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Poder

22 de Enero de 2017

Los primeros díscolos que abandonaron el PRO

Tras varios intentos fallidos de diálogo al interior del progresismo, 70 militantes del PRO renunciaron el martes pasado en el Servel. Alegando nula democracia al interior del colectivo de Marco Enríquez-Ominami, los nuevos díscolos del partido formaron el Movimiento Democrático Progresista y buscan unir fuerzas con el Frente Amplio en las próximas elecciones. Según sus militantes, la fractura venía arrastrándose desde las elecciones municipales del 2012, año en que al menos una decena renunció al partido luego de acusar a MEO de bajar a sus propios candidatos para pactar con la Concertación. Aquí, hablan los primeros fugados del PRO.

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El 10 de enero, 70 militantes del Partido Progresista llegaron al Servel para renunciar de manera masiva. “Hoy la base del PRO se va completa”, exclamó en la ocasión la extesorera del partido, Lucy Ovando. Fue el punto sin retorno de un largo proceso que venía incubándose en las bases del partido desde hacía bastante tiempo.

Pedro Santa María (65), militante del PRO desde el 2009 y que hasta ese día era consejero metropolitano, hace rato que había exigido a la directiva del partido mayor participación interna. El 24 de noviembre Santa María hizo un último esfuerzo. Junto a más de 70 militantes convocó a un ampliado en Santiago, para discutir tres temas fundamentales: democracia interna, políticas de alianza con miras a las parlamentarias y presidenciales y la candidatura de MEO.

La petición, sin embargo, fue considerada un acto de guerra. “Fueron muy violentos. La directiva llegó con una comitiva de militantes para generar presión. Se armó un debate muy fuerte y terminamos pidiendo sus cargos. Se negaron y, por eso, decidimos separar aguas”, explica. Y luego agrega: “Ya no queríamos seguir secuestrados bajo el eslogan de la candidatura de Marco. Sólo éramos un comando de campaña”.

Patricia Morales, presidenta del PRO, comentó en la prensa que los fugados eran una cifra insignificante: “Han entrado 17 mil personas y se han ido 76. Es sano y normal; sino, seríamos una secta”, dijo bajándole el perfil.

Los díscolos del PRO hoy conforman el Movimiento Democrático Progresista (MD Progresista), que suma 170 militantes. Entre sus metas inmediatas está sumarse al llamado “Frente Amplio”, hoy liderado por los diputados Giorgio Jackson y Gabriel Boric.

Según Santa María, el quiebre en el progresismo tiene sus orígenes en las elecciones municipales del 2012. “Ese año cambió todo, porque vimos como la directiva del partido apoyó a la Concertación. Se fue harta gente, porque ese modus operandi se hizo en todo Chile”. Acá, tres testimonios de los primeros díscolos del partido que abandonaron el buque antes que comenzara a naufragar.


 

Bernardo Jouffret (42), exjefe de campaña de Lorena Tapia, candidata a alcalde por Talca:

“El PRO es solo la plataforma de legitimidad de Marco”

El 5 de octubre del 2012, iba ser un día importante para el PRO. Miles de personas de todo Chile, repletaron el Teatro Caupolicán para la proclamación de 1.100 candidaturas a las elecciones municipales. Yo estaba ahí porque era el jefe de campaña de la candidata a alcalde por Talca, Lorena Tapia. En el Maule era conocida: hacíamos puerta a puerta todos los días, teníamos palomas por toda la ciudad, jingles en las radios y Marco varias veces la nombró en entrevistas. La campaña iba viento en popa y estaba invitada ese día al Caupolicán para ser proclamada.

Pero días antes del evento, todo cambió. Recibí un correo del comando de Alexis Sepúlveda, candidato a alcalde de Talca por el partido Radical (PR), burlándose de nosotros porque nuestro presidenciable los apoyaba a ellos. Pensé que era una broma, pero el mail tenía un adjunto: un audio con un jingle de Marco apoyando a Alexis Sepúlveda. Insólito.

Decidimos ir al Caupolicán según los planes, para averiguar qué pasaba. El primero en hablarnos fue Pedro Abarca, mano derecha de Marco. Nos confirmó que Lorena había sido bajada porque no marcaba en las encuestas, así que ellos negociaron con el partido Radical. No nos dijo a cambio de qué. Nosotros habíamos invertido todos nuestros recursos en esto. Nos humillaron.

Yo y Lorena fuimos fundadores del PRO en el Maule. Lo dejamos todo para ayudar a Marco a cumplir su sueño. Buscábamos una alternativa a la política actual, pero estábamos equivocados, a Marco solo le importa él mismo. No hay democracia en el partido. Es política de la cocina, los cargos se heredan a dedo.

Ese día en el Caupolicán, los candidatos eran el relleno, porque el show era de Marco. Las municipales fueron la excusa perfecta para proclamarse candidato presidencial con el teatro lleno. Cientos lo pifiaron. Luego de esa desagradable experiencia, Lorena denunció a Marco públicamente y siguió en la papeleta como independiente. Recuerdo que casi una decena de personas renunciaron al PRO, incluidos nosotros.

