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Mundo

30 de Noviembre de 2016

La columna de Patricio Fernández en The New York Times: “Fidel, un hombre de otro tiempo”

“Fidel, un hombre de otro tiempo”, se titula la columna que Patricio Fernández, director de The Clinic, escribió para el periódico estadounidense The New York Times a propósito de la muerte del líder cubano. “Todos los cubanos con quienes conversé el sábado me dijeron lo mismo: que creían que no sucedería nunca, que aún les […]

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Fidel Castro EFE

“Fidel, un hombre de otro tiempo”, se titula la columna que Patricio Fernández, director de The Clinic, escribió para el periódico estadounidense The New York Times a propósito de la muerte del líder cubano.

“Todos los cubanos con quienes conversé el sábado me dijeron lo mismo: que creían que no sucedería nunca, que aún les cuesta creerlo, que es muy raro el vacío que deja la muerte de Fidel Castro”, cuenta Fernández en su recorrido por la isla.

Afirma que “unos sienten miedo, otros desazón”, pues “al interior de la isla, ni siquiera en los más críticos a su gobierno cundió la alegría”.

El director de The Clinic relata que las calles figuraban más desiertas que de costumbre, como “si un fantasma las recorriera”.

Fernández sostiene que si bien es cierto en las generaciones más jóvenes de Cuba hace rato se había perdido “esa aura semi divina que aún permanece en la mente de sus mayores”, el cambio será lento.

Al respecto cita al escritor Leonardo Padura, quien sentencia que “nada cambia tan fácilmente en Cuba”.

“Al Comandante se le puede querer u odiar, pero no fue cualquier hombre. Tejió la Revolución cubana con sus propias manos desde la ya lejanísima toma del Cuartel Moncada en 1953, cuando apenas tenía 27 años. Fidel reunió a los 82 tripulantes del Granma en México, y con ellos desembarcó en el oriente de la isla de Cuba, y desde ahí avanzó por la Sierra hasta sacar a Batista y tomarse el poder en enero de 1959. La Revolución no fue la obra de un pueblo, sino de un individuo, y eso los cubanos lo saben y hasta su peor enemigo lo reconoce”, opina.

Patricio Fernández recuerda la última vez que vio a Fidel Castro, ya hace más de tres meses atrás, un 13 de agosto.

Era el “día de su cumpleaños número 90, cuando asistió a un evento organizado en su honor en el Teatro Karl Marx. El recinto estaba lleno y la platea colmada de militares. Fidel apenas se podía mantener en pie. Llevaba un buzo blanco marca Puma y no Adidas como era su costumbre. Lo acompañaban su hermano Raúl y Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela, pero los protagonistas fueron niños que cantaron y recitaron odas en su honor. Niños que, a decir verdad, ya le cantaban al pasado”.

Para cerrar, opina que “cuesta entender actualmente que el socialismo fue un sueño y una decepción, y que la palabra “revolución” cambió su sentido para después perderlo, pero ése al que hoy muchos llaman dictador —calificativo que acompaña a varios de los líderes independentistas latinoamericanos—, es también una rémora anacrónica del tiempo de los patriotas. El único cubano que no baila: un tipo al que la historia dejó atrás y del que recién comenzará hablar. No es raro que los cubanos estén consternados. Algo de todos ellos muere con él. Cuba ya no es ni será Fidel”.

El texto original acá.

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