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Nacional

20 de Febrero de 2017

Mario Barrientos, el patriota que enfrentó a los magos negros

El año pasado el Movilh dijo que su organización, Padechi, era una amenaza. Otros apedrearon su hogar por los símbolos idénticos a la suástica nazi que colgó en la fachada. Pero lo cierto es que Mario Barrientos (74) rara vez ha matado una mosca. Vive solo en su antigua casa del Barrio Brasil, donde amontona los periódicos nacionalistas que él mismo escribe y recibe a quien toque la puerta para hablar de Chile y sus grandes problemas: los judíos y los masones. Males que espera combatir con hechos concretos cuando sea presidente de la república.

Por

–Ya me voy, Mario –le dice Jaime, obrero jubilado, a Mario Barrientos, quien está sentado en el living de su centenaria casa en el Barrio Brasil.

– ¿Tan luego? Pero si acabas de llegar…

–Te veo muy solo, Mario. Esto no era lo que esperaba cuando me hablaste de Padechi. Yo me voy.

–Yo no estoy solo. Padechi es un partido con muchísimos militantes.

–¿Cuántos?

–En este puro living caben como cincuenta personas, y la otra vez estaba repleto. Y allá arriba estaban las cámaras de televisión…

–Pero aparte de ti, ¿cuánta gente hay en tu “partido”?

–Son como dos millones y medio las visitas que tengo en mi página de internet, así que más de dos millones de chilenos, creo…

En el living sólo hay una persona más, Nicolás, estudiante de sicología. Él llegó por la página web, mientras que Jaime conoció a Barrientos conversando en la Plaza de Armas. Finalmente, acepta quedarse, y pasan el resto de la tarde hablando de los problemas del país, de los que culpan a los masones y los judíos.

Mario Barrientos, veterinario jubilado y fundador de Partidarios por la Defensa de Chile (Padechi), se hizo conocido el año pasado por colgar símbolos muy parecidos a la suástica nazi en la fachada de su casa, en la calle Compañía esquina Brasil. Ello generó el repudio del Movilh y de la comunidad judía, quienes presentaron un recurso de protección pidiendo el cierre de la página de Padechi por su incitación al odio, demanda que no prosperó. “Nadie entendió nada. Yo expliqué en más de una ocasión que esta suástica gira en sentido contrario al reloj. Ese era un símbolo budista que también existe en la India, mucho más antiguo que la suástica nazi. ¡Cómo va a incitar al odio un símbolo de Buda!”, alega Barrientos.

En la misma línea esotérica, uno de sus referentes es el difunto escritor nazi Miguel Serrano. Cuenta que lo conoció, pero no llegaron a ser amigos. Aun así, procura visitar su tumba en el Cementerio General cada 5 de septiembre, día de la masacre del Seguro Obrero, en honor a los ideales nacionalistas que los vinculan. “El nacionalismo es la única posibilidad de salvación que existe en Chile. No hay muchos partidarios de esto porque todos los medios de comunicación están controlados por los judíos. A excepción de ‘Viva la Patria’ y ‘Los Patriotas’, que son los únicos diarios independientes de Chile”.

“Viva la Patria” y “Los Patriotas” son los dos periódicos de Padechi, escritos por el propio Barrientos. Para financiarlos vendió un terreno que tenía cerca de Talca. Los manda a quioscos de Santiago, Valparaíso y Quilpué. En sus artículos promueve los valores de la familia, la etnia y las costumbres; defiende la educación gratuita y condena el matrimonio homosexual. Tanto en dichas publicaciones como en su página web, sostiene que el mundo se encuentra regido por una conspiración judeo-masónica que “ha matado a más de dos mil millones de personas, y eso no sale en los medios de comunicación. Nadie dice nada”.

LA CASA DE LOS ESPÍRITUS

Mario Barrientos perteneció a esa clase alta que vivía en mansiones afrancesadas en pleno centro de Santiago. Pero él, a diferencia de sus vecinos originales, se quedó en el barrio para siempre. Su oscura casona no tiene timbre y el teléfono no funciona, así que se demora un poco en salir a abrirnos la puerta, arrastrando su imponente pero encorvada figura de un metro ochenta y tres.

Aunque nació en Calbuco, vive desde los siete años en esta casa construida hace un siglo y medio por su bisabuela, quien la decoraba con los objetos que traía de sus continuos viajes a Europa. Como todas las casas antiguas, es bastante fría, y su único habitante rara vez se saca su parca North Face negra. El living tiene ocho metros de altura y en él reinan la humedad y los ejemplares amontonados de “Los Patriotas” y “Viva la Patria”, además de ediciones viejas de “El Mercurio”. Y es que Barrientos lee “todos los diarios, todos los días”, y recorta las noticias más importantes. Lector compulsivo desde su juventud, estudió medicina veterinaria y ciencias pecuarias en la Universidad de Chile, pero ya entonces, cuenta él, tomaba en paralelo cursos de psiquiatría, astronomía, hipnosis y filosofía. “Yo leo tanto como el Quijote de La Mancha. Y como el Quijote, mi partido también es incomprendido. Pero sé que al final venceremos”, proclama.

En las paredes de su living destacan una pintura de Cristo y Pilatos de cinco por tres metros, una suástica roja y varias grietas producto del terremoto de 2010. Más de una habitación de la casa está abandonada por lo mismo. En una de ellas, Barrientos acumula papeles, libros, ropa, muebles viejos y un cuadro de Adolf Hitler colgado en la pared. Así y todo, insiste que no es nazi, sino nacionalista. Tampoco debemos malinterpretar que el saludo de Padechi sea el saludo nazi con los dos brazos extendidos: lo que simboliza ese gesto es la confluencia de energías paralelas. “Si tú estás bien con los astros, vas por muy buen camino”, explica.