En Talca finalmente Sepúlveda perdió y Juan Castro, alcalde desde el 2008 y apoyado por Chile Vamos, ganó las elecciones. Nuestra experiencia en el PRO confirma que el ego de Marco es gigantesco. Se compara con Allende, porque a él también le costó llegar a la Moneda. Está convencido que será presidente de Chile. El PRO es solo la plataforma de legitimidad de Marco”.


 

Alejandro Sáez, excandidato del PRO a la alcaldía de Maipú el 2012:

“El partido Progresista está en picada”

Soy empresario en Maipú y me involucré con el partido Progresista el 2011, cuando recién estaba formándose. Era un partido transversal y a pesar que en un principio sentí los típicos malos olores de los partidos políticos, le creí a Marco Enríquez.

Me comprometí y afuera de mis locales comerciales, hice una convocatoria para inscribir gente al partido. Conseguí al menos unas 2000 firmas, gracias a que teníamos un equipo que se puso camiseta. Yo había sido candidato a concejal antes, apoyado por RN y siempre quise participar en política. Por eso, cuando entré al PRO, le expresé a Marco mis intenciones de ser alcalde, porque mucha gente me conocía en la comuna. Sin pensarlo mucho, el aceptó mi candidatura.

Empecé mi campaña un año y medio antes de las elecciones. Invertí plata para propaganda, eventos y conseguir gente para el trabajo territorial. Mandé a hacer banderas del PRO y armé una gran parafernalia comunicacional. Gasté como 30 millones. Tiré toda la carne a la parrilla por mi candidatura y por el partido.

Pero antes de las elecciones, Cristián Warner me llama y me dice que iba a bajar mi candidatura a cambio de un puesto en las parlamentarias. Marco jamás me lo ofreció, así que me negué. 35 días antes de las elecciones, me confirmaron que estaba fuera.

Saqué mis propias conclusiones. Como candidatos estaba yo, Joaquín Lavín Júnior (UDI) y Christian Vittori (DC). Supe inmediatamente que Marco negoció con la DC para que me bajaran y así Vittori le ganara a Lavín.

Marco Enríquez es un personaje muy trucho. Es un compadre que utiliza a la gente. Directa o indirectamente, siempre estuvo involucrado con la Concertación. Lo que le interesaba eran las lucas. Es un personaje con ambición personalista. Utiliza a la gente hasta donde más pueda y cuando sus soldados ya tienen la pega lista, los bota.

El partido Progresista va en picada, ya nadie les cree. Yo descargué mi rabia por todos lados, incluso en programas de radio. También renuncié al partido y me llevé a mucha gente. Estaba convencido que me utilizaron para negociar y el tiempo me dio la razón. En octubre del 2012, la directiva del PRO apoyó públicamente a Vittori, con la excusa de la amenaza de la derecha. Caí en la red de las típicas cosas raras que pasan en la política.


Juan Pablo Rojas (36), exoperador político del Partido Progresista:

“No se acepta gente que no sea marquista”

Nunca milité en el PRO, siempre trabajé como simpatizante. Al parecer me destaqué, porque Pedro Abarca, vicepresidente del partido en ese tiempo, me metió a trabajar en él. Yo tenía conocimientos formando movimientos sociales, era el dirigente de los estafados de Criminalística de la UTEM. El PRO estaba en pañales, formando sus bases en regiones. Me dieron el cargo de Coordinador Nacional Electoral para las elecciones municipales del 2012. Ahí estuve desde febrero a diciembre de ese año.

Mi pega era entrevistar candidatos a concejal y alcalde. Marco quería 1.100 candidatos, le daba lo mismo quién. Sus militantes de base, se arriesgaron. A varios de ellos, poco antes de las elecciones, Marco me ordenó bajarlos para favorecer a candidatos de la Concertación.

Jamás me dijo que quería usar gente como palo blanco. La máquina política la manejaba Marco con Cristián Warner. Él no era un asesor, era su mano derecha y tomaban las decisiones en conjunto. Formaron tratos en favor a la Concertación principalmente con el partido Radical, DC y PPD. Yo entiendo que negociar es parte de la política, pero si favorece al duopolio del que te denominaste díscolo, es a lo menos deshonesto.

Yo creo que la ambición le jugó una mala pasada a Marco. Es una persona amena con la gente que trabaja y al mismo tiempo, lo mezcla con látigo. A mí me hizo llamar, en un día, a 1000 candidatos para agradecerles en su nombre. Era inhumano. Presenté una demanda el 2012 por incumplimiento contractual. Esa demanda la perdí porque nunca quisieron hacerme un contrato. Fue un desgaste tremendo.

El PRO es un partido instrumental para llevar a Marco a las presidenciales todas las veces que quiera. No hay corrientes ideológicas, no se acepta gente que no sea marquista. El jamás se ha sometido a primarias internas. Es tanto el nivel de control, que incluso se pagan sueldos. Marco es el jefe del PRO y por eso los maneja. Recuerdo que una vez lo enfrenté por el tema y me respondió que así era la política. Renuncié y nunca más volví a saber de ellos.

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