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Nacional

20 de Noviembre de 2016

Baradit y su apoyo a la legalización de la marihuana: “En el conservador hay un horror a cómo se desarrollan las sociedades naturalmente”

Según el autor de Historia Secreta de Chile (parte 1 y 2), lo que buscan estas personas "es cerrar las vías de crecimiento y lo único que producen es que estas raíces crezcan pa’ adentro y se produzcan perversiones de la conducta. Es decir, abortos hay igual, pero en condiciones higiénicas espantosas; consumo de drogas hay igual, pero a través del narcotráfico. Cuando tú no le das vías o caminos a la manera como naturalmente se está desarrollando una sociedad, devienen monstruos".

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Jorge Baradit, escritor de la exitosa Historia Secreta de Chile que en su primera parte vendió alrededor de 90 mil ejemplares, conversó con Revista Cáñamo sobre la relación de nuestras autoridades y personajes históricos con las drogas.

Respecto a esto, explica que “no hay algo así como ‘George Washington tenía plantaciones de marihuana’, que es algo que está más que probado. El uso de alguna droga, como lo entendemos hoy día, no es una cuestión que esté registrada en algún lado. Hay rumores sobre el uso de coca en el tiempo de la UP, por altos dirigentes en un momento en el que necesitaban estar despiertos y alertas, sobre todo en el último año, el 73. Está también el uso de la cocaína de manera masiva durante el periodo de la CNI, el uso recreativo en su relación con prostitutas, vedettes, gente del espectáculo. Pero no hay registro oficial, sí muchos rumores”.

Pero respecto al alcohol es otro el cuento: “lo que pasa es que Chile es un país de mucho consumo de copete, pero también hay mucho de mito. No sé poh, está el caso explícito de Don Tinto, Pedro Aguirre Cerda, pero en realidad el tipo no tomaba copete y erróneamente se le ha considerado un borracho”.

Según él, esa fama de Aguirre Cerda surgió “porque era un tipo de centroizquierda y siempre ha habido un afán destructor de estas figuras por parte de la derecha, y recurren a eso: ‘los mapuches son curados’, ‘Pedro Aguirre Cerda era borracho’, ‘Allende era borracho’ (se le relacionaba con el whisky). Y sí, la gente tomaba pero tampoco tomaba más de que lo que tomaba cualquier otro”.

El escritor de 47 años cree que la razón de porqué nuestras leyes se empeñan en prohibir las drogas “es que en este país hay una minoría o un grupo oligarca que tiene un poder tan grande que es capaz de contrapesar los intereses del resto del país, y para conseguir ese contrapeso utiliza su poder económico, su poder armado, sus influencias, su peso en redes, y utilizan todo para imponer su agenda, y su agenda es conservadora, sin duda. Por definición, un conservador es alguien que no quiere cambiar las cosas porque está la raja así como está. Comparten, además, un cuerpo ideológico que incluye un neoliberalismo a ultranza en lo económico, pero una relación moral con la Iglesia católica, (…) y la Iglesia católica es contraria al consumo de este tipo de drogas, entonces me parece que hace un contrapeso y un lobby importante”.

“Todo el mundo sabe que no existe la sobredosis por marihuana, que nadie se ha muerto por marihuana, que hay sustancias legales mucho más adictivas, que causan daño… Yo creo que en ese sentido los datos ya están y lo que hay ahora es una voluntad por cerrarle el paso por la misma razón por la que se le cierra el paso a muchas puertas que se consideran puentes pa’ otras cosas”, sostiene.

Según él, “la respuesta que dan los conservadores a cualquier avance social siempre es la misma, cuando se habla del divorcio siempre la respuesta es ‘no, porque si abrimos la puerta la gente se va a casar y separar y se van a volver locos haciendo eso’; ‘si le abrimos la puerta al aborto, la gente va a tener relaciones como loca y se va a desbandar’; y ‘si abrimos la puerta a una droga pequeñita va a ser la puerta de apertura a otras drogas mayores’. En la estructura del conservador hay un horror a que se pierdan las formas y, en el fondo, hay un horror al futuro y a la manera en la que se están desarrollando las sociedades naturalmente, entonces lo que buscan es cerrar las vías de crecimiento y lo único que producen es que estas raíces crezcan pa’ adentro y se produzcan perversiones de la conducta. Es decir, abortos hay igual, pero en condiciones higiénicas espantosas; consumo de drogas hay igual, pero a través del narcotráfico. Cuando tú no le das vías o caminos a la manera como naturalmente se está desarrollando una sociedad, devienen monstruos”.

Afirma que está totalmente de acuerdo con la legalización de la marihuana, principalmente porque “va a existir una mejor fiscalización, una mejora del producto, una regularización del precio, va a haber mayor información porque los canales oficiales van a estar abiertos”.

Admite eso sí que personalmente es “bien fome en ese sentido”; “me fumé el primer cuete a los 26 años, acá en Santiago, en la casa de mi polola, y fue bien raro porque fumé y lo único que recuerdo es que podía ver con los ojos cerrados. Fue una experiencia bien rara, después caché que me produjo una persistencia de la visión. Nunca he consumido otra droga”.

Pero aclara que no se trata de temores o prejuicios hacia las drogas, “de hecho las valoro muchísimo. Yo tengo mucho interés en mitologías comparadas, en las manifestaciones enteógenas, en la cultura chamánica, en el uso de alucinógenos para la videncia, es algo que está muy presente en mis obras también. Pero es bien raro, porque siempre que alguien lee Ygdrasil, Synco o Lluscuma, mis tres novelas más duras, terminan preguntándome qué me fumé y asumen que yo tengo una relación con los alucinógenos súper cercana, y la verdad es que no sé qué pasaría… No me he encontrado en la circunstancia, pero tampoco la he buscado, entonces yo creo que es un romance no consumado por desinterés mutuo, jaja. Pero tampoco estoy cerrado, no se ha dado nomás”.

Un día en la cosecha de marihuana más grande de Latinoamérica – The Clinic Online

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