El anfitrión trata bien a sus visitas. Sus modales son los de un viejo afable y con muchas ganas de conversar. Su tema favorito: Padechi. Los domingos por la tarde, Barrientos se junta con amigos o cercanos que comparten sus ideas (usualmente unos cuatro o cinco) y pronuncia discursos parapetado detrás de una mesa con una bandera de Chile, que de vez en cuando sube a internet. Nos explica que para ser parte de Padechi hay que tener una concepción nacionalista de la vida, lo cual es verificado mediante un estudio psicológico que se realiza a cada interesado. Lo que observamos en la práctica, desde luego, es que basta con llamar a la puerta de su casa.

Tras la denuncia del Movilh, encapuchados comenzaron a arrojarle ocasionales piedrazos en la mitad de la noche, lo que lo motivó a poner rejas en las ventanas. En todo caso, él asegura no tener nada en contra de los homosexuales. “Porque no es culpa del homosexual que nazca homosexual. Lo que no acepto es que anden en la calle prostituyéndose”.

Aunque retiró hace tiempo los símbolos de la fachada, dice que todavía recibe ataques. “De repente llega un marxista, tira una piedra y rompe un vidrio”. Animadversión que él se explica por el enorme poder de los símbolos que colgó. “Todas las cargas antroposóficas llegan a la casa esta, eso produce una convulsión inmensa. Nunca había pasado en Chile que se encontraran las fuerzas del bien contra la fuerza del mal. Los de la fuerza del mal se dieron cuenta de que existía una lucha, que no es política, sino esotérica”. La persecución en su contra, afirma, la iniciaron los mismos magos negros que encabezan el internacionalismo sionista trotskista. “Ellos fueron conquistando todo el mundo, pero ahora les salió gente al camino en Chile. Aparecieron los magos blancos y por eso todo este escándalo. Estas reacciones no son de la masa que viene a tirar piedras, es un problema antroposófico que no está a la altura de la masa media. Son los chatos estos, los magos negros, que saben muy bien lo que significan estos signos, que les están quitando el poder. Dijeron ‘esto es muy grave, e inmediatamente enviaron al Partido Comunista”.

Como si hiciera alguna falta, el dueño de casa nos aclara que él cree en los espíritus. Y que los conoce bien. “Mi padre, cuando yo era joven, tenía una casa cerca del Estadio Nacional donde vivían tres espíritus. Uno de ellos se llamaba Antuco. Para entenderlos, es importante estudiar la parapsicología. Porque el último suspiro de una persona es ‘pss’. Y de ahí vienen las palabras psiquiatría y psicología”.

Barrientos se separó hace 40 años de su esposa y mantiene poco contacto con sus numerosos hermanos. Tiene dos hijos, Patricia y Mario. Patricia es dentista y mantiene una relación fluida con él, incluso le envía dinero cuando lo necesita. Mario es ingeniero y vive en Curicó. “Él se distanció de mí porque su abuelo materno es masón. Y allá en la masonería les enseñan que todo lo nacionalista es malo”, acusa. Su última polola murió de cáncer hace cinco años, razón que lo llevó a investigar la enfermedad. Concluyó que la provocan los alimentos transgénicos producidos por “el judío internacional”, quienes además manejan la cura pero la mantienen en secreto para lucrar con el tratamiento. Así han matado, calcula, a unas dos mil millones de personas en el mundo. “Todo lo que se consume en Chile son transgénicos contaminados con radiación de Estados Unidos. Hoy si tú tomas un vaso de leche, te da un ataque cardiaco”, advierte.

BARRIENTOS PRESIDENTE

En la última edición de “Los Patriotas”, de marzo de este año, Barrientos se presenta como precandidato presidencial y mentor de la “economía científica”. Su decisión de postular a La Moneda en 2017 sigue vigente, y confía en obtener una alta votación dado el descontento popular con los políticos tradicionales. La única solución que vislumbra a la crisis de confianza es un referéndum vinculante para disolver el Congreso y los ministerios y que gobierne una sola persona. Con su programa de gobierno, que ya tiene redactado, estima que podrá convertir a Chile en potencia mundial en un plazo de dos a tres años. La educación es la clave. “Cuando usted absorba a toda la masa que no tiene concepto, y la transforme en masa con concepto de patria y Estado, el asunto se va a ir para arriba”. También proyecta prohibir las ONG y anular el proyecto de aborto por tres causales que hoy discute el Senado, porque “Chile necesita gente, no extranjeros”.

Mario Barrientos no es de izquierda ni de derecha, pues para él sólo quedan dos partidos políticos en el mundo: el nacionalismo internacional y el judaísmo internacional. Por eso repudia tanto a Allende (títere de la masonería y de la Gran Sinagoga) como a Pinochet (“vendió el país a las multinacionales de Israel”), y lo mismo piensa de los mandatarios que vinieron después. “La OCDE, una organización judía, manipuló a los seis últimos presidentes para quebrar al Estado de Chile. Esto es una cosa criminal”.

Al despedirnos en la puerta, nos recomienda tener cuidado con el cuartel de bomberos que está en la esquina, pues ellos mismos provocan los siniestros. “Están incendiando pueblos chicos para hacerlos entrar en pánico y transformarlos al judaísmo”, asegura el incomprendido patriota.

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