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Nacional

30 de Abril de 2017

Economista de la Fundación Sol explica por qué en Chile los sueldos son una mierda

Ad portas de una nueva conmemoración del 1 de mayo, Marco Kremerman apunta a que" en el Chile actual, muchos bienes y servicios tienen precios similares a países europeos de ingresos altos y hay que pagar por lo que en otros lugares son derechos sociales garantizados". Además, sostiene que como "el 53,2% de los trabajadores y trabajadoras gana menos de $300.000 líquidos y sólo el 22,1% gana más de $500.000 líquidos", la gente vive endeudada hasta el cogote. El experto también cuestiona el argumento de la poca productividad y los años de escolaridad. "¿Por qué dejar el piso brilloso y los baños impecables vale $264.000 al mes?".

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En una columna que escribe para Ciper y ad portas de una nueva conmemoración del Día del Trabajo, el economista de la Fundación Sol, Marco Kremerman, aborda una situación que es tan real como irrisoria: en Chile los sueldos no alcanzan para vivir en Chile.

Antes de argumentar su tesis del porqué los bajos salarios, recuerda que “el 53,2% de los trabajadores y trabajadoras gana menos de $300.000 líquidos y sólo el 22,1% gana más de $500.000 líquidos”.

Con esa realidad, sostiene que “un hogar promedio de 3 ó 4 personas donde una trabaja y dispone de $500.000 para todos los gastos mensuales”,  y otro en que aun cuando haya dos que ganen 500 mil, necesariamente tendrán endeudarse hasta el cogote. Según afirma, esto tiene relación con que “en el Chile actual, muchos bienes y servicios tienen precios similares a países europeos de ingresos altos y hay que pagar por lo que en otros lugares son derechos sociales garantizados”.

Kremerman dice además que los defensores del modelo siempre omiten que el “país ha crecido no sólo por ellos, sino fundamentalmente gracias a quienes producen ese mismo crecimiento, los trabajadores y trabajadoras”.

El asunto, es que se usa como una argucia permanente el pagar bajos salarios justificando que es “responsabilidad de los propios trabajadores, ya que son poco productivos o les falta sumar años de escolaridad”.

Ahí se detiene, como para anticiparse a esas respuestas, y dice que “a pesar de que los años de escolaridad promedio de la fuerza de trabajo han aumentado permanentemente durante los últimos 25 años y que la productividad del trabajo también ha crecido, este aumento no se ha visto reflejado necesariamente en los salarios”.

Kremerman ejemplifica lo de la paga versus productividad cuando recuerda que siempre “nos piden que sigamos aceptando aquella teoría que indica que una persona que realiza labores de aseo en una empresa, sólo puede ganar el salario mínimo ya que es poco productiva ¿Quién mide esa productividad? ¿Cómo se mide? ¿Por qué dejar el piso brilloso y los baños impecables vale $264.000 al mes?”

“No obstante, en el mismo espacio de trabajo las gerencias pueden llegar a ganar $10, $20 o $30 millones al mes y los dueños de las empresas acumular ganancias que no les alcanzará la vida para consumirlas. Ellos también viven en Chile, pero sus ingresos les permiten vivir en Suiza”, agrega.

“De esto se trata el 1° de mayo. De cómo se distribuye el poder y qué tipo de sociedad o modelo de producción es el que permite la mayor paz social, bienestar material y libertad. No se trata de baile entretenido, el premio al trabajador del mes, ni llamarle eufemísticamente “colaboradores” o “partners” a los trabajadores”, sintetiza.

 

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