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Opinión

26 de Abril de 2017

John Dinges, periodista: “Edwards no es una figura fascinante”

Como corresponsal del Washington Post en Chile, John Dinges vivió en nuestro país entre 1972 y 1978. Desde esos años ha investigado sobre los crímenes de las dictaduras latinoamericanas y la intervención del gobierno de Estados Unidos en distintas partes del mundo. Autor de Operación Cóndor, entre otros libros y profesor de Columbia University, ha tenido acceso privilegiado a numerosos documentos desclasificados de la CIA que le han permitido revelar pasajes desconocidos de la historia reciente de Chile. Aquí detalla la participación de Agustín Edwards en la caída de Allende, los millones de dólares que recibió de la CIA, su complicidad en la muerte del general Schneider y un episodio íntimo -que le relató una amiga- de un Agustín cuarentón.

Andrea Moletto
Andrea Moletto
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-¿Conociste a Agustín Edwards?
-Nunca lo he visto personalmente. Solo lo conozco a través de los documentos.

-¿Cuándo fue la primera vez que tuviste acceso a documentos que te permitieron conocer la relación de Agustín Edwards con la CIA?
-El año 1975, con la publicación del Informe de la Comisión Church. Se hablaba de los contactos de Edwards con el jefe de la CIA, con el presidente de Pepsi, Donald Kendall, quienes muy pocos días después de la elección de Allende, tuvieron reuniones con el Presidente Nixon. Ahora tenemos los documentos en que ahí se fraguó la idea de un golpe militar para evitar que Allende ascendiera al poder. Agustín Edwards es la figura más importante de colaboración con la CIA en ese tiempo y tal vez fue quien más dinero recibió, casi dos millones de dólares.

-¿En qué se gastaron esos dos millones de dólares?
-En 1971 recibió primero 700 mil dólares y luego 300 mil y el 1972 pidió más. En los documentos se lee que la CIA tenía algunas dudas de si él estaba aprovechando el dinero para hacer desvíos a otras empresas. Uno puede deducir que Edwards utilizaba a la CIA y la CIA a la vez utilizaba a Edwards. Lo primero era la sobrevivencia de la institución de El Mercurio, que tuvo problemas financieros. Y lo segundo era una campaña de acusación al gobierno “comunista” por reprimir la libertad de prensa como si fuera la Unión Soviética. Los que vivimos en esos años en Chile podemos decir que hubo más libertad de prensa en la época de Allende que en ninguna otra época. Cualquiera podía tener una revista y decir cualquier cosa, muchas poco responsables desde el punto de vista periodístico, pero no hubo represión contra la prensa.

-¿Hay alguna contabilidad de cómo se gastó el dinero que llegó a El Mercurio?
La CIA no mantenía ni una contabilidad. Solo dependía de la palabra de la persona. En el 72, cuando Edwards pide más dinero, hay algunas conversaciones que se pueden resumir en algo así como: “¿Estamos seguros si está cumpliendo con los propósitos de la CIA?”. Pero El Mercurio era tan importante como órgano de oposición que deciden no hacer más preguntas. Y finalmente le mandan el segundo millón de dólares en abril de 1973. Ese fue el último pago.

-¿Luego del golpe, Edwards no recibe más dinero de la CIA?
-No hay documentos que lo acrediten. Hay una conversación de apoyo a la DC y algunos de la derecha, pero no a El Mercurio. Pero después del golpe El Mercurio estaba bien y recibe préstamos del gobierno militar.

-Según los documentos que revisaste, qué rol cumplió Edwards en el golpe mismo.
No hablan de Agustín ni de El Mercurio como actor directo. El trabajo de la CIA y de Estados Unidos fue dirigido al fracaso del experimento de la Unidad Popular. Edwards no está mencionado como actor directo en la conspiración de Pinochet, Brady, Arellano Stark, Merino y los otros, primero porque estaba afuera en Estados Unidos y segundo porque lo que se esperaba es que El Mercurio apoye el Golpe, fuera de eso no hay novedades en cuanto a la CIA y el golpe.

