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Opinión

2 de Abril de 2017

Columna de Alex Aillón: 12 monos

Estos doce monos tampoco se enteraron que del otro lado de la frontera tienen a nueve bolivianos detenidos y que los gorilas –que son bastantes, tanto en Chile como en Bolivia–, andan incitando a una gorilona (pregúntenles qué es eso a los cubanos) de consecuencias impredecibles para ambos bandos.

Alex Aillón Valverde
Alex Aillón Valverde
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Marzo. Muy mal mes para que una pandilla de doce monos le salven la vida a un chileno. ¿Quiénes son esos malditos monos? ¿Qué se han creído para salvarle el pellejo a un chileno en plena selva del Madidi, justo cuando íbamos a presentar la réplica a la contra memoria de Chile en La Haya? ¿No serán monos del otro lado de la frontera, infiltrados en nuestro territorio? Me pregunto si ya los atraparon.

Primero. Supongo que los doce monos no auxiliaron al chileno de 25 años, Mayckool Jhovan, Coroseo, por motivos estrictamente humanistas. De las 260 especies de primates que aproximadamente hay en el mundo, aquéllos no pertenecen a la especie de Petrarca, Dante o Erasmo de Rotterdam, a quienes también –en situación de muerte– les hubieran regalado una buena banana sin esperar, a cambio, una lección sobre clásicos o lenguas antiguas. Y es que además, para los doce monos sólo hay un idioma. Son pues, digámoslo de una vez, mono/lingües.

Segundo. Sospecho que los doce monos no están enterados de que viven en un Estado Plurinacional que se llama Bolivia, donde profesamos un respeto profundo a la Pachamama. De lo contrario, hubieran frito al chileno que se negó a participar en una ceremonia de respeto a la Madre Tierra, poco antes de internarse en el Madidi. ¡Qué tal culeao! Ya sólo, por semejante gesto, debían dejar que se seque allí; aunque la gente de este tiempo es tan plástica que es más difícil de biodegradar que una maldita botella de Coca Cola.

Tercero. Al parecer, estos doce monos tampoco se enteraron que del otro lado de la frontera tienen a nueve bolivianos detenidos y que los gorilas –que son bastantes, tanto en Chile como en Bolivia–, andan incitando a una gorilona (pregúntenles qué es eso a los cubanos) de consecuencias impredecibles para ambos bandos.

Cuarto. No tienen educación cívica, eso es irrebatible; se nota que no tienen bandera, escudo o gorilas que los defiendan. No saben que hay algo que se llama patria, historia, orgullo nacional, y que con eso no se juega. No entienden que no tienen que ir salvando a chilenos jipis que se pierden debido a “pensamientos raros y terribles”, o porque sienten “la necesidad irresistible” de escapar a la selva ¿Qué tal? Si este roto chileno no era Tarzán, no nos explicamos en qué estaban pensando esos monos desubicados, que, definitivamente, no son los de Terry Gilliam.

Quinto. Lo único que sabemos de los doce monos, ahora fugitivos, es que han mandado el mensaje equivocado: ¿Que debemos darnos la mano? ¿Que somos criaturas vivas que compartimos un mismo mundo, más allá de los límites, las guerras, los políticos, las clases privilegiadas, la propiedad privada de las tierras y los mares? ¿Eso es lo que nos quisieron decir estos monos pelotudos? ¿Qué los chilenos deberían ser como el marica de Lemebel y devolvernos nuestro mar profundo?

“Incluso, te regalo el metro marino que quizá me pertenece de esta larga culebra oceánica. Tanta costa para que unos pocos y ociosos ricos se abaniquen con la propiedad de las aguas. Por eso, al escuchar el verso neopatriótico de algunos chilenos me da vergüenza, sobre todo cuando hablan del mar ganado por las armas”.

¿Sabrán, acaso, esos monos cretinos lo que es el mar? ¿Sabrán, acaso, lo que nos cuesta el mar? ¿Sabrán?

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