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Mundo

5 de Junio de 2017

ONG denunció que hay restos de metales y explosivos en aguas subterráneas de la Franja de Gaza

A la contaminación por metales y explosivos, hay que sumar los más de 2,5 millones de toneladas de desechos sólidos generados por los restos de infraestructuras destruidas durante los 51 días de ofensiva israelí contra Gaza en 2014.

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Metales pesados como cadmio, cobre, plomo y los componentes de los más de 3.000 toneladas de explosivos utilizados por Israel durante la ofensiva contra Gaza en 2014, pueden estar en aguas subterráneas del territorio, según denunció hoy la ONG Alianza por la Solidaridad.

Son algunos de los datos del informe “Environmental Degradation and Impact on Gaza’s Groundwater” expuestos por dicha organización en Madrid durante la presentación del estudio “Mujeres palestinas: la violencia silenciada”.

El estudio sobre las mujeres palestinas ha sido presentado por la coordinadora para Oriente Medio y Acción Humanitaria de Alianza por la Solidaridad, Cristina Muñoz Pavón, coincidiendo con los 50 años de ocupación israelí en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este.

A la contaminación por metales y explosivos, hay que sumar los más de 2,5 millones de toneladas de desechos sólidos generados por los restos de infraestructuras destruidas durante los 51 días de ofensiva israelí contra Gaza en 2014.

Según el informe de Environmental Degradation and Impact on Gaza’s Groundwater, el ataque de 2012 contra Gaza dejó una contaminación por cromo y estroncio, metales que según estudios médicos pueden producir diferentes tipos de cáncer, alteraciones de huesos y daños en el ADN.

Gaza se ha convertido en la “cárcel más grande del mundo”, donde viven hacinadas en 362 kilómetros cuadrados, más de 1,8 millones de personas, ha asegurado Muñoz Pavón.

La contaminación se produce además por la dificultad de las viviendas para conectarse a los sistemas de tratamiento de aguas residuales, ya que más del 30 % de hogares no disponen de conexiones y utilizan fosas, pozos, y fosas sépticas, que resultan inseguros y porosos.

De esta forma, más de 90 millones de litros de aguas residuales sin tratar van a parar al mar Mediterráneo debido a la poca capacidad de las plantas de tratamiento temporal, además de los retrasos en la construcción de una central de tratamiento provocada por los bloqueos e intervenciones militares por parte de Israel.

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