-Lo que sí está muy documentado es su participación en el primer intento de golpe de Allende en 1970.
– Durante la campaña de Allende, Edwards ya tenía una activa relación con la CIA y estaba cumpliendo instrucciones de ellos. Después de la elección, cuando él va a Washington y se reúne con gente de la CIA y Kissinger, los documentos dejan en claro que la idea es cómo evitar que Allende asuma el poder. Y la táctica más mencionada era el golpe. En esa conversación le preguntan a Agustín Edwards sobre los militares más proclives a dar el golpe y él da algunos nombres. Y no sólo eso, le preguntan por militares que se oponen al golpe y que deben ser “neutralizados” y Edwards nombra a René Schneider que fue asesinado durante el primer intento de golpe. Esto es muy importante en cuando a la culpabilidad de Edwards.

¿Para ti Agustín Edwards es responsable directo de la muerte de René Schneider?
-Lo que sabemos es que le pidieron su recomendación de a quién debían “neutralizar” y Agustín Edwards recomendó a Schneider, diría que eso es por lo menos complicidad en la muerte. No podemos afirmar que él dijo, “hay que matarlo”, pero el resultado es que Schneider murió. Es cierto que otras personas pudieron también haberlo nombrado porque era el constitucionalista más importante del Ejército.

-Luego de todos los hechos que has podido confirmar en estos años de investigación, ¿crees que Agustín Edwards debiera haber cumplido una condena judicial?

-Es algo que le compete a la justicia chilena, pero lo que sí puedo afirmar es que unos años atrás, Agustín Edwards cometió perjurio en la declaración que dio al juez Carroza. Y el juez aceptó la mentira y no hizo un examen más detallado exponiendo las pruebas que contradicen su declaración. Pero es usual que en Chile los jueces no hagan preguntas difíciles y acepten la mentira.

-¿El interrogatorio que hizo el Juez Carroza fue malo?
-Por ejemplo, él dice: “¿Usted recibió dinero de la CIA?”. Y la respuesta es “No”. No lo acorrala, no lo enfrentó a los hechos. Con los documentos que existen se pudo haber hecho un seguimiento a la contabilidad, al flujo de dinero a El Mercurio durante ese tiempo. Me imagino que es un crimen recibir ese dinero de una agencia de inteligencia extranjera. No se si hay una ley chilena que lo cataloga como crimen, pero en muchos países eso está prohibido y es un asunto muy grave, pero nunca fue castigado.

-¿Te sorprende esta impunidad?
-Me sorprende que no haya habido ni una querella o investigación contra El Mercurio. Lo importante no es el personaje de Agustín Edwards, porque este no era un pago personal, sino para la empresa El Mercurio, el diario más importante de Chile, que siga teniendo impunidad en cuanto a sus actuaciones durante esos años.

-¿Por qué pasa esto?
-Chile ha hecho mucho por investigar y llevar a la justicia a los culpables de la dictadura. Pero en cuanto a la participación de civiles, especialmente durante el gobierno de Allende, no hubo investigación. Nadie ha querido tocar eso. Y eso tiene una explicación política. En democracia El Mercurio ha sido un elemento muy importante de alianza tácita con el gobierno democrático. Ha apoyado la institucionalidad y sus críticas han sido dentro de las reglas del juego. El gobierno ni la justicia nunca han querido pelearse con El Mercurio. El caso de el diario El Clarín es un ejemplo, en 1973 lo confiscó el gobierno militar y la propiedad pasó a la Fundación Allende. Cuando pidieron las reparaciones, el gobierno hizo una maniobra para negar la propiedad de los dueños y el litigio sigue en pie. Darle una compensación de millones de dólares sería interpretado como ayuda a la creación de un diario de izquierda y por lo tanto una competencia a El Mercurio. Eso es por lo menos lo que me explicaron mis fuentes cuando escribí esto en el Columbia Journalism Review y en The Clinic.

-¿Qué te parece la figura de Agustín Edwards, te obsesionaste con él?
-Edwards no es una figura fascinante para mí. Es una figura de importancia política, pero no me llama la atención como una de las grandes personas de América Latina. Su influencia como empresario, El Mercurio como el diario más importante de Chile, la corrupción periodística y la subversión de la democracia chilena, todo eso lo acredita como una figura histórica. Pero no he investigado su vida personal.
Uno de sus aspectos interesantes es que es un empresario que actúa como tal. La actitud típica de la clase alta: “Nosotros somos los dueños. Nosotros somos la encarnación de lo bueno para el país”. Y esto lo ejemplifico con una anécdota que me contó una amiga que ya murió. Ella era una mujer de cierto apellido, muy bella y cuando tenía unos 21 años viajó al sur y se dio la casualidad que Agustín Edwards ofreció llevarla en su auto hasta Santiago. En ese entonces Edwards tenía más de 40 años y en un momento, detiene el auto y la presiona para que tengan sexo. En esos años ella no creyó que lo que sucedió en ese viaje hubiese sido una violación, sino al contrario, que una persona tan importante como Agustín Edwards quisiera tener sexo con ella era algo bueno. Con el tiempo piensa, “qué tonta era yo, que creía que solo por el hecho de ser un hombre poderoso él podía hacer lo que quisiera conmigo”. Ella se sentía culpable, cuando el único responsable era él. Esta historia hizo que dejara de tener la idea de un hombre bonachón y católico.

– Según dices, Edwards siente que hace el bien para Chile, ¿cuánto de eso tiene que ver con enriquecerse personalmente?
– Este tipo de empresarios no distinguen entre su ventaja y la del país porque ellos se identifican con el destino de su nación…ja,ja, ja, estoy pensando en Trump. El país no puede sobrevivir moral, económicamente y culturalmente si los comunistas están en el poder. Si yo evito que los comunistas lleguen al gobierno eso asegura mi fortuna y la de muchos empresarios que van a aportar a la economía por el bien de Chile. La racionalidad no es cínica, sino con categorías morales y económicas con una lógica coherente.

-Lo que es bueno para Agustín Edwards es bueno para el país.
-Exacto. Esa era la mentalidad. Agustín Edwards es católico y eso también es relevante en su forma de pensar. El apoyo a la Iglesia, las formalidades de la moral católica son importantes para la cultura del país. Y eso no se contradice con que sean hombres poderosos que abusan de las mujeres porque la moral está en lo público, en ir a la Iglesia con la familia, recibir la comunión, eso mismo se puede decir de Pinochet, mientras ordenaba matar y torturar en privado, en público recibía la comunión. Para mí como católico era un ultraje verlo recibir la hostia. Son tipos que se presentan como el modelo moral para el país. Chile es un país conservador culturalmente y eso es parte del éxito de familias conservadoras como la de los Edwards. Pero insisto, mi interés no es en su persona, sino en su relación con Estados Unidos, la CIA y la importancia de El Mercurio en desestabilizar el gobierno de Allende y su rol en el Gobierno Militar, esas son las cosas que escribo. Nunca me ha interesado mucho la vida privada de Edwards. Para mí no es tan importante.

¿Cuáles son las preguntas que luego de todas las investigaciones que has hecho te quedan pendientes?
-La pregunta más importante es quiénes son los civiles que recibieron dinero de la CIA. Hace tres años, el 2014, fueron liberados más documentos donde se menciona el nombre de Agustín Edwards. Por qué la CIA decide revelar el nombre de Agustín Edwards y no el de otros opositores a Allende, que también recibieron dinero, por ejemplo personas de la Democracia Cristiana. Un agente de la CIA, Jack Devine en su libro cuenta que hubo miembros del Partido Comunista quienes recibían pagos mensuales de mil dólares, pero no sabemos sus nombres. La CIA dio dinero a los camioneros, a comerciantes, a Patria y Libertad y a muchos más, pero el único nombre que se ha hecho público es el de Agustín Edwards. Él es como el chivo expiatorio, como si hubiese sido el elegido para recibir toda la culpa de la participación de los civiles de lo que hizo la CIA. No es para defenderlo, pero él ha sido el más personalizado.

-¿Por qué la CIA protege a esos otros nombres?
-Todo lo que hace la CIA tiene alguna intención. La CIA no es un agencia que reúne información solamente, es una agencia de acción que quiere influenciar, que tiene intenciones políticas y geopolíticas. Y es evidente que nombra a personas de la derecha, pero no a quienes puedan formar parte del gobierno actual. Cuando entrevisté a un exagente de la CIA y le conté que me habían acusado de ser agente, solo por el hecho de ser norteamericano, él me preguntó cómo podía estar yo tan seguro que no había trabajado para la agencia. La CIA estaba en todas partes.

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