación, actividad al aire libre, y seguridad, además de mejorar el acceso a ciertos bienes y servicios de consumo, la realización de actividades comunitarias y la participación en las decisiones locales. Todo lo anterior se realiza a través del apoyo de recursos municipales y los programas del Estado que están en los ámbitos de la gestión pública donde se produce la disputa político-electoral. Por lo que la forma en que se plantean estas políticas debe ser motivo de preocupación por quienes busquen mejorar realmente la salud a una escala local.

En el informe final de la Comisión de Determinantes Sociales de la Organización Mundial de la Salud, publicado en agosto de 2008 aborda y profundiza en estos mismos aspectos. El organismo propone como recomendaciones fundamentales mejorar las condiciones de vida cotidianas y luchar contra la distribución desigual del dinero el poder y los recursos. Lo primero, a través de promover la equidad desde la primera infancia, con programas dirigidos al desarrollo integral de los niños partiendo por educación de calidad.

También a través de entornos saludables, mejorando la disponibilidad y accesibilidad de vivienda, invirtiendo en la mejora de los barrios y la promoción de conductas sanas. Promoviendo que el pleno empleo y el trabajo digno sean objetivos centrales de las políticas sociales, con estabilidad, mejora de las condiciones laborales y remuneraciones adecuadas. Otorgando protección social a lo largo de toda la vida ante circunstancias inesperadas, a quienes están en situación de precariedad laboral o vulnerabilidad social, sobre todo adultos mayores. Como también entregando las facilidades en el acceso y la utilización de los servicios de salud con independencia de la capacidad de pago, a través del acceso y cobertura universal, como aspectos esenciales para gozar de buena salud y alcanzar la equidad sanitaria.

Por otra parte, luchar contra la distribución desigual del poder, el dinero y los recursos implica incidir en estructuras y procesos sociales más profundos. Requiere que se refuerce el liderazgo del sector público en la prestación de bienes y servicios básicos esenciales para la salud y en el control de artículos que dañan la salud; que se aprueben y apliquen leyes que promuevan la equidad de género; que se garantice la representación justa de todos los grupos de la sociedad en la toma de decisiones; que se permita que la sociedad civil pueda organizarse y actuar de forma que se promuevan y respeten los derechos políticos, sociales y culturales, que afectan a la equidad sanitaria, entre otros.

Finalmente, fortalecer y mejorar la atención primaria de salud municipal es una necesidad real, urgente de abordar desde el mejoramiento de la gestión local. En aspectos como la disponibilidad de horas profesionales, los procedimientos de entrega de horas en el SOME y a través del call center, así como mejorar la resolutividad hay un amplio margen de acción. Pero debemos ir un paso más allá, y como planteara el premio Nobel de Medicina y Fisiología Rudolf Virchow considerar que la medicina es ciencia social, y la política no es otra cosa que medicina en gran escala.

*Julio Sarmiento es candidato a concejal por Santiago.

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