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Opinión

5 de Febrero de 2017

Christian Salazar, youtuber chileno y autodenominado cazador de pedófilos: “El tío Emilio fue mi inspiración”

Capta a adultos por redes sociales haciéndose pasar por una menor de edad, los agrega a WhatsApp, les pide fotos y audios, acuerdan juntarse y cuando llega el momento, los encara violentamente. Todo lo ha dejado registrado en cuatro videos que ha subido a su canal DelPiero Salazar de Youtube. En diciembre de 2016 publicó el primero, que se viralizó rápidamente. En poco más de un mes, suma casi cinco mil suscriptores en su canal y 132 mil visualizaciones entre todas sus publicaciones, que se llenaron de mensajes de felicitaciones. Christian Salazar (20) siente que es un radar que detecta pedófilos y asegura que sus funas evitan que más gente sea abusada. Aquí, cuenta de la experiencia traumática que lo empujó hacer esto y el castigo que cree haría la diferencia: “A los pedófilos los castraría”.

Jonathan Mardones
Jonathan Mardones
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-Tus videos se hicieron famoso rápidamente. ¿Te han llamado de otros medios?
Sí, de varios. El otro día me contactó alguien que decía ser de La Cuarta. No me gusta juzgar a la gente, pero él me dio desconfianza. No sé, por la cara. Vi su foto de WhatsApp y tenía pinta de pedófilo. Además la forma en que se expresaba era rara. Es difícil explicarlo.

-A mí no me aceptaste en Facebook.
¿No? A lo mejor por alguna foto que vi. O porque tenía poca información. Sorry.

***

Christian Piero Salazar (20) se levanta a las tres de la madrugada todos los días de la semana. Lo hace para ayudar a su padre, un comerciante ambulante que se dedica a vender sándwich afuera de una estación de metro de Las Condes, a esos santiaguinos deseosos de un desayuno express. La rutina la repite desde finales de 2014, cuando salió del colegio.

Venden sus productos sólo durante la mañana. El resto del día Christian lo tiene libre. Llega a su casa cerca del mediodía y se concentra en sus dos celulares: en uno es DelPiero, su apodo en las redes sociales, que lo usa para hablar con su polola, con amigos, revisar Facebook, mirar videos, o leer mensajes que la gente escribe en sus publicaciones. En el otro, es una menor de 13 años, que tiene Facebook, Twitter e Instagram, con fotos prestadas por una amiga de cuando era niña, y que lo utiliza para contactar a adultos que andan por la web buscando hablar con mujeres menores de edad.

Al segundo celular, le dedica unas cuatro horas diarias. Se lo compró hace seis meses, cuando decidió ser el primer youtuber en Chile dedicado a cazar supuestos pedófilos. En él, tiene 18 contactos de hombres con los que ha mantenido conversaciones subidas de tono por WhatsApp- a las que The Clinic tuvo acceso- con fotos, audios y videos de ellos.

Primero se gana su confianza. Luego, les ofrece juntarse en algún lugar público. El 17 de diciembre de 2016 subió a Youtube el primer encuentro con uno, al que llegó acompañado de un amigo que hizo de camarógrafo.

La escena sucede afuera del metro Grecia, Christian se acerca a un hombre de unos 40 años, que viste polera amarilla y un pantalón. No titubea. Se para a pocos centímetros de él, lo mira fijo, con la cabeza hacia adelante, y le dice: “Te ibas a juntar con una niña de 13, ¡pedófilo culiao!”. El hombre, que en el video aparece con el rostro blureado, le responde con la voz entrecortada: “Bueno, sí. La verdad sí, pero en buena onda”. El acusado intenta escapar. Salazar se interpone. A los segundos saca un huevo del bolsillo y se lo revienta en la cabeza. “Después le pegué una patada, pero me equivoqué. Sé que me tengo que aguantar las ganas, porque según varios abogados que me han mandado mensajes asesorándome, me podrían demandar”, cuenta.

El video se viralizó rápidamente, alcanzando más de 70 mil reproducciones. Luego, subió tres más con similar éxito. El último lo publicó el 13 de enero, y en vez de huevo, Delpiero le da un tortazo en la cara al supuesto pedófilo. Casi 1.500 mensajes acumulan todas sus publicaciones de Youtube. La mayoría son felicitaciones hechas principalmente por jóvenes. También hay detractores, aunque muy pocos. “Hay algunos que se le nota mucho que quieren defender a los pedófilos. Esos igual son como potenciales pedófilos”, asegura.

Tras la masificación de su contenido, el naciente youtuber tuvo una explosión de solicitudes de amistad en su cuenta de Facebook: hoy aparece con 4.127 amigos. “Eso sí, no acepto a cualquiera. Los selecciono”, cuenta Salazar, “Los que me provocan desconfianza los elimino”.

Para Christian Salazar esto no es un juego. De hecho, según confirman desde la 18° Comisaría de Ñuñoa, el 14 de diciembre pasado interpuso una denuncia contra el hombre que aparece en su segundo video por “delitos relacionados a abuso de menores”. En los otros casos sólo dejó constancia en Carabineros. “Dijeron que me llamarían y nunca lo hicieron. No me dan bola porque no les interesa. La justicia no es buena persiguiendo a estos tipos”.

Su método de funa no es improvisado, pasa semanas planificando y seleccionando con pinzas a los hombres que “invitará a salir”. Desde hace un tiempo tiene a cinco tipos en la mira. “Son súper temerosos. Saben que están haciendo algo malo y son pocos los que se animan a tener una cita”.

¿Andas buscando pedófilos cuando sales a la calle?
Hueón que veo, pienso que es pedófilo, te lo juro. Es que hay muchos, hay demasiados. Salen como baratas. Igual es algo frustrante. Muchos son viejos, andan con lentes y vestidos cursimente. Es como que mi mente me dice “oye, este es un posible pedófilo”. Como que vibra algo adentro de mí. Siento que soy un radar, te lo juro.

-¿Y no te da miedo que te peguen cuando los encaras?
La verdad es que no. Si un hueón me llega a pegar no le respondería. Lo recibiría con gusto porque tendría más evidencia para denunciarlo.

UN SENTIMIENTO CONOCIDO

“Esos hueones son enfermos. Yo creo que nacen así y nunca van a cambiar. Toda esta gente no está pensando que puede haber un pedófilo aquí mismo o en su familia. No se preocupan mucho del tema” reflexiona apuntando a su alrededor, sentado en el patio de comida del Portal Ñuñoa.

Christian Salazar es tímido. No se parece al personaje de los videos. Algunas veces se traba al hablar, otras no encuentra la palabra apropiada para decir lo que quiere.

Vive en una casa en Peñalolén junto a sus dos padres y cinco hermanos. No da más información familiar que esa. “Prefiero guardar mis datos por seguridad”, confiesa. Cursó enseñanza media en un colegio subvencionado de Ñuñoa, a pocas cuadras del lugar de la entrevista. No tenía buenas notas ni talentos o intereses que lo destacaran del resto. Compartía poco con sus compañeros.

A los amigos de esa época los conoció principalmente por internet. A principios de 2015, uno de ellos lo agregó a una comunidad de Facebook llamada Edén. Pocas semanas después, asistió a una junta en la vida real. “Conocí a mucha gente que también era vergonzosa. Me cambió la vida. Ahí comencé a sacar personalidad. Estábamos en la misma. Esa fue la catapulta para todo lo bueno que me está pasando ahora”, confiesa Christian. Nunca se había sentido tan cómodo en un grupo. Varios de los integrantes de Edén hoy pertenecen a Random, una agrupación dedicada a hacer sketch de humor en Youtube. Tienen casi 500 mil suscriptores y 43 millones de visualizaciones entre todos sus videos.

En febrero de 2016, estaba chateando con uno de sus amigos de redes sociales. “Piero, mira este video, está como para que lo hagas tú”, le dijo. Sentado frente al computador que mantiene en su pieza, Christian abrió el link. Las imágenes correspondían a un argentino que se apodaba Elquechuga. Vio cómo en una plaza un grupo de adolescentes increpaba violentamente a un supuesto abusador de niñas.

Al ver el video experimentó la misma sensación de satisfacción que sintió ocho años antes, cuando con sólo 11 años enfrentó por primera vez a un pedófilo.

***

“El colegio era peligroso. Muchos cabros querían puro pelear”. Así describe Christian a la primera escuela de su vida. Trataba de no inmiscuirse en nada, pasar desapercibido, pero no lo lograba. En primero y segundo básico sufrió de bullyng. A los 7 años, en un día normal de clases, salió al recreo solo. Caminó para matar el tiempo hacia un sector por el que transitaban pocos estudiantes. De pronto se acerca un menor de cuarto básico y lo amenaza con una pistola de balines. “Te voy a agarrar a balinazos”, le dijo. Cumplió su palabra. Christian llegó a su casa lleno de marcas rojas en su cuerpo.

Sus padres esperaron que terminara el primer semestre de ese año para cambiarlo de colegio. DelPiero prefería no salir de su casa porque consideraba que sus vecinos eran similares al matón de su escuela. Juntarse con ellos, se convenció, aseguraba un pésimo futuro. Ese mismo año le regalaron su primera consola de videojuegos. Fue la solución para las tardes de aburrimiento.

En el 2009, cuando cursaba séptimo básico, un amigo gamer le aconsejó ver un video de Duxativa, un joven peruano que subía contenido a Youtube donde se mostraba jugando. “Lo admiraba. Fue el primer youtuber que conocí”, cuenta Salazar. Por esa época nadie imaginaba que los personajes web se convertirían en figuras públicas. A pesar de eso, DelPiero se hizo fanático. “De chiquitito soñaba con ser como ellos. Pero quería hacer algo bueno, algo que sirviera”, asegura.

En su computador estaba su mundo. Las pocas veces que salía a un lugar distinto del colegio era para las juntas familiares. A principios de 2009 se organizó una. Llegó a esa casa como siempre, sin hablar mucho.

Mientras los adultos se reían y conversaban en el living, optó por recorrer el lugar. De pronto, sin que nadie más viera, se topó de frente con una escena que lo paralizó: uno de sus familiares lejanos estaba abusando de una niña, también parte de la familia. Christian Salazar prefiere no dar más detalles.

No le contó a nadie. Se devolvió a su casa con la imagen grabada en su cabeza. “Pensaba que si decía algo iba a estallar una bomba en mi familia”, confiesa.

La escena se repitió por lo menos dos veces más en las siguientes juntas. Debió vivir casi un año guardando ese secreto, hasta que se decidió a actuar. Esperó que toda la familia se reuniera en el living, incluyendo al abusador. Se armó de valor y liberó la rabia contenida: con tan sólo 11 años lo encaró frente a todos. Contó lo que sucedía y se le tiró encima para golpearlo. Nadie de su familia lo había visto actuar así antes.

“Me transformé. Es lo mismo que me pasa en los videos”, reflexiona.

¿Por qué haces los videos?
Para que la gente esté más alerta. Que conversen del tema. Que tengan cuidado en sus familias, con sus hijos. Siento que aporto para evitar que alguien sea abusado. Es algo importante. Yo no mataría a los pedófilos, pero les daría un buen castigo. Castraría a todos estos hueones. Sería lo justo por el sufrimiento que provocan.

Te sientes como el tío Emilio.
Él sigue pedófilos, pero solo en pocos capítulos. Lo que él hace igual es una ayuda. Deberían valorarlo más. Expone su vida. El tío Emilio fue mi inspiración para hacer esto. Fue como un impulso para empezar. Así como él, sentí que podía hacer una diferencia en la sociedad chilena. Quizás estoy sembrando la semilla para que en el futuro más personas hagan lo mismo.

¿Y si los hombres que aparecen en tus encerronas nunca abusaron de una menor?
El propósito es que los reconozcan. Con los mensajes, fotos y audios que me mandan ya se sabe que tienen interés en niñas. Con esto evito que puedan hacer algo. La gente que está alrededor suyo va a andar más alerta. Después de publicar mi último video, me envió un mensaje una señora de un centro de madres diciendo que conocían al tipo. Me empezó a contar que él tenía hijas. Que a veces su hija iba a la casa de este tipo a jugar. Me agradecía porque le mostré la persona que era.

¿Qué sientes después de encararlos?
Relajo. Como que hice algo bien. Me siento lleno, alegre, feliz. Me siento liviano, como que me saqué un peso. Piensa que hablo con ellos durante semanas, al encararlos me saco toda la rabia que me provoca hablar con ellos. Me pongo en el lugar de una niña que crece y encarara a un hueón que abusó de ella cuando chica. Siento la misma satisfacción. Es lo mismo que sentí cuando encaré al pedófilo de mi familia y cuando vi el video del argentino. Siempre es la misma sensación. Es como sacarme piedras de la mochila.